Leo Fernández III, el "paparazzi". (Foto NotiCel) |
Siempre que alguien muere, todo el mundo
recuerda lo bueno que era. Si hizo enemigos, le sacarán sus trapos sucios al
sol. Yo no soy nadie para juzgar la vida de otras personas, y tengo por
costumbre sólo fijarme en cómo me trataron. Después de todo, nadie es un santo
o un demonio, todos tenemos algo de ambos lados. Me puse a pensar en todo esto
al conocer la gravedad de Leo Fernández III hace unos días, y volví a pensar en
él anoche, cuando se confirmó su muerte.
Muchos odiarán a Leo, diciendo que fue
informante o "chota" de la Policía en contra de los independentistas.
Juan Ángel Silén lo nombró como uno de los informantes de la Uniformada en su
libro “Carpeta 20671”. Otros lo odiarán porque pasó años despellejando gente,
fomentando chismes y dañando reputaciones en programas de chismes. Incluso habrá
algunos compañeros suyos en la televisión que pueden dar fe del daño que les
hacía. Cada cual tiene y tendrá una historia, como siempre pasa con la gente,
especialmente si son personas conocidas.
Yo no tengo nada malo que decir de Leo ni de su
trato hacia mi persona. Por el contrario, afirmo que siempre fue amable y
profundamente respetuoso conmigo en los más de 25 años que tuve de conocerlo.
Me respetó y yo lo respeté a él.
Hace como 4 o 5 semanas fue la última vez que
conversamos. Yo me sorprendí porque fue él quien me llamó por teléfono, y me
dijo que estaba hospitalizado, pero que se le había ocurrido algo y quería
decírmelo. Yo me sorprendí porque no éramos íntimos amigos, así que escuché con
atención.
Me dijo que había soñado que yo debía hacer una
película sobre lo que pasó en el huracán María y los periodistas. Lo que
hicimos en la radio, en Wapa, entonces. Me narró cómo la vería y qué debía
incluir esa película. Y fue tan insistente y colorido en su narración de cómo era
su sueño, que hasta casi la podía ver.
Riendo por su entusiasmo y por lo emocionado
que estaba narrándome la historia, le dije que su llamada y su sueño me daban
miedo. Un sueño parecido me había dicho a mi Avelino Muñoz una vez que me lo
encontré en el edificio Maramar Plaza en Guaynabo, él yendo a una cita mientras
cargaba un tanquecito de oxígeno, y yo con mi nena que iba a una cita con su epileptólogo.
Avelino en aquel momento me dijo incluso que iba a llamar a un conocido director
para contarle y que yo lo llamara también. No llamé, pero sí le escribí por las
redes sociales a ese director para no hacerlo quedar mal. A las pocas semanas de
aquello, Avelino se murió, así que me sorprendió la coincidencia con lo que
ahora contaba Leo.
- "Mija, todos nos vamos a morir. Tarde
o temprano nos vamos. Es mejor gozar el ahora", me dijo Leo.
Le dije que sí, que eso era verdad. Hablamos un
poco más, y le dije "cuídate", antes de despedirnos.
Increíble que dos personas que no eran
realmente amigos íntimos míos me hayan dicho lo mismo, y con igual insistencia,
antes de morir. No sé, estas casualidades o causalidades de la vida ponen a una
a pensar.
En el ínterin espero que Leo haya encontrado
paz y que finalmente descanse. Que su familia y amigos tengan consuelo en estos
momentos.
SRC
Biografía y noticias sobre Leo Fernández
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