(NOTA: La columna a continuación fue publicada en NotiCel el 26 de julio de 2017 http://www.noticel.com/blog/205940/dia-de-los-muertos-25-de-julio.html)
Ayer fue el día de los muertos. El Partido Popular Democrático lo
conmemoró ayer en vez del 2 de noviembre como pasa todos los años,
porque saben que esa colectividad pasó a mejor vida. Lo declararon
muerto sus 73 años, pero en realidad murió antes. Lo mataron sus mismos
líderes con la corrupción y el traqueteo.
El primer infarto lo dio Sila Calderón cuando no se postuló a la
reelección, y el caso federal de Acevedo Vilá lo llevó a la agonía.
Pensaban que García Padilla lo sacaría de la coma, pero terminó de
asfixiarlo con sus políticas, y con los Anaudis y Perelló de la vida,
hasta que todo el aparato del gobierno de los Estados Unidos emitió el
certificado de defunción del ELA. Y como ya está muerto, la disputa que
hay ahora entre Carmen “Yulín” Cruz y Héctor Ferrer, es para determinar
si a la pava la entierran o la creman.
El lema de Pan, Tierra y
Libertad lo cambiaron por Corrupción, Busconería y Poder, y ese
problema no se resuelve con cambiar el logo y poner uno de doble cara
como hizo David Bernier. De hecho, fue peor porque representa que se
dice una cosa y se hace otra. Cuando algo ya está muerto, no importa
cómo lo embalsames, está muerto.
Por eso es que lo que pasó el pasado fin de semana en síntesis era una
diputa para decidir dónde sería el acto fúnebre, si en la Fundación
Luis Muñoz Marín, o si hacían un acto de cremación en Morovis.
Ferrer, con Hernández Colón y su grupo de la derecha quieren quedarse
donde están, y rogar a ver si resucita, pero lo hacen con cuidado para
que los estadistas-populares no se molesten ni abandonen más el barco. Y
al otro extremo están los soberanistas e independentistas hablando de
crear una cosa nueva.
Carmen Yulín encabeza este grupo y ha
sabido colocarse como la víctima a la vez que pretende convertirse en la
líder, ante la ausencia de liderato efectivo en el resto del partido. El
problema es que su liderato no es real. A la hora de la verdad, la masa
de populares de centro y de derecha no la quieren porque la ven muy
revolucionaria y socialista para la tradición popular.
Es que
son demasiadas sus contradicciones y extremos. Ella habla de “refundar”
el PPD y evocó al líder comunista cubano Camilo Cienfuegos cuando dijo
“aquí nadie se rinde”, como tratando de resucitar al muerto. Recuerda en
sus exposiciones a un joven Hugo Chávez sólo que sin la boina, porque
ella ya tiene su bandana lista. Pero entonces, que nadie se atreva a
cuestionarle sus ejecutorias, sus decisiones en la Alcaldía o los
contratos a Oscar López, a Pedro Julio Serrano o a Miguel Sosa, acusado
en el caso de corrupción de Orta.
Al otro lado está Ferrer en su
ego de la presidencia, y acabó de enterrar al partido. Comete el error
táctico de abrirle el espacio a Yulín porque ante el hastío colectivo
con los políticos, a lo mejor ella se cuela. Así fue como pasó con
Chávez en Venezuela que estaba harta de los gobiernos como el de Carlos
Andrés Pérez que se robó el país.
Así el PPD a sus 73 años tiene
que aceptar que está en proceso de disolverse, ha perdido su razón de
ser y se niega a evolucionar con el paso del tiempo. Por no moverse fue
que los populares huyeron de participar en el plebiscito de junio, que
aunque todo el país sabe que fue amañado, por lo menos daba una
alternativa.
Esa imposibilidad de adaptarse al cambio fue lo que
provocó que en el gobierno pasado, aún con mayoría, no pudieran dar
coherencia a su mensaje. Fue una administración bochornosa. Y ahora, a
más de siete meses de la derrota del PPD en las urnas, todavía no lo
superan. Siguen desorganizados, con falta de agilidad para asumir
posturas, sin fiscalizar.
Y mientras tanto, los estadistas están
gozando. Como los populares le eliminaron el feriado del Día de
Barbosa, ahora Ricardo Rosselló le eliminó el feriado de hoy 25 de
julio. O sea, no salimos de las chiquilladas ni del revanchismo aunque
el pueblo sea el que se fastidie.
Es irónico porque vivimos
momentos en los que más se necesita de un liderato valiente y hábil para
arrojar luz en la crisis que vivimos. En ese sentido, el difunto PPD
del 2017 dista mucho de lo que fue y que dice la historia. No tiene un
líder ni se mueve a definir el futuro de Puerto Rico. Pero tiene la
estaca de la indefinición clavada en el corazón desde su nacimiento.
Cuando Luis Muñoz Marín fundó al PPD en el 1938 abogó inicialmente por
la independencia de Puerto Rico, pero abandonaron ese ideal al abrazar
el concepto del Estado Libre Asociado y el supuesto pacto que se firmó
en el 1952. El problema es que desde hace ya varios años el Tribunal
Supremo Federal, el Congreso y hasta la presidencia bajo Obama dijeron
que el ELA no existe. Por eso se impuso una Junta de Control Fiscal que
manda por encima del gobernador. Volvimos a la era de gobiernos
americanos. Somos una colonia asquerosa y eso tienen que aceptarlo los
populares de la retranca.
Por eso ayer, 25 de julio, los populares
celebraron su indefinición e inmovilismo. Y tienen que admitir lo que
todo el mundo sabe, que es que ese inmovilismo es causa clave de nuestra
crisis económica actual.
Como aquí tuvimos los velatorios del
muerto parao’, el muerto sentao’ y el muerto en motora, y para colmo,
ahora hasta tenemos a Rambo en la Universidad de Puerto Rico, cualquier
cosa puede pasar en esta isla de la fantasía. Pero de lo que no hay
duda, es que si lo fueran a velar ahora mismo, el PPD sería un cadáver
arrodillado.
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