Gob. Alejandro García Padilla en el mensaje (Foto END) |
El gobierno colonizado es colonizado hasta para
darle información a su propia gente. Primero le hablan al imperio, y después
que se crea el caos, lo que sobra es para el pueblo, como plato de segunda mesa.
Desde el domingo, cuando comenzaron a salir las
noticias de la debacle fiscal en la prensa americana e internacional, hasta el
mensaje grabado que emitió el Gobernador Alejandro García Padilla el lunes,
todo ha sido una sucesiva cadena de eventos en los que la comunicación ha
salido distorsionada, errada e inefectiva. Es como si lo único que importara es
lo que se le tiene que decir a los amos del norte, o sea, a los bonistas, y los
puertorriqueños, que se traguen el resto. Es una falta de respeto al pueblo.
Todo esto tiene un impacto nefasto en la
proyección del país. De hecho, la prensa internacional ha puesto el interés en
los problemas económicos publicando cientos de noticias de Puerto Rico desde
hace meses, como reportó el Centro de Periodismo
Investigativo de Puerto Rico . Pero a nivel local todo es en
cuentagotas, con favoritismo a los medios afines, y en total menosprecio de la
mayoría de los periodistas.
García Padilla, quien ha establecido una
política de obviar y tratar de evadir a la prensa del país últimamente, y
sólo filtra información a través de sus escasos portavoces en determinados
medios, la semana pasada dio cara a los periodistas en Estados Unidos antes que
a los locales.
Por eso la noticia de la crisis fiscal y el
informe de la economista Anne Krueger salieron primero en el periódico
británico The Guardian. Después lo cogió The Washington
Post, el Business
Insider, Fox Business
News, hasta Al Jazeera, entre muchos otros, y terminó con
la declaración abierta del gobernador a The New York Times de que la deuda es impagable. En el
camino, las acciones de los bancos locales cayeron por el piso.
El lunes, desde La Fortaleza se citó a los
políticos para presentarles el Informe Krueger, pero el propio García Padilla no
asistió al evento. Luego en la tarde, el Primer Ejecutivo se presentó un
mensaje grabado que comenzó mal. Lo anunciaron
que sería a las 5:30 y se retrasó. La impuntualidad en un mensaje que debía ser
transcendental, fue criticada hasta por The Wall Street Journal.
Como era un mensaje grabado, tenía la
oportunidad de editarlo. Sin embargo, volvió a cometer el mismo error de cuando
anunció el IVA, fue un mensaje largo, aburrido, lleno de generalidades e
inexactitudes. Debió haber sido en vivo, hablando directo al público para
tratar de tranquilizar los ánimos y aclarar dudas. En cambio lució robótico y
abrumado. Proyectó miedo, cansancio y desesperación. Esa imagen lejos de calmar
el país y lograr unidad, hizo lo opuesto.
Los puertorriqueños saben que el gobierno está
en quiebra, pero eso no fue lo que él comunicó. Ocultó que la raíz principal de
ese problema es la politiquería y la corrupción. No presentó un desglose real
de recortes en el gobierno. No explicó los contratos de amigos, o los
escándalos de favoritismo que van desde el Cesco de Carolina hasta los seguros
del gobierno. El propio informe de Krueger habla de la imperiosa necesidad
mejorar los datos económicos, pero el gobierno le recorta fondos al Instituto
de Estadísticas, pero deja casi intacta a las cientos de Juntas de Inscripción
Permanentes de la Comisión Estatal de Elecciones que en cuatro años casi no
trabajan. De eso tampoco habló García Padilla. Entonces, ¿dónde están las
prioridades?
Su proyección demuestra que el verdadero
interés es la permanencia en el poder. El mensaje subyacente al país es que
improvisa, y lo que proyecta es incompetencia. No se trata de falta de
credibilidad sino de incapacidad de gobernar. Por eso es que el público no lo
toma en serio.
Resulta
difícil de creer que García Padilla se dio a conocer por su
accesibilidad y su don de comunicador mientras era secretario del DACO y luego
como legislador, pero en La Fortaleza ha sido otro cantar.
¿Y la prensa local?
Bien, gracias
Y en todo el proceso, ¿dónde está la prensa de
Puerto Rico? ¿Dónde la dejó el Gobernador? ¿Por qué no habló con los periodistas
de frente? Después de todo, son los periodistas – o deben ser los
periodistas – los intermediarios con el pueblo. ¿Pensaría el Gobernador que no
era importante hablarles? ¿Era necesario hacerlo?
Todos los gobernantes, especialmente desde Rafael
Hernández Colón y Carlos Romero Barceló en adelante, han tenido en algún
momento la misma actitud con la prensa. Todos comienzan con una luna de miel
que le dura menos de un año. Ya para el segundo o tercer año de sus mandatos
sencillamente optan por callarse y no contestar preguntas. Es como si para la
misma fecha, a todos los envenenaran con
algo que comen en La Fortaleza, porque a todos les pasa.
El problema es que los gobiernos no pueden
manejar a la prensa a su antojo. Tienen ellos que aprender a manejarse
adecuadamente ante los medios porque es a través de la prensa que le hablan al
pueblo.
En el caso de García Padilla, esta situación ha
llegado a proporciones insospechadas porque no se ve una solidaridad entre los
medios como ocurría antes. Eso permite un disloque en cómo se enteran las
personas de las noticias, y se le da prioridad a temas que al final, son
inconsecuentes.
A lo mejor es que la crisis fiscal que también
ha tocado de cerca a tantos medios les impide fiscalizar ahora con la misma
intensidad que se hacía por ejemplo, con los gobiernos de Hernández Colón,
Pedro Rosselló y Sila Calderón. La falta de anunciantes y audiencias viene
aplastando medios desde la época de Acevedo Vilá y Fortuño. Por eso ahora, bajo
García Padilla, están debilitados, y de eso se aprovecha el gobernante para
esquivar las preguntas incisivas. A los pocos que se atreven hacerlas, los marginan.
Aunque hay ciertos periodistas serviles que
aguantan los desplantes sin protestar, también hay que señalar que abunda la falta de preparación y
escasea la especialización entre los informadores. Pocos reporteros tienen
destrezas en temas económicos porque a la prensa local se le ha acostumbrado a
cubrir la política partidista, y reportan de la recesión desde esa óptica.
Fuera de los reporteros de negocios y economía, y de algunos con pericia o que
han buscado información, la mayoría no se prepara. Esto es sumamente peligroso
para el país porque tanto la comunidad financiera como el gobierno pueden
engañarlos con lo que dicen, y el periodista no puede captar cuando se intenta
hacer eso.
Responsables de esto también son las escuelas
de periodismo que insisten en seguir enfatizando en teorías de comunicación o
en los aspectos prácticos del oficio pero pocas veces dan destrezas. No se
ofrecen cursos en inglés ni de finanzas o economía que deben aportar a que el
reportero en formación tenga unas destrezas mayores al momento de enfrentar
noticias como las que vive el país.
Además de esa falta de fiscalización adecuada,
en Puerto Rico no hay un verdadero sistema de pesos y contrapesos. No existe
una entidad que sea independiente, fuera de líneas partidistas, que sirva para
verificar lo que nos dice el Ejecutivo y alabar lo bueno o desmentir las
falsedades.
Es momento de exigir cambios. Es hora de que
los periodistas exijan transparencia y apertura a La Fortaleza, pero también es
momento de exigirle más profundidad a los medios de comunicación, especialmente
a aquellos en los que no hay reporteros sino analistas y políticos fracasados cuyas agendas no son
las del pueblo, y que tienen los dedos amarrados con muchos sectores. También
es hora de que el pueblo pida acceso a la información. Es su derecho y su obligación
fiscalizar al gobierno del que todos somos dueños. No se puede seguir siendo
plato de segunda mesa.
NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 1-7-15 - http://www.noticel.com/blog/177689/los-boricuas-plato-de-segunda-mesa.html
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