No. No se me había olvidado este tema, es que
no era una de mis prioridades recientes en el análisis, pero aprovecho que esta
semana de Acción de Gracias es “lenta” en noticias y lo planteo porque el tema
ha vuelto a surgir con el nuevo programa radial de los hermanos Hernández
Mayoral en Univisión 580. Ahora que el ex candidato a varios puestos a los que
no aspiró, José Alfredo y su hermano, el renunciante senador y amigo Juan Eugenio,
están de analistas, la gente comenta si deben o no ocupar el espacio de
comunicadores. Algo parecido se discute con hijos de otros políticos, como el
caso del amigo Ricky Rosselló en la misma emisora, quien al igual que yo somos
panelistas en el programa El Azote de Luis Dávila Colón.
La realidad es que los hijos de los políticos
son figuras que atraen público. Ya sea porque en sí son funcionarios electos,
como en el caso de Juan Eugenio, o posibles candidatos como Ricky o como José
Alfredo una vez lo fue. Como sucede con Sila Marie González o con Melinda
Romero, el mero hecho de ser hijos de algún ex gobernador les da un acceso y privilegio
ante la opinión pública que pocos tienen.
Han vivido en el ojo del huracán entre
campañas, elecciones, en medio de reuniones importantes. Conocen desde la cuna
el mundo del poder. Quizás la imagen más icónica de esta realidad se representa
en la historia con una foto del presidente John F. Kennedy en su despacho mientras
su hijo, siendo un bebé, jugaba bajo el escritorio.
Es que los hijos de los políticos saben, porque
han crecido y vivido en la política, como es el juego en los medios de
comunicación. Por eso saben qué hablar, qué comentar o qué no decir para
impactar al público, pero también se les ve como posibles extensiones o una
conclusión del trabajo o de la opinión o del camino trazado por sus padres.
Cuando el público los ve en la calle, los quiere tocar o retratarse con ellos
como figuras públicas que son, con una fascinación como si fueran estrellas o
artistas de cine.
El acceso y privilegio que tienen los hijos de
los políticos ante la opinión pública es algo que no compara con el resto de
los mortales a quienes les cuesta trabajo, estudios y la búsqueda de
oportunidades ante una competencia feroz en los medios noticiosos. Sin embargo,
esto no significa que a los hijos de los políticos sus privilegios no les hayan
costado. Por el contrario, no han tenido infancias ni vidas normales, sino
públicas, compartiendo sus familias con la política y el gobierno. Cualquier
error, los marca de por vida porque se hace público.
Por eso es que sería injusto decir que
consiguen el acceso al medio noticioso sólo por ser “hijos de”, restando así sus
propios méritos, estudios, trayectorias y experiencias aunque, precisamente,
éstas sean resultados de vidas poco normales como “hijos de”. Esa es la ironía
de estos casos.
Los periodistas y comunicadores que compiten en
espacio con los hijos de políticos tienen esa desventaja y siempre la tendrán. La
otra, y quizás más importante, es que al público les gusta oír a los hijos de
políticos. O los detestan, pero en sí provocan reacciones precisamente por su
abolengo. Creo que por esa razón el programa de los hermanos Hernández Mayoral
ha tenido un buen comienzo porque los populares los escuchan al igual que los
estadistas a Ricky.
Lo imprescindible en toda esta ecuación es no
perder la perspectiva de escuchar sus planteamientos, ver si son inteligentes y
analizar si coinciden con sus padres.
Y lo otro, nunca olvidar que esto no es
exclusivo a Puerto Rico, por lo que los periodistas tendrán que estar atentos
ante esta competencia.
En los Estados Unidos este mismo mes el programa
NBC News contrató a Chelsea Clinton – hija del ex presidente Bill Clinton y la
actual Secretaria de Estado Hillary Rodham – como analista. Chelsea se convierte
así en la tercera “hija de…” en la cadena televisiva ya que la hija del ex
presidente George W. Bush, Jenna Bush-Hager, es reportera para el programa
mañanero Today, y Meghan McCain, hija del ex candidato presidencial John
McCain, es analista de MSNBC. Megan McCain publicó un libro que fue best seller
que se titula “Dirty Sexy Politics” y quizás por eso está contratada como
analista político.
En el caso de Chelsea, se anunció que será
reportera de los programas NBC Nightly News y la revista del reportero Brian
Williams Rock Center. En ambos programas, Chelsea, hará reportajes de noticias “positivas”. No se puede decir que Chelsea no tenga la
preparación porque actualmente cursa un doctorado en Oxford University. Sin
embargo, imagino que por ser “hijas de” tanto la Clinton como la Bush-Hager,
consiguen exclusivas con amigos de la infancia o con personas a las que han
tenido acceso toda la vida y a las que para un periodista se les hace más
difícil acceder.
En fin, esta tendencia que vemos en Puerto Rico
no es única a nuestros medios noticiosos. Resta ahora ver si también comenzarán
los hijos de políticos a ocupar los pocos puestos que hay entre los reporteros.
Sólo el tiempo dirá.
Son comentaristas o "entertainers", no periodistas serios. Precisamente por sus experiencias infantiles no pueden tener la imparcialidad necesaria para cumplir su función como comunicadores de la noticia. No creo que Chelsea reporte noticias positivas de la familia Bush o de John McCain. No veo a la hija de Romero reportando sobre una obra de Yulín. ¿Han estudiado periodismo? ¿Saben lo que se necesita para ser buen periodista? Lo dudo mucho, ni aquí, ni allá. Zapatero a tus zapatos.
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