Fue un día de contrastes. Sesenta bodas y un
funeral colectivo. Mientras muchos levantaban las copas proclamando a los
cuatro vientos la celebración de la libertad, a todos como pueblo y en un
silencio sigiloso, nos siguen apretando las cadenas de la pobreza.
El domingo unas 60 parejas del mismo sexo
contrajeron nupcias o renovaron sus votos matrimoniales en lo que se proyectó
mediáticamente como el evento noticioso del año: la primera boda gay masiva en
la historia de Puerto Rico. Fue, sin lugar a dudas, un evento trascendental que
simbolizó que no se puede discriminar en el matrimonio porque así lo determinó
el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Fue un triunfo de la igualdad, del respeto,
y sobre todas las cosas, del amor.
Pero mientras se celebró un evento que debería
hacer a todos reflexionar sobre la justicia, la igualdad, y la dignidad en las
luchas que llevaron y aún mantienen tantas personas por tantos años, la manera
en que tanto el gobierno como sectores en los medios se aprovecharon de la
situación, demostraron cuales son las prioridades reales. Fue como se si
celebrara una fiesta para olvidar un funeral. Como si con esas bodas se
olvidara el entierro colectivo del País.
Mientras más de 150 individuos se juraban amor
en un momento solemne, el interés público iba por otro lado. La mayoría de los
puertorriqueños estaban a son de linternas y cubitos, sin agua por el
racionamiento y también sin electricidad porque se fue la luz. La cobertura
noticiosa se centraba en la boda o en la onda tropical que pasó el domingo
justo en medio de un racionamiento, otra de las grandes contradicciones en el
Puerto Rico de hoy. Nada más importaba.
La inmensa cantidad de viejos pobres y sin
recursos que abundan, el incremento en los desplazados y sin hogar que hace
crisis y que nos negamos a aceptar como sociedad, el desempleo rampante, el
aumento en las violaciones a las mujeres, un sistema educativo público a punto
de una incursión federal por malos manejos como se viene rumorando hace un
tiempo, y la apabullante crisis fiscal quedaron en un segundo plano. Todos esos
problemas nos afectan a todos, seamos heterosexuales o LGBTT, pero como si no
existieran, el discurso colectivo era otro. La contradicción era pretender
celebrar mientras se ocultan los grandes problemas del país. Y en el camino, los
causantes de la debacle económica campean por sus respetos con una impunidad asqueante, como bien reseñó el Centro de
Periodismo Investigativo. (http://periodismoinvestigativo.com/2015/08/impunidad-en-la-debacle-fiscal-de-puerto-rico/)
Pero no nos llamemos a engaño. Esto no
significa que el evento del domingo no fue importante. Por el contrario, fue
significativo e histórico. Fue un símbolo de que todos los seres humanos tienen
dignidad, merecen el respeto y tiene derecho a ser felices.
Hubo solemnidad en la mayor parte de la
cobertura informativa, sin embargo, en algunos sectores políticos y en algunos
medios de comunicación, el enfoque era casi un espectáculo. Era obvia la
intención de lograr audiencias como si fuera un show en vez de enfocarlo en las
vidas reales de seres humanos que han sufrido y era hora de celebrar su
reivindicación. Y algunos políticos y
funcionarios del gobierno, aprovecharon la boda y la tornaron en una
oportunidad de promoción individual. En los días siguientes muchos de esos
políticos aprovecharon para buscar pauta, adjudicándose logros que no eran
propios. Sí algunos políticos han estado en la lucha por la igualdad, pero la
mayoría no tuvo la babilla para empujarlos y sólo salieron públicamente después
que bajó la decisión del Supremo federal.
Por eso me preocupa que se nuble el entendimiento y el valor inmensurable
de ese momento histórico. Me entristece que se use un triunfo tan importante
para esconder otras cosas. Las personas que han sido maniatados, vilipendiados
y vejados durante décadas por el sólo hecho de ser gay, o bisexual, lesbiana,
transexual o transgénero, no pueden perder la perspectiva. El hecho de que hoy
puedan casarse no es óbice para permitir que los usen como marionetas de otros
intereses. No pueden ni deben permitir que los gobiernos y los políticos los
usen para sus estrategias electoreras. Tampoco que los medios de comunicación los
conviertan en bufones o en “tokens” para generar audiencias.
Los miembros de la Fundación de Derechos
Humanos de Puerto Rico lograron la hazaña impensada al coordinar la boda masiva
del domingo de una manera digna, emotiva y de respeto. Su gesta merece ese
reconocimiento y el aplauso colectivo.
Esperemos que con esa misma fuerza se unan
todos, desde sus respectivas trincheras, a provocar cambios importantes para
todos los demás sectores de la sociedad puertorriqueña que siguen siendo
víctimas del discrimen. Los inmigrantes, los negros, los deambulantes, las
mujeres, las personas con impedimentos, los pobres siguen viviendo en un
funeral perenne en este país. Se le siguen negando derechos y es criminal la
actitud de seguir pretendiendo invisibilizar a esos sectores. No se pueden
negar otras opresiones vigentes.
Ya basta de los prejuicios vengan de donde
vengan, llámese líder religioso, político o portavoz LGBTT. Por eso es que la
boda del domingo era tan importante. Demostró que la reivindicación de los
derechos debe ser la norma para todo ser humano. Sólo espero que esas mismas
victorias por los derechos civiles las puedan reclamar todos los sectores
oprimidos y no sea el entierro de todo un país.
NOTA:
Esta columna se publicó en NotiCel el 19 de agosto de 2015 en la siguiente dirección http://www.noticel.com/blog/179792/60-bodas-y-un-entierro.html
Es un tema muy bueno para tratar y leer diferentes opiniones de cada persona o
ReplyDeletesimplemente sus experiencias para mi es diferente, para mi hay que estar como mejor te sientas y ya.
y les invito a Comunidad gay de melgar
de Melgar donde la privacidad, la discreción y el respeto por tu identidad sexual es la mayor preocupación.