(NOTA - Esta columna fue publicada en NotiCel el 18 de mayo de 2016 y había olvidado subirla aquí - http://www.noticel.com/blog/190289/debates-politicos-maripily-vs-el-guitarreno.html =
Los debates entre los candidatos políticos de las últimas semanas
están al nivel de Maripily y El Guitarreño: Son concursos de buscar
pauta. Todo se basa en ganar audiencias, llamar la atención y no decir
mucho más. Lo que hay detrás es algo que se deja a la imaginación del
espectador.
Pierluisi me recordó al Guitarreño cuando dice “me duele el pecho”
porque no se esperaba que un nene como Ricky le saliera tan duro. Y
Ricky se me pareció a Maripily cuando intentó meterse a cantante al son
de “yo trato, trato, trato”, o cuando peleaba con alguno de sus novios
por sus intereses. No hubo tal debate. Fue un soporífico concurso entre
cuál era el menos malo entre los malos. Es más, las elecciones
dominicanas tuvieron más pique que los debates de aquí.
A decir
verdad ni Pierluisi ni Rosselló ni los demás políticos han debatido. Más
bien, tanto políticos como medios informativos crean esos foros que
empacan y anuncian como debates por conveniencia mutua. El medio, porque
necesita audiencias, atraer anunciantes y rescatar el aura de
credibilidad que antes se le adscribía a la prensa, y el político, para
recitar sus 'slogans' de campaña o para tratar de lucir inteligentes y
capaces pero hasta ahí.
Los debates ni entretienen, ni informan, ni
resuelven nada. Tampoco sirven para escoger al mejor porque al final
todos lucen igual de mal. ¿En qué resuelven esos llamados debates el
problema de la crisis fiscal o qué representan para el que ahora mismo
está sin empleo? Nada. Son más de lo mismo.
No son debates porque los candidatos se quedan en lo llanito,
en lo superficial, porque no pueden hacer más nada. Como saben que no
pueden decir la verdad, se prestan para el show. Los candidatos saben
que no pueden decir abiertamente que no mandan nada porque serán lacayos
sin poder de una Junta Fiscal Federal, y por eso no se atreven a hablar
con honestidad que los van a obligar a reducir el tamaño del gobierno,
despedir empleados y quizás a cortar municipios. En vez de decir eso,
los políticos optan por los 'slogans' de campaña o por insultar al otro.
Por eso todos lodos los encuentros entre Ricky Rosselló y Pedro
Pierluisi han sido como partos. Largos, tediosos, engorrosos. Ver el
último fue un acto de puro masoquismo, al escuchar los libretos de cada
uno, especialmente cuando Pierluisi vino con eso de “los nenes con los
nenes y las nenas con las nenas” y a Rosselló hablar de su experiencia
“como profesional de la salud”. Aunque el formato del último intentó
ser algo distinto, realmente sólo sirvió para demostrar que ninguno de
los candidatos inspira pasiones ni logra mover masas, aunque sea de los
extremos, como hacen en Estados Unidos un Bernie Sanders o un Donald
Trump.
Pero los otros políticos están en las mismas. Escuchar a
Carlos Pesquera por radio pedir un debate y reclamarle a Jennifer
González que no sabe hablar inglés, y a ella, responderle diciendo en
inglés “of course I have an accent”, sinceramente, da pena. Ella sonó a
Maripily hablando inglés y Pesquera sonó como el Guitarreño cuando coge
el vellón contra Carmen Yulín y los otros políticos que no van a su
programa. Pero ni Pesquera ni Jennifer contestan en detalle cómo le
responden al desdén que viene desde Washington hacia la estadidad.
Los populares no se quedan atrás. Oír a Ángel Rosa tildar de “yes man” a
Héctor Ferrer y a éste decirle “ese es el problema tuyo, que te crees
el centro del universo”, es como si fuera un chisme. En vez de
aspirantes políticos parecen luchadores anunciando una cartelera de
máscaras contra cabelleras en una cancha cercana. Es como oir a Savio
Vega o a Chicky Starr retándose el uno al otro. ¿Es eso acaso lo que uno
espera y necesita de un político curtido y con experiencia como Ferrer
o de Rosa, quien se jacta de su intelectualidad y exige que lo llamen
profesor?
Todo esto pasa porque la política se ha “maripilizado”
por necesidad. Ahora más que antes es todo un show. Los candidatos
tienen que llamar la atención a como dé lugar para que el elector los
recuerde y los debates son parte de ese 'gimmick'. Son una pantalla que
oculta lo que pasa en verdad, como suele suceder en el show business.
Cuando Maripily habla de sus amores o de sus negocios, sonríe, y genera
prensa. Entretiene y sirve de inspiración a las masas que sueñan con
ganar los miles que ella gana. Pero Maripily es un personaje, es noticia
como dijeron una vez varios periodistas. Las tildarán de tonta, pero
uno sabe que es la más lista de todos porque usa esa proyección para
crear negocios a cualquier oportunidad.
El Guitarreño, coge
ventaja de otra manera. Se aprovecha de la desesperación de los
políticos por robar cámara y los obliga a trabajar. Los pone a discutir
en su show al medio día, pero no hay una semana en la que no los
interrumpa en sus diatribas para obligarlos a comprometerse a resolver
problemas de ciudadanos. Es decir, se proyecta como un paso de comedia
pero una sabe que en realidad fiscaliza lo que pasa inadvertido por
muchos, y da así un servicio público a la comunidades que casi siempre
están abandonadas por los mismos legisladores que van a su show.
Los políticos intentan hacer como ambos personajes para entretener en
vez de resolver. Por eso, aunque vivimos en uno de los momentos más
críticos en nuestra historia como pueblo, con una crisis de una magnitud
indescriptible, los aspirantes se quedan en lo llanito. Ellos se creen
que toman al pueblo de tontos, pero la gente sabe. La gente no es
estúpida. Saben que los políticos han sido parte o han contribuido
directa o indirectamente a la crisis que vivimos, y no les creen sus
cuentos.
Por eso las primarias son las más sosas que se han
visto en años. No parece que estamos a semanas de las elecciones
primaristas. Casi no hay guaguas con altoparlantes, ni pasquines, ni
caravanas. Es que no hay chavos. La gente no está dando dinero a los
políticos como antes y por eso los candidatos tienen que agenciárselas
para tratar de generar ruido. Por eso tratan de buscar pauta, al estilo
de los artistas. Hacen lo indecible por salir en televisión o en radio
para que la gente los recuerde y vote no por el menos malo, sino por la
cara que más vio.
Al final de cuentas, es todo bastante
aburrido. Es más, pienso que si el manejador Alfonso Alemán habla con el
nene, Joe Joe, y coordinan un debate entre El Guitarreño y Maripily
sería mucho más interesante que los que hemos visto hasta ahora con los
políticos. Quizás podrían evolucionar y llamar a la doctora Polo, para
que lo modere. He dicho. Caso Cerrado.
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