Puerto Rico se
está convirtiendo en una cuna de pederastas. Los hay en todas partes y en todas
las clases sociales, ámbitos culturales y en casi cualquier esquina. Ocultos,
bajo el velo de la secretividad, ya sea por vergüenza social, por protegerlos
si son figuras de autoridad, o por miedo a represalias aunque los niños sigan
siendo víctimas.
Son padres,
abuelos y tíos. Maestros, “coaches”
de pequeñas ligas o de soccer, vecinos, curas y ministros. También hay
maestras, mamás, abuelas y tías que abusan de niños y niñas, pero parecería ser
que a nadie le importa. Aquí de lo único
que quieren hablar los políticos es del estatus, con las acostumbradas bolas de
humo que tiran para que la gente se embobe y no le preste atención a los
verdaderos problemas que nos afectan de inmediato.
Puerto Rico es
la quinta jurisdicción en territorio americano donde más pederastas son
arrestados por las autoridades federales. Los estados de Texas, Nueva York,
Florida, California son los primeros cuatro, seguidos por Puerto Rico, según me
comentó hace unos días en una entrevista radial que le hice al amigo Iván
Ortiz, portavoz de la Agencia Federal de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en
inglés).
Los arrestos
por pornografía infantil y otros crímenes contra los niños han aumentado en
casi un 95% en lo que va del 2014 comparado al año anterior. También han
aumentado los casos de Crímenes Cibernéticos -
todo tipo de crímenes contra menores en los que se utiliza algún medio
interestatal. Eso incluye Internet, celular y hasta el televisor, según Ortiz.
Hace poco, el
amigo César Rey, presentó los hallazgos del segundo estudio sobre trata humana
en Puerto Rico de la Fundación Ricky Martin en el que se identificaron cinco
nuevos tipos de estos crímenes que involucran niños. El exsecretario de
Educación señaló como modalidades de explotación de menores en Puerto Rico la laboral;
la que se realiza para fines de reproducción; para fines de mendicidad; para el
narcotráfico y para la explotación sexual.
La semana
pasada muchos comentaron que en el lugar favorito para vacacionar de los
puertorriqueños, Disney en Orlando, Florida, arrestaron a unos 35 empleados de
ese parque de diversiones por casos de pornografía infantil. Lo que no se dijo
que es que aquí en Puerto Rico, la inmensa mayoría de esos criminales andan por
la libre.
Aunque ICE, la
Policía y otras agencias estatales y federales están trabajando juntas, aún no
se ve a la pornografía infantil, la trata humana y el maltrato a los niños como
una crisis. No se habla de la inefectividad del registro de ofensores sexuales
ni de que muchos pedófilos se han mudado a Puerto Rico para huir de otras
jurisdicciones. Aunque es una crisis, a menos que lo declaren epidemia, algo
así como pasó con el virus del Chikungynya, los casos seguirán.
No se habla
porque los políticos no quieren enfrentar la realidad o porque no les conviene demostrar
su incapacidad. A menos que no sean arrestos múltiples o de gente conocida –
como el caso de sacerdotes y ministros, o el de Hilton Cordero, por ejemplo –
la prensa los cubre, los políticos dicen dos o tres cosas y la gente gente los
comenta, pero la cosa sigue.
Todos sabemos
que el abuso sexual a los niños los traumatiza y marca de por vida. No sólo
atenta contra su integridad física y psicológica, sino contra su propio
desarrollo como persona. Las estadísticas apuntan a que la edad promedio de las
víctimas es entre 8 y 12 años y que la mayoría de los abusadores son varones
que usan la confianza y familiaridad, y el engaño y la sorpresa, como
estrategias más frecuentes para someter a la víctima.
Nuestros niños
tienen que ser una prioridad a nivel de política pública. Como padres y madres
tenemos que orientarlos, darles confianza de que nos cuenten cuando algo no
está bien, actuar cuando vemos que el menor no luce normal, y buscar ayuda de
inmediato. Pero también, como ciudadanos tenemos que exigir a los políticos a
que pongan la atención en donde de verdad importa. Y a los medios a que sigan
denunciando estas atrocidades para que estos crímenes no queden impunes. No
podemos permitir una sociedad XXX infantil en Puerto Rico como si fuera
cualquier cosa. No. Ya basta de los maltratos.
NOTA: Esta columna fue publicada en El Vocero -Publicada en El Vocero 7-23-14 http://elvocero.com/xxx-infantil/
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