Un monumento de $200,000 bautizado como “Plaza del Creyente” que no honra la fe ni la cultura, sino la sumisión y la hipocresía política: un homenaje a los arrodillados, mientras artistas y escuelas de arte en Puerto Rico se caen a pedazos.
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| Plaza del Creyente Publicada originalmente en !Ey! Boricua y en Substack |
Puerto Rico tiene un nuevo monumento a la corrupción y la ignominia. No honra nuestra historia, ni nuestra cultura, ni nuestra resiliencia. Es un monumento a la burla, a la hipocresía y al descaro.
El periodista José Maldonado lo llamó “Monumento al Descarado” y la poeta Teresa Tió lo calificó como “Un monumento a la desfachatez de los desalmados, desgraciados y descarados”. Yo lo llamaré “La Plaza de los Arrodillados o Plaza de los Descarados”. Eso. Es el homenaje a ser un descarado y ser un arrodillado.
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| Monumento a los descarados, por el artista puertorriqueño Garvin Sierra |
Bautizada oficialmente como la "Plaza del Creyente", después de seis largos años fue inaugurada la semana pasada en el distrito capitolino con bombos y platillos la estatua por el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz. Más que una simple obra, es como una bofetada a un pueblo que se levanta de estar de rodillas, pero no para rezar, sino para exigir lo que le corresponde.
La pieza no tiene rostros. Pone una “familia tradicional” de padre, madre, niño y niña, de pelos estirados, pero sin rostros, todos arrodillados. Cuerpos rígidos, de pelos estirados y vestidos de pudor, como maniquíes de la última venta en Sears, antes del cierre de la cadena. Un monumento a la docilidad del colonizado que quiere parecer blanco. Nada que ver con el verdadero Puerto Rico.
¿A quién diablos se le ocurre que esa imagen representa a la familia tradicional de Puerto Rico en el 2025? Nuestra realidad son madres que son padres y madres a la vez, abuelos que crían a sus nietos, familias diversas que luchan día a día para llegar a fin de mes. Esta estatua no es un símbolo de fe; es una fantasía. Es la fe de un político que quiere vernos arrodillados, con la cabeza agachada, pidiendo limosnas a Washington como hacen ellos, en lugar de exigir un gobierno digno.
Me pregunto si los modelos sin cara eran los rostros de los “legisladrones”, esos que le roban al pueblo. Botando dinero cuando dicen ser cristianos y se olvidan de que aquí hay otra gente que tienen otras creencias. Judíos, musulmanes, Hare Krishna, Yoruba, hasta los que siguen la iglesia del Espagueti Volador.
Allí en el evento de inauguración además de Rivera Schatz, estaba el presidente de la Cámara Johnny Méndez y otros legisladores del Partido Nuevo Progresista. También estaba la senadora del Proyecto Dignidad involucrada en un lío de violencia de género y que dicen que ya mismo brinca al PNP, Joan Rodríguez Veve, y muchos otros, incluyendo a la autoproclamada evangelista Wanda Rolón. Llegaron allí, oraron y celebran a los creyentes. A quienes todavía creen en ellos, a pesar de la corrupción, porque de eso es que se trata.
Esto es “patrimonio cultural” para el Gobierno PNP. No así el Archivo General que Méndez y otros echaron a pérdida, tampoco el Instituto de Cultura Puertorriqueña que quiere Rivera Schatz masacrar como a las playas. No. Para ellos arte es la creación de estatuas vacías que poco valor tienen en el mercado del arte. Que además no aportan nada al pensamiento crítico de nuestro pueblo. Estatuas mandadas a hacer en el extranjero en moldes, por montones. O sea, nada original porque se pueden copiar.
La ofensa se multiplica al saber que la obra costó más de $200,000 de fondos públicos. Dinero de nuestros impuestos que pudo salvar una escuela o apoyar a nuestros artistas. En vez de eso, premiaron a Julissa Casting, una empresa a la que ya han pagado más de 13 millones en una década. Esta empresa trae las obras del extranjero. Mientras tanto, nuestras escuelas de bellas artes se caen a pedazos. Thomas Rivera Schatz prefiere premiar a una empresa foránea. Esto no es solo una falta de respeto, es una traición.
Pienso en un Tito Román, que tuvo que pedir en un Go Fundme para restaurar un mural en el residencial Manuel A. Pérez. Pienso en lo destruidas que están las instalaciones de la escuela Central High de Arte o la Libre de Música. Pienso en los jóvenes artistas que sacan la cara contra el destrozo en el casco de Río Piedras o en la playa de Ponce.
Gastaron $200,000 la misma semana que terapistas de educación especial reclamaban pagos, pero aún, así presentaron su monumento a la hipocresía. Para colmo del de la desfachatez, la inauguración de la estatua fue en la misma semana en que la exgobernadora no electa sino por “default” del PNP, Wanda Vázquez, o sea del mismo partido, se declaró culpable de corrupción en el foro federal.
Mientras los políticos se visten de santurrones y hablan de valores y familia tradicional, la realidad nos muestra su podredumbre. Nos quieren vender un mensaje de fe y moralidad, pero su propio historial está lleno de escándalos, divorcios, infidelidades, homosexualismo de clóset y traiciones.
Este "Monumento al Descaro" es un recordatorio de la hipocresía que nos gobierna. Nos quieren ver de rodillas, pero nosotros nos vamos a levantar. Nos quieren en una plaza de fe, pero nuestra verdadera fe está en la lucha, en el trabajo diario y en la esperanza de un Puerto Rico que sí se valora a sí mismo. No nos quedaremos callados. Levantemos la voz y hagamos que cada dólar gastado en esta farsa sea un grito de indignación que les recuerde que no estamos arrodillados. No más.
La pieza tiene una placa con las siguientes citas bíblicas: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”, Juan 20:29 y “Si puedes creer, el que cree todo es posible”, Marcos 9:23. Como creyente católica esto me ofende que usen la Biblia para justificar la corrupción y aplastar a los demás.
La
Biblia dice: “Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí”
(Isaías 29:13). Cristo nunca pidió estatuas ni plazas de bronce. Cristo pidió
justicia. Aplaudir lo que Dios aborrece es hacerse cómplice de los mismos
fariseos que él llamó sepulcros blanqueados.


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