En el Puerto Rico del 2014 se está dando el
efecto foca. Cada día con más fuerza, el pueblo aplaude al amo sin pensar. Se
ciega y cree en lo que impone, y aplaude lo que dicen a través de los medios de
comunicación, sin preguntar. El pueblo
aplaude sin cesar en ese espectáculo circense que crean las crisis, y así se
determina lo que es urgente, lo que es importante y lo que se tiene que pensar,
decir y aceptar como verdades irrefutables.
No es que todos seamos como esos simpáticos
mamíferos del mar porque siempre hay disidentes, libres pensadores y
escépticos, el problema es que se fomenta un ambiente en el que el análisis
crítico, el pensamiento independiente y la libertad de expresión caen mal. Lo
que es peor, al que se atreva decir algo opuesto a la norma, lo censuran, lo
descartan y lo invisibilizan. No lo ignoran, porque saben que existe, pero
optan por desaparecerlo de la opinión pública. No se aceptan las críticas
constructivas.
Para acallar las voces disidentes, el gobierno,
los políticos y los medios de comunicación hacen a las masas hablar de un solo asunto
a la vez, y el pueblo cae en la trampa monotemática. Sólo se habla de un asunto
como si nada más estuviera pasando.