La novela de Rafael Acevedo es de lo mejor escrito sobre nuestra realidad en los últimos tiempos, narra hechos históricos como si viéramos una serie de televisión o cine
Rafael Acevedo en una presentación de su más reciente novela |
Pensé
que me él iba a hacer lo que siempre le hago cuando me presta un libro, que jamás
lo vuelve a ver. Después de todo, hace como cuatro años que tengo en mi mesita
de noche El infinito en la palma de la mano y El país bajo mi piel,
ambos de Gioconda Belli, que él me prestó, y no pienso devolvérselos. Pero esta
vez era mío. Un libro nuevo, acabado de salir de imprenta, y que publicó un
amigo, Rafael Acevedo.
Cuando le enseñé a mi padre la novela Muere Riggs, rápidamente me dijo: “La voy a leer”, y me la quitó de las manos. Pensé que la perdía para siempre, dado mi récord de tumbarle los suyos, pero no. Me la devolvió al día siguiente diciendo: “Es muy buena. Tienes que leerla”. Si me la devolvió con esa orden tajante, es que de verdad tenía que leerla, pensé yo. En realidad, era lo que quería, cuando se la mostré el día antes, así que eso hice y creo que ha sido una de las mejores lecturas que he hecho en los últimos años.
Novela de Rafael Acevedo |
De hecho, la crítica de Muere Riggs ha sido bien positiva, y tuve el gusto de ir a una presentación que se hizo en la sede del semanario Claridad, donde todos los asistentes la elogiaron. Jesús Delgado Burgos me dijo que era una lectura obligada, mientras que Ivonne Belén dijo que la leyó de un tirón, y así mismo me pasó a mí. Apenas tiene 62 páginas y se lee de una.
Es de esas lecturas que no puedes soltar cuando empiezas, y como es corta, se lee tan rápido que te quedas con esa sensación de que quieres más. Además, es sumamente visual. Parecía como estar viendo una serie de cuatro capítulos en Netflix y me imaginaba los colores, olores, la temperatura en esos callejones de San Juan o en el tribunal, el verde de los campos y casi podía oler el café. Así se siente cuando se lee la novela detectivesca-histórica. Es como estar leyendo el guión de una película, sólo que los hechos fueron reales y pasaron aquí en Puerto Rico para el 1936.
Rafael Acevedo, el historiador Mario Cancel Sepúlveda y la directora de Claridad, la periodista Alida Millán, en la presentación |
Para los que no sepan la historia, la novela se basa en el asesinato del jefe de la Policía Insultar, el coronel Elisha Francis Riggs, que ocurrió en el Viejo San Juan a manos de dos nacionalistas en el 1936. La Policía Insular fue la que se instituyó aquí para el 1899, un año después de la invasión de los Estados Unidos y el cambio de soberanía de España.
Los nacionalistas Elías Beauchamp e Hiram Rosado ajusticiaron a Riggs por su rol en la Masacre de Río Piedras ocurrida un año antes, el 24 de octubre de 1935, donde efectivos de la Policía Insultar mataron a cuatro nacionalistas. Tras el asesinato, Beauchamp y Rosado fueron torturados y fusilados por la Policía Insular el mismo día que Riggs. Un año después, en el 1937, la Policía Insultar volvió a matar puertorriqueños en la horrenda Masacre de Ponce.
Eran tiempos tumultuosos en nuestra historia, que, desde entonces, la institucionalidad política ha querido borrar para que las nuevas generaciones no sepan lo que de verdad pasó. Estos hechos no se enseñan en las escuelas, y sólo los recuerdan los independentistas, lo cual es una tragedia adicional, ya que la historia debe ser conocida por todos para que sea respetada. Si no se enseña, se mantiene la desgraciada ignorancia que nos arropa como pueblo.
La década del 30 fue muy convulsa en Puerto Rico. La violencia y la represión política iban de la mano de la Gran Depresión que se vivía en los Estados Unidos, así como la era de sus políticas intervencionistas en América Latina y en todo el mundo. El presidente estadounidense entonces, era Franklin D. Roosevelt.
Aquí en Puerto Rico ocurrían muchas huelgas por las precarias condiciones laborales, y la figura de Pedro Albizu Campos y el Partido Nacionalista cobraban fuerza. El gobernador en Puerto Rico era el estadounidense Blanton Winship, bajo quien se efectuaron las masacres en Río Piedras y en Ponce. El coronel Riggs era un ser abominable que representaba ese poder represivo colonial de esa era.
Toda esa trama de la vida real la recoge Rafa Acevedo en esta novela de manera magistral. Le da vida a la historia y nos hace mirarla como si fuéramos parte de la escena. Una se imagina estar allí, viviendo eso con cada palabra tan bien seleccionada por el autor para hacer viva la historia real.
Rafael Acevedo, autor de Muere Riggs |
Cabe destacar la capacidad de sintetizar tanto, en tan pocas palabras. Es un don que tiene Rafa Acevedo. Muchos dirán que es por que él es periodista, editor, y los periodistas debemos saber resumir bien los hechos, pero en el caso de Rafa es mucho más. Es un dominio absoluto de la palabra, del texto histórico y se nota que hizo el trabajo investigativo. Eso le permite manejar los hechos como si fuera una noticia contada. Con brevedad y tal y como acontecieron. Así se siente.
Es tan breve y contundente lo que escribe, que uno va pasado de escena en escena con una enorme rapidez, como si fueran las balas en ese asesinato. Pero él lo capta todo. Desde lo que piensa, el hambre que sentía, el ambiente, los olores, los nombres de las calles, los colores de los vitrales en las ventanas, el recuerdo de la madre cuando le llevaba un cacharro de café con leche en el pórtico donde estaba, el juicio, el proceso de los nacionalistas, en fin, todo. Esas descripciones que hace con tanta economía de palabras, es sabia, y uno de los mayores aciertos de esta novela.
Publicada por editorial Secta de los Perros, sus 62 páginas están divididas en cuatro breves capítulos que resumen los hechos. El capítulo 1 es “Aquella mañana”, el dos “La Tarde Antes”, y el tres se titula “Unos meses después”, que cuentan el asesinato y lo que pasó después. El cuarto capítulo es “Yo lo ví todo”, que es la conclusión.
La voz de Rafa está ahí, narrando esa verdad condensada como si fuéramos testigos de lo que ocurrió y que mantienen oculto en las ominosas páginas de nuestra historia. Su redacción nos hace testigos de unos hechos complejos. Más allá de un asesinato, todo lo que había detrás de ese entramado político de un sistema que se impone sobre un pueblo.
Considero que Rafa entra en el pasado y lo mira de manera cinematográfica. Es como si estuviéramos ante una serie de Netflix viendo unas escenas terribles, pero quizás, lo más terrible es que eso ocurrió y sigue ocurriendo en Puerto Rico, ante masas de gente que no se enteran.
Yo no soy ni pretendo pasar por crítica de nada, mucho menos de literatura. Pero me gusta leer mucho, y sé distinguir entre lo bueno y lo que no lo es. Por eso me atrevo a decir sin ambages que este trabajo de Rafa Acevedo es una joya.
Me gustó tanto, que fui antier con Papi a dar una vuelta por el callejón del Gámbaro, ahora entre turistas en Airbnbs, esperando a ver si el espíritu de Elías Beauchamp o el de Hiram Rosado se me aparecían para narrarme.
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