James Méndez vendiendo dinares de Irak por televisión local. |
El allanamiento que hicieron las autoridades federales en el negocio de
venta de dinares de Irak es sólo el comienzo de lo que se prevé pudiera
ser el escándalo más grande de fraude con vínculos en los medios de
comunicación en el país.
Al incautar los archivos digitales y los documentos, las autoridades
tendrán la lista de quién pagó, quién estuvo involucrado, cuánto dinero
se le pagó a los medios a través de pautas publicitarias, y cuánto se
le pagó a periodistas, artistas y otras figuras públicas para promover
la venta de dinares. Además se podrá establecer si todo esto se hizo de
manera legal o ilícita.
En otras palabras, se verá cómo se
estableció un esquema para utilizar a los medios de comunicación en
Puerto Rico para engañar al público en un aparente fraude, y por esta
razón la noticia acaparó el interés de medios internacionales como CNN y
The Huffington Post, entre otros.
Los medios locales cubrieron
el allanamiento como la noticia del momento, pero no han investigado y
han optado por guardar silencio sobre las repercusiones. Tampoco han
orientado a los consumidores que compraron dinares y perdieron su
dinero. Todo esto responde al miedo de algunos y al silencio cómplice de
otros. Sin embargo, el allanamiento de agentes del Negociado de
Investigaciones Federales (FBI, en inglés), luego de que un Gran Jurado
emitiera una orden sellada la semana pasada, también podría ser el
detonante para identificar a otros buscones que usan a los medios de
comunicación en sus estafas.
Los buscones mediáticos
¿Y quiénes son los buscones en los medios? En el argot boricua, un
buscón es el que vela güira, el que hace trampa y se cuela hasta que
convence, presentándose como líder, como bueno o como figura respetable.
De esos abundan en los medios y el público cae como presa entre sus
garras.
Como consumidores de medios, son muchos los puertorriqueños que le creen ciegamente a esos buscones.
Les compran lo que venden, validan lo que dicen y aceptan sus ideas,
aun cuando sean esquemas y fraudes disfrazados. Por eso muchos quedaron
boquiabiertos cuando el hombre que salía en la radio, la televisión y en
periódicos, que se codeaba con periodistas, pastores evangélicos,
artistas y políticos, se calló la boca. Ese fue James Méndez, el que
vendía los dinares.
Dinares. |
Pero lo peor del caso no fue el allanamiento
ni las primeras planas. Lo peor fue que esos periodistas, artistas,
religiosos, políticos y todos los medios que difundían sus mensajes, que
fueron portavoces del esquema o participaron como talentos en sus shows
legitimándolo en la opinión pública, callaron. Ninguno salió en defensa
de los consumidores que fueron estafados al dar el dinerito a cambio de
los dinares. En ningún medio se explicó a dónde puede ir un consumidor a
resarcir sus daños, y las agencias como DACO, no dijeron ni esta boca
es mía. O sea, el consumidor engañado, así se queda.
¿Dónde
queda la responsabilidad del medio en todo esto? ¿Son los medios
cómplices por permitir anuncios engañosos al público a cambio de pauta
publicitaria? ¿Por qué el silencio? ¿Por qué no fiscalizan a esos
anunciantes fraudulentos de sus propios medios con la misma intensidad
que increpan a los políticos? ¿O es que no lo hacen porque a los
anunciantes no se pueden tocar? ¿Dónde queda la obligación del medio con
su público? ¿O es que al medio no le importa el contenido que difunde?
Esta no es la primera vez que este tipo de engaño sucede. Así como pasó
con los dinares de Méndez, pasó con el contable Lutgardo Acevedo, quien
resultó convicto tras sobornar a un juez para que lo absolviera en un
caso de homicidio. Acevedo usaba a artistas y personalidades como
portavoces, y luego, se alió a varios pastores evangélicos que decían
que lo ungían como varón de fe en sus transmisiones televisivas.
Dada la crisis económica y la necesidad de capital, muchos consumidores
son vulnerables a esos esquemas que le venden dinero fácil. Ven los
anuncios y se convencen de ser vendedores de ciertos programas de
mercadeo multinivel de dudosa reputación, de pirámides en la Internet, o
le creen a esos buscones y les compran las fajas milagrosas, las
antenas de televisión que no sirven, o el colágeno y las pastillas que
supuestamente los hará más saludables.
Muchos de esos productos
ya no se venden como “informercials” o como comerciales, sino que se
presentan como integraciones que aparentan ser parte regular de algunos
programas de televisión y radio. En la radio también tienen programas
los fines de semana, y en la Internet tienen sus páginas. En los
periódicos, la inmensa mayoría de los esquemas fraudulentos aparecen en
los clasificados. Los que veden esos productos o esquemas, como Lutgardo
y Méndez, usan a las figuras públicas para legitimar sus productos y
esquemas. Por eso que todos deben tener cuidado.
Para los periodistas, es una falta de ética. El Código de Ética de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico http://asppro.org/codigo-de-etica/
critica que los periodistas vendan su credibilidad a cambio de
anuncios. Pero aún si no pertenecen a organización alguna, la ética
profesional le debe decir a los periodistas que no pueden vender su
imagen y credibilidad. http://enblancoynegromedia.blogspot.com/2010/11/la-asppro-critica-periodistas-que-hacen.html
Los medios también tienen una responsabilidad en esto. Aunque a nivel
legal siempre los medios buscan subterfugios para protegerse, la
realidad es que las autoridades federales advierten que no se deben
promover.
De hecho, la semana pasada la Comisión Federal de
Comercio (Federal Trade Comission) emitió una advertencia a los medios
para que sean más precisos con los contenidos “auspiciados” que publican
como parte de su editorial como si fuera noticia ya que “no son
noticias y no deben presentarse como tal”, según Mary Engel, directora
de prácticas publicitarias para la FTC. http://www.consumeraffairs.com/news/ftc-warns-publishers-to-be-careful-with-native-advertising-060515.html
Según ese reglamento, en los periódicos se tiene que informar
claramente, de manera visible y grande que la información es pagada para
que el consumidor no se confunda.
En cuanto a las personas como
artistas o periodistas que prestan sus imágenes para anuncios
comerciales, la FTC también revisó las guías de cómo pueden hacer esos
endosos públicos. “Los endosos son herramientas importantes para los
anunciantes y pueden ser persuasivos para los consumidores, pero la ley
dice que también tienen que ser veraz y no engañosos”, indican en su
reglamento. https://www.ftc.gov/tips-advice/business-center/guidance/ftcs-endorsement-guides-what-people-are-asking
y
https://www.ftc.gov/news-events/media-resources/truth-advertising/advertisement-endorsements ¿Conocen los periodistas y los medios estas guías o es que no las quieren conocer porque no les convienen?
El efecto de los buscones
1. El público les cree: Los estafadores suelen contratar a figuras
conocidas como periodistas o artistas para que sean sus portavoces. Usan
la credibilidad para legitimar los esquemas.
2. Son parte del
engaño al público: Los medios permiten y fomentan que se engañe al
público. Al permitir anuncios de productos y servicios fraudulentos como
parte de su programación regular, o en integraciones de programas de
radio y televisión, y los medios se convierten en cómplices de la estafa
ante el público.
3. Periodistas cómplices: Los periodistas que
prestan su imagen para estos esquemas caen en la categoría de cómplices
porque no los fiscalizan o rara vez lo hacen, y no le dan seguimiento a
las pesquisas. Con su silencio cómplice, permiten que anden por la libre
en el mercado local.
4. Periodistas y artistas promotores: Los
periodistas, artistas y personalidades que anuncian estos esquemas
pueden convertirse tanto en promotores directos como en indirectos. A
veces endosan directamente el producto o servicio y cobran por ese
endoso comercial, pero otras veces, el estafador se toma fotos o vídeos y
usa esa imagen para hacerle creer al público que ese periodista o
artista es parte de su negocio. Todo esto ocurre sin que el periodista o
el artista se entere.
5. Falta de ética: En el caso de los
periodistas, al quedarse callado y no investigar y denunciar estos
esquemas, el periodista no sólo falta a su ética sino que vende su
credibilidad.
6. Mercaderes en el templo: Esto suele suceder en
ciertas iglesias evangélicas que engañan a sus feligreses. A veces los
buscones se alían a religiosos para vender esos productos entre la
feligresía que los compra porque su pastor lo recomendó. Otras veces,
promueven por la libre a esos productos en los canales de televisión y
otros medios que pertenecen a iglesias.
7. Políticos lenientes:
La inmensa mayoría de los políticos permiten estos fraudes por tres
razones principales: o son parte de los esquemas, o reciben donaciones o
no legislan para darle poderes a las agencias como DACO, la Junta de
Telecomunicaciones o el Comisionado de Instituciones Financieras, para
ir contra estos estafadores. Los periodistas no fiscalizan a los
políticos por esto.
8. Silencio financiero: Las entidades
financieras como la Asociación de Bancos o los reguladores de
Cooperativas nunca ha tomado acción fuerte para educar a los
consumidores contra estos fraudes. Tampoco lo han hecho entidades como
el Procurador de Personas de Edad Avanzada o el AARP ya que muchos de
los engañados son envejecientes y poblaciones vulnerables. La inmensa
mayoría de los periodistas y los medios no han cuestionado ese silencio.
9. Todos pierden credibilidad: El público se siente engañado no sólo
por el estafador, sino por el periodista, el medio o el artista que lo
convenció de comprar ese producto que no servía o que por el que perdió
dinero.
10. Los medios pierden audiencia: En la medida en que el
público televidente, radioescucha, cibernauta o lector cae en un engaño
de un producto o servicio fraudulento y esto afecta la credibilidad, el
medio pierde la lealtad de sus audiencias.
Para que los
estafadores y buscones sean exitosos, tienen que lograr que sus esquemas
luzcan legítimos. Por eso los estafadores buscan a periodistas,
telediarios o programas informativos, o artistas, para tratar de usar el
entorno de su credibilidad para estafar. Esto se constituye el fraude
por afinidad.
El consumidor tiene alternativas. En el caso de la
radio y la televisión, el público engañado puede radicar querellas
ante la Comisión Federal de Comunicación. En el caso de periódicos,
revistas e Internet, puede hacerlo ante la FTC. De hecho, en Puerto
Rico se está dando un movimiento entre varias de esas agencias federales
para documentar estas querellas por fraude. Todo es cuestión de tiempo
para que se detengan a esos buscones en los medios. Y en los medios, ya
están advertidos.
NOTA: Esta columna fue publicada en NotiCel el 10/06/2015. http://www.noticel.com/blog/176723/los-buscones-en-los-medios.html
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