Periodista independiente en Puerto Rico

Tuesday, September 2, 2025

Rep. Nelie Lebrón ante el odio desde la radio

Luis Dávila Colón en NotiUno atacó a la legisladora del PIP y a la senadora PNP Roxana Soto-Aguilú; Rivera Schatz repartió odio, a días de polémica en WKAQ entre Rubén Sánchez y Leo Aldridge

La Rep. Nelie Lebrón habla en rueda de prensa, rodeada de líderes del Partido Independentista Puertorriqueño, incluyendo  a la derecha, la Rep. Adriana Gutiérrez

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El odio anda suelto y su veneno se riega por las ondas radiales. Es increíble que en un país tan violento como lo es Puerto Rico, seamos rehenes de ese odio en los medios. Hay que fiscalizar al gobierno y a los funcionarios electos. Hay que hacerlo duro, con las debidas evidencias, pero una cosa es esa y otra, ser bocina para incitar al odio, regar insultos, y promover que en este país impere el racismo, el sexismo y el edadismo.

La semana pasada fuimos testigos de la degradación más repugnante. El ataque contra la representante Nelie Lebrón por parte del analista Luis Dávila Colón no fue un simple comentario; fue un asalto cobarde, un cóctel tóxico de misoginia, racismo y discriminación por edad y género.

Eso ocurrió en la cadena NotiUno cuando Dávila Colón hizo despliegue de su machismo y sexismo cuando criticó el plan de la legisladora para atender la crisis por el calor extremo en el país. Días antes el país escuchó algo parecido en WKAQ cuando el periodista y presentador Rubén Sánchez usó un epíteto contra Leo Aldridge. Ambos casos me afectan en lo personal, porque conozco bien a todos los aludidos, pero la amistad no puede ocultar el deseo de que el odio se detenga ya.

Este tipo de discurso de odio no es nuevo, pero su normalización es una amenaza. En el caso de la senadora Lebrón, comienzo diciendo que es una artista y profesional que honra nuestro país y que ha dedicado su vida al servicio público. Es, además, una de las voces más privilegiadas que tiene el país como cantaora de bomba y otros géneros musicales. Doy fe de sus aportaciones a la cultura puertorriqueña como educadora, por su activismo social y desde la Iglesia Católica, que conozco hace más de 20 años.

Ella fue objeto de un ataque visceral por parte de Dávila Colón, que no solo la deshonró a ella, sino a todas las mujeres que han sido víctimas de la violencia verbal. Y lo que es peor, la cobardía se amplificó cuando el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, aplaudió y validó este comportamiento, demostrando que en ciertos círculos el odio es una divisa de poder.

Rep. Nelie Lebrón, PIP

El problema es sistémico, no aislado. Es parte de un patrón de agresiones que se repite con una frecuencia alarmante. Es el uso de la radio para degradar y humillar públicamente a otros. Este tipo de retórica incita a la violencia, crea un ambiente hostil y normaliza las faltas de respeto a otros seres humanos.

Yo, como víctima de estos ataques, puedo dar fe del daño que causan. Son cicatrices que no se ven, pero duelen profundamente. No se trata solo de palabras; se trata de sembrar el desprecio, de socavar la dignidad humana, de afectar la calidad de vida y de crear un ambiente de impunidad para los agresores.

Como mujer puertorriqueña siento que ya está bueno. Puerto Rico no merece ser rehén del odio. No podemos permitir que las ondas radiales, que deberían ser un espacio para la discusión civilizada, se conviertan en un altavoz para el insulto y el desprecio. Tampoco se puede permitir que las entidades reglamentarias, como la FCC, dejen pasar este tipo de cosas.

Como periodista, como expresidenta de gremios de periodismo, como estudiosa y autora de varios libros de investigación sobre el periodismo en Puerto Rico, y como mantenedora de mi propio espacio radial independiente hace casi ocho años, tras una experiencia de sobre 30 años en el periodismo, creo que tengo el derecho a decir varias cosas sobre el odio que se ha regado en estos días desde la radio. Ya es suficiente. Repito, Puerto Rico no merece ser rehén del odio.

Desde hace años, he sido víctima y he vivido en carne propia el efecto de este tipo de odio, especialmente por ataques por gente como Kobbo Santa Rosa que han incitado a que se cometan actos de violencia en mi contra. Es un discurso de odio que conozco bien, y por eso sé que tiene que parar. Lo emplean para evitar que se discutan temas importantes al país. Para silenciar voces.

Entiendo que, en el fragor de un comentario, se puede cometer excesos, pero cuando es algo consistente y repetitivo, se normaliza. Precisamente por eso, sé que este tipo de cosas no se pueden repetir, no importa cuán acalorada sea la discusión. La radio debe ser un vehículo de respeto y de fiscalización, no de odio.

Es hora de que las empresas asuman su responsabilidad. La gerencia de KQ y de NotiUno no puede lavarse las manos. Cuando un comentarista incita al odio, cuando valida el sexismo, el racismo y la misoginia, la responsabilidad no es solo de él; es también de quien le da el micrófono. El silencio de las gerencias es complicidad.

Lo mismo sucede desde las redes sociales. Eso que hace el presidente del Senado Rivera Schatz de usar palabras soeces es incitar a la violencia. Sus ataques a periodistas y a la senadora de su propio partido, Roxana Soto Aguilú, tampoco deberían permitirse. Incitar a la violencia es ilegal y todo aquel que haga eso, puede ser responsable de ocurrir un evento contra los perjudicados.

El discurso de odio no es libertad de expresión; es una amenaza para la democracia. Es hora de que los puertorriqueños nos unamos para decir basta. Es hora de que las emisoras y sus gerencias entiendan que su negocio no puede prosperar sobre la base de la humillación y el odio. Es hora de que defendamos nuestra dignidad y exijamos respeto.

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