Jorge Mario Bergoglio es la figura
internacional del momento. Adorado por las masas, controla, tuitea, se toma selfies, besa bebés, echa la bendición,
y cada cosa que dice genera miles de titulares, likes y shares. En estos
días el Papa Francisco estuvo en Cuba y ahora en los Estados Unidos, con su aura
de estrella de rock, amada y aclamada por multitudes, o criticada y temida por
los más conservadores y recalcitrantes opositores. Es la personalidad mediática por excelencia. Pero lo
que pocas veces se analiza es que más allá de sus mensajes religiosos o
políticos, de lo que se trata es del mercado.
Como cualquier empresa o producto que busca
aumentar sus ventas, en el caso de la Iglesia Católica el Papa tiene que
asegurarse que no pierde mercado. Por el contrario, tiene que allegarse más
seguidores y mantener su base ante la competencia que viene con el crecimiento
de seguidores en las confesiones cristianas protestantes o de otras religiones
como los musulmanes. Así que sus viajes sí tienen un alto componente de venta.
Por eso en un análisis de proyección y
estrategia, es fácil identificar que el Papa Francisco viene con las tres “R”
del mercadeo: recolectar, retener y recuperar. Tiene que recolectar más seguidores utilizando
métodos nuevos como el uso una mayor comunicación mediante medios digitales y
redes sociales. Tiene que retener a su base de católicos en los países con alta
concentración de seguidores o en aquellos en donde hay potencial de
crecimiento. Y tiene que recuperar el terreno perdido ante otras religiones.