El viernes empezó a confirmarse la mafia institucional en el Gobierno que nos había alertado el exsecretario de Hacienda, Raúl Maldonado. Aquella advertencia le costó el puesto porque el entonces gobernador Ricardo Rosselló lo botó como bolsa. Claro, el mensaje implícito es que en Puerto Rico nadie puede decir la verdad. El que se atreva a abrir la boca, lo callan.
Si no lo callan, entonces lo persiguen o lo sacan, como le pasó a don Raúl Maldonado. Es esa mentalidad de que se odia al chota, pero que se compadece al delincuente, como suele decirse en el bajo mundo. El problema es que Puerto Rico necesita saber la verdad. O mejor dicho, confirmar lo que ya se sabe. Esa mafia institucional que Maldonado se atrevió a denunciar es lo que tiene a Puerto Rico jodido. Es lo que nos hunde, y no nos deja progresar porque es demasiada gente robando en un país en quiebra.