(Imagen original de La Opinión) |
(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 14 de junio de 2017 http://www.noticel.com/blog/204238/mirandonos-el-ombligo.html )
Mientras nos entretienen con el plebiscito, el supuesto boicot, o con la Casa Blanca pasando la papa caliente al Congreso, aquí seguimos mirándonos el ombligo. Creemos que lo único que importa ese este terreno de casi 100 por 35, como si el resto del mundo no estuviera moviéndose y en crisis. Basta sólo mirar y moverse para darse cuenta que no estamos tan mal como pensamos. Hay otros peores.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de volver
a visitar una decena de países de Europa y fue realmente una gran lección de
perspectiva. Cuando me monté en el avión
todavía creía que iba a ver la Europa que dejé hace unos años: majestuosa y señorial.
Y ciertamente fue así fue en muchas partes, pero en otras fue todo lo opuesto. Cuando salí del aeropuerto y empecé a pasar
por algunas avenidas conocidas en famosas ciudades pensé que estaba transitando
por la Avenida Borinquen del Barrio Obrero. Lo primero que me vino a la mente
fue “coño, no estamos tan mal como lo que estoy viendo”.
Claro que allá en Europa hay mucha modernidad,
pero también mucho atraso. Mucho más que aquí. Fue en ese momento en que me
dije que el sistema en Puerto Rico, y en gran medida, nuestros políticos y los
mismos medios de comunicación, nos hacen a todos pensar que estamos mal porque
lo más fácil es mantenernos mirándonos el ombligo. Nos ahogamos en nuestro
propio pesar.
Da la casualidad que ese viaje coincidió con una
serie de eventos de mucho impacto a nivel mundial y como la visita del
presidente Donald Trump en el Vaticano, que formó un tapón de cuatro horas. Ví
a lo lejos a Vladimir Putin en París que provocó el cierre de casi todas las
calles, y a Barack Obama y a su hija Malia que ví en
Florencia, con la cara de felicidad. Todas estas noticias se interconectan con
lo que está ocurriendo en el mundo y con lo acelerado que se mueven las cosas,
pero lo comparo con Puerto Rico y me entristece pensar que seguimos pensando en
el estatus, en el vaso de Aníbal o en la
pelea entre Tempo y Calle 13. No miramos cómo esas decisiones políticas, conversaciones
o negocios entre estas naciones nos afectan. Por eso, destaco algunas de las
cosas que me llamaron la atención:
1. Para los europeos, Trump es una vergüenza a nivel internacional. Todo el mundo se reía del presidente
de los Estados Unidos y su locura. Ya no sólo lo tildan de bruto, torpe e
inculto, sino de un peligro para la paz, el comercio y la economía del mundo. Lo
ven como un problema a las metas mercantiles, ambientales y democráticas del
mundo y eso representa un reto incluso para Puerto Rico y nuestros planes. De
eso, ningún político local ni los medios locales hablan. ¿O me equivoco? ¿Qué
impacto tiene eso en nuestro futuro y en nuestra economía, en nuestro
desarrollo? ¿No es esto acaso, algo que nos debería preocupar a los
puertorriqueños en un momento en que acabamos de tener un plebiscito?
2. La inmigración sin asimilación abre flancos de peligro. En Italia, España, Inglaterra o en
Francia por ejemplo, abundan grandes grupos de inmigrantes en las calles. En
Francia ya son porcientos importantes de la población y todo esto repercute en
sus políticas y en la inseguridad. Se hacinan en las calles y viven en condiciones
pésimas, con suciedad. Muchas de estas personas se niegan a aceptar o
asimilarse a las culturas de los lugares que los acogen y eso es caldo de
cultivo para los actos de violencia que sin duda, van a seguir proliferando. Es
cuestión de tiempo para que aumente e incluso se vean hasta en los Estaos
Unidos. La forma que se comportan los inmigrantes ha fomentado el radicalismo
de los europeos, que ahora son más racistas que antes. La polarización está en
su peor momento.
3. Algunos países siguen siendo tan o más groseros que antes con los
turistas. Aquí en
Puerto Rico solemos criticarnos y compararnos pero estamos mucho más
sofisticados que algunos países europeos en el trato hacia los extranjeros. Esto
es algo que el gobierno local debería promover pero nunca lo hace. ¿Será por
complejos políticos y partidistas de todas las administraciones? En Puerto Rico
tenemos que enfatizar más en nuestra amabilidad, que es algo que tenemos pero no reconocemos. Parece que nos
abochornamos de destacarlo.
4. Nadie habla de la “Ruta
de la Seda”y la nueva globalización
de China. Desde que el presidente chino Xi Jingping convocó a Rusia, Pakistán
y a otros países de Asia para crear el mayor proyecto de infraestructura en la
historia con una inversión billonaria, se sabe que esto presenta una seria
competencia al resto del mundo. Estados Unidos y Europa se están quedando atrás.
Incluso
presidentes latinoamericanos como la chilena Michelle Bachelet y el
argentino Mauricio Macri quieren atraer esa inversión. La prensa rusa (como
RT) cuestiona la poca o ninguna
cobertura noticiosa que se le ha prestado en los Estados Unidos y en Europa al
tema y alegan que la prensa estadounidense se concentra en los asuntos de Trump
mientras que la europea en los temas de inmigración y terrorismo. ¿Y Puerto Rico dónde queda en esto? Hace unas semanas el
gobernador Rosselló se reunió en La Fortaleza con una delegación de
inversionistas chinos que venían aquí supuestamente a invertir en varios
proyectos, pero poco se ha hablado de esto desde entonces.
5. Puerto Rico es crisis y Despacito.
En todas las
partes a las que fui en Europa al hablar de Puerto Rico o saber que venía de
aquí, no hablaban ni de Ricky Martin ni de Marc Anthony o JLo. Me ponían cara
de pena y me preguntaban si aquí hay hambruna. “¿Están pasando hambre ustedes?”,
me preguntó una en Suiza. “¿Tienen más problemas que Grecia verdad?”, me
preguntó otro. Evidentemente allá trascienden las noticias de la deuda, pero no
hay amplitud a cómo se está enfrentando el país a la crisis. El otro tema sobre
Puerto Rico era Daddy Yankee y Luis Fonsi con su canción “Despacito” que sigue
pegada en todas partes. ¡Hasta en una protesta de maestros en Roma presencié
que usaron la canción para movilizar a la gente!
Todo esto me lleva a pensar en la gran
responsabilidad que tienen los medios de comunicación y los que de alguna
manera u otra estamos en estos espacios. No exigimos más discusión de temas
internacionales que el mero “flash mundial” de dos minutos en el noticiero de
televisión o el titular esporádico en la radio. Hay que cubrir todo porque el
mundo es global.
Tenemos el acceso a la información de todo el
mundo y la tecnología está disponible, pero seguimos mirándonos al ombligo porque el
enfoque es unilateral, como si lo único que existe es el norte. Nos creemos el ombligo
de los Estados Unidos, y ellos, ni nos quieren. Y esto aplica no sólo al público
y a los periodistas, sino también a los comentaristas y columnistas. Caemos en la esta trampa de vivir aislados
porque caemos en el juego de los políticos y los partidos. Seguir mirándonos en
el ombligo es parte de nuestra condición política. Somos sus esclavos sin
darnos cuenta porque permitimos que nos dominen. Miramos
a los Estados Unidos con el espejo de
Washington, o de Disney o de Orlando, pero esa no es necesariamente la realidad
en el resto del mundo. Estados Unidos está más que nunca mirándose también a su
ombligo, enajenado. Los medios allá también viven en su mundillo, sin darse
cuenta de que van abocados a destruirse, como pasa con los grandes imperios. Le
pasó al imperio romano y si los americanos no lo piensan bien, y siguen con su Make America Great Again and Make America
White Again les pasará también a ellos. Lo que tenemos que preguntarnos
nosotros los puertorriqueños es si estaremos atentos o seguiremos en nuestro
soliloquio isleño, con las bridas que nos imponen.
Bien lo escribió mi querido amigo Luis Rafael Sánchez en el 1968 y lo puso en boca del Monseñor en la Pasión Según Antígona Pérez: “La salvación se gana en la vida, la condena también; se gana en este mar de minucias cuyo vaivén no se detiene nunca”.
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