(NOTA: Esta columna se publicó originalmente en NotiCel el 5 de julio de 2017 - http://www.noticel.com/blog/205071/mea-culpa-y-lalalandia.html)
Las cosas como son. En Puerto Rico nos están
pasando un bulldozer por encima, pero reaccionamos según cogemos la noticia. El
que tiene vergüenza en la cara, por más que se queje, admite el mea culpa, pero el que está como la
mayoría, ni se entera. Sigue cantando el Despacito
de Yankee y Fonsi, porque ese vive en Lalalandia.
Es la verdad. Aquí unos estamos en brote porque
sabemos que viene más pobreza y recesión, pero a muchos ni les importa porque
no lo entienden. Esa masa de la inmensa mayoría está como dice Ángel “Papo”
Vázquez en el rap de su espectáculo de sátira la Burunbanda: “espero el maná,
que caiga del cielo”. Esos se creen que los americanos vienen a salvarnos,
pero esta vez no pasará.
A los que todavía se nos pone la cara roja,
sabemos que hace unos días la historia de Puerto Rico cambió y eso se aceptó sin mucha protesta. Ese fue el
día en que siete personas que representan al Congreso y que no fueron electas
por el pueblo aprobaron el primer presupuesto del gobierno, y la gente no dijo
nada. Fue uno de los peores actos coloniales vistos, pero hubo silencio. Para
colmo, lo que era la joya de la corona en las corporaciones públicas, la
Autoridad de Energía Eléctrica, se fue a quiebra, y la gente, callada. Callan
por admisión. Es un “mea culpa” colectivo porque saben que esto fue auto
infligido.
Hay un bochorno colectivo por haber llegado a
donde estamos como pueblo. Nos da pachó al saber que en agencias como la
Autoridad y en todo el gobierno, se premiaron con puestos a ineptos por ser
políticos, y que eso las quebró. Hay vergüenza por las décadas de la borrachera
electorera, por reconocer que el orgasmo colectivo ese que muchos sentían al
aplaudir al caudillo bonito de turno que bailaba desde el templete, o por
seguir como reses a las guaguas de sonido, los pasquines y candidatos, trajo a
Puerto Rico hasta aquí. La deuda de $73 billones es el resultado de votar por
los mismos, que al final son todos iguales porque hicieron un gobierno gigante
y nos robaron a todos por igual.
Por eso al pueblo no le queda más remedio que
decir: “para bregar con un Johnny Méndez,
con un Perelló o con un Ricky Rosselló, mejor brego con la Junta”. Aceptan
a la Junta porque saben que nos cuesta, pero las probabilidades de que roben están
más limitadas. Se limita al presupuesto que le dieron, no como los políticos
que aún si chavos, siguen gastando en contratos y traqueteos.
¿Qué si la Junta nos cuesta $60 millones y el sueldo de la Jaresko nos da rabia?
Pues claro. Dos milloncitos y medio no se los gana cualquiera. Pero el
pueblo sabe que quien manda aquí es la CIA que fue quien trajo a la ucraniana y
esa Junta fue nombrada por los americanos. Ellos son los dueños que nos dejaron
autogobernarnos, y nosotros los esclavos, no supimos cómo hacerlo. Escogimos
por décadas a los mismos que vinieron a robar y no a administrar.
Si gastamos y votamos por corruptos, pues ahora
hay que chuparse a la Jaresko, al Carrión tres palitos y a los demás en la
Junta. Por eso es que la gente se calla, porque sabe que esto nos lo buscamos
por irresponsables. Por eso es que las protestas son esporádicas, y de poca
gente. No permanentes como pasó en Argentina o en Grecia. Aquí, la protesta
única protesta permanente es coger un avión para irse.
El problema es que como todavía hay una masa
tan grande en Lalalandia, los políticos que quedan siguen en su politiquería
para embobarnos y justificar su existencia. Dos ejemplos de esto son la baja
participación en el plebiscito y la insistencia del Gobernador Rosselló en
seguir en el tema.
El lunes Rosselló nombró al pelotero Iván
Rodríguez, a su padre Pedro Rosselló y
al ex gobernador Romero Barceló a una comisión para cabildear por la estadidad. Con eso Ricky entretiene a los que
están en Lalalandia y de paso, le da oxígeno a las emisoras de radio am y a los
medios corporativos que viven de la política y carecen de otro contenido, pues
de eso es de lo que hablarán los comentaristas hasta más no poder. De hecho, era la única noticia grande o tema
de discusión lunes y martes como si en este país no estuviera pasando nada más.
Como si la gente no estuvieran en la playa. No se dan cuenta de que el pueblo anda por
otro lado. Están hartos de los políticos y lo que quieren es resolver su
realidad.
Lo que de verdad puede mover al pueblo a salir
de ese estado de “mea culpa” o de Lalalandia es ver sangre. El pueblo quiere
ver a los políticos pillos presos. Y aunque la Junta no viene a meterlos en la
cárcel y menos a sus amigos –[porque después
de todo, son sus panas del mismo combo de Garden Hills] - pero sí les ha
quitado el poder a los políticos. Por eso el pueblo no protesta y aplaudió el recorte que le hizo a la Legislatura. Lo
vieron como algo de acción para detener la jauja.
La realidad es que la Junta le está metiendo
las manos a todos, empezando por los bonistas locales que son los más chavaos y
a los que les han hecho un “haircut” grande. La Junta también ha tocado a los
empresarios y comerciantes, a los sindicatos, a los maestros, y a los empleados
públicos. Ahora el Gobernador se alía y recortó fondos a todo el sector de arte
y la cultura, y vienen contra los niños de Educación
Especial. ¿Lo
próximo? El deporte, los municipios y la salud.
Sea lo que sea, la actitud es que los cambios
se den rápido. Es mejor coger el golpe para entonces echar pa’lante. Que nos
digan cuántos transitorios van a despedir, a cuántos van a botar en septiembre,
a cuántas agencias van a cerrar y a cuántos municipios van a eliminar. Que
digan por donde vienen los recortes y que los hagan ya, para no seguir en la
incertidumbre.
La incertidumbre provoca miedo, y el miedo
inmoviliza. Lo constatamos al ver que el consumo se desplomó, las ventas caen,
siguen cerrando tiendas y la gente yéndose por Jet Blue. Mientras tanto, el
gobernador sigue hablando del estatus, los legisladores del cannabis o de la
perspectiva de género y de los mismos temas de siempre. Es momento de dejar la
vergüenza a un lado, aceptar la culpa y salirse de Lalalandia. Se nos va la
vida.
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