La quiebra de Puerto Rico va más allá del impacto económico o de la
operación del gobierno. Tiene que ver con nuestro sistema político,
porque detrás de la bancarrota del ELA, está la quiebra de la oposición.
Y ese es el mensaje que se comunica al país: la oposición no existe
porque también está quebrada.
Al analizar cómo operan y actúan los que deberían estar fiscalizando
la administración de Alejandro García Padilla, se llega a la conclusión
de que en este país no existe oposición. Al menos, no estructurada,
como debería ser en una democracia.
Ni los partidos políticos de
minoría ni la llamada sociedad civil fiscalizan como se esperaría en la
crisis económica actual. Por el contrario, actúan a conveniencia,
guardando silencio en momentos claves, manteniéndose ausentes ante la
opinión pública, sin fiscalizar o dando escasas sugerencias para
enfrentar la crisis fiscal.
Oposición política
Comenzando por el Partido Nuevo Progresista, no se percibe oposición.
No dicen nada porque en el fondo saben que son parte del problema al
fomentar el partidismo y la politiquería en las agencias públicas.
Muchos velan güira y están más pendientes a garantizar su reelección o a
alinearse con el que finalmente sea el candidato a la gobernación. Por
eso se callan ante los evidentes errores que comete la administración de
turno.
Son poquísimas las voces que pueden sacarse del PNP como
fiscalizadores del gobierno. La representante Jennifer González ha sido
la única voz consistente vigilando al gobierno actual y ofreciendo
alternativas, pero hasta ahí. Otros, pero en mucho menor grado son los
representantes José Aponte y Ángel Rodríguez, y el senador Carmelo Ríos.
Entre los alcaldes, sólo Héctor O’Neill en temas puntuales relacionados
a la operación de los municipios. Paren de contar.
El único
candidato oficial a la gobernación y presidente del PNP, Pedro
Pierluisi, ha estado dando la batalla en varios frentes y presentando
propuestas, pero su mensaje no trasciende. Este fenómeno es interesante
porque la prensa le da espacio y lo cubren a nivel noticioso, pero algo
en su mensaje aún no pega.
El Partido Independentista
Puertorriqueño, por su parte, tampoco ha sido consistente en la
oposición pública. Sus economistas no ofrecen soluciones ni ideas como
antes, y ni Rubén Berríos, ni Juan Dalmau ni la senadora María De
Lourdes Santiago se perciben como voces alternas que estén fiscalizando
al gobierno.
Sociedad civil en quiebra
Otras voces que deberían ser oposición también han mantenido silencios
cómplices que demuestran que la llamada sociedad civil también está en
quiebra.
Los líderes sindicales en su mayoría están
prácticamente silenciados, quizás por temor a que le eliminen plazas de
trabajadores que representan menos cuotas. Los líderes comunitarios
también guardan silencio y aparentan tener miedo ante las amenazas de
recortes de fondos públicos para sus ya maltrechas operaciones. Y el
liderato religioso también ha bajado intensidad. Las arcas de muchas
iglesias están en precario porque sus fieles han emigrado y otras han
optado por concentrarse oponerse sólo en temas como la legislación pro
comunidad gay.
En otras palabras, los que protestaban bajo el
gobierno de Fortuño ahora no se atreven protestar bajo García Padilla.
Esto tiene un efecto porque esos grupos y su liderato pierden
credibilidad ante el público. La inconsistencia en la oposición y los
silencios por conveniencia los hace caer en la categoría de buscones.
¿Dónde está la oposición?
Como las minorías políticas y la sociedad civil han cedido su espacio,
el campo está libre para nuevas voces que creen balance. Una Alexandra
Lúgaro con su candidatura independiente a la gobernación podría
considerarse una de esas voces, aunque todavía su exposición ha sido
limitada. Pero hay otros cinco sectores que representan oposición de
maneras noveles:
1. Oposición regionalizada: La oposición
política más fuerte se está dando fuera del área metropolitana y lejos
de los ojos de los medios y la prensa nacional. Se da al interior de las
montañas y en las regiones donde hay portavoces que fiscalizan a los
incumbentes con fuerza. De hecho, varias alcaldías y candidaturas al
Senado y a la Cámara peligran para las próximas elecciones precisamente
por esto.
2. Abandono y emigración: Esto es lo que algunos como
Jay Fonseca llaman “la revolución Jet Blue” de gente que simplemente no
pueden bregar más con el sistema o están desempleados y optan por
emigrar. Se cansaron de luchar y prefieren coger un avión e irse. Por
ahí van sobre 50,000 al año.
3. Oposición cibernética: Las redes
sociales siguen siendo la ventana donde la gente se atreve a hablar. Es
el área de desquite y desahogo, pero no está estructurada. Aunque en
ocasiones han generado acciones, la inmensa mayoría de las veces es un
comentario que no queda en nada más.
4. Actos en rebeldía:
Aunque no hay una estructura, sí se ven actos en los que sectores de la
sociedad se rebelan y protestan. Por ejemplo, tiendas y centros
comerciales se abarrotaron el día antes de que entrara en vigor el IVU
del 12% y se escuchaban a muchos consumidores decir “yo no le doy dinero
al gobierno”, como reacción natural al aumento del impuesto.
5.
Nuevos líderes: Existe una constante de que se necesita un nuevo
liderato político-social que no sean los mismos políticos en estructuras
nuevas como lo fue el MUS o el PPT. En ese sentido, hay tres
escenarios. Escenario A podrían ser los jóvenes profesionales que
asuman el liderato. Ahí entrarían algunos como los líderes estudiantiles
de la UPR y nuevas generaciones al interior de los partidos
tradicionales como ha sido el caso de Manuel Natal en el PPD. Escenario B
son retirados que decidan entrar al gobierno y a la política porque no
tienen nada que perder, y logren atraer voces nuevas. Y el escenario C
sería la participación activa del liderato de la diáspora, de esos
puertorriqueños en el exterior.
En un sistema democrático la
oposición es fundamental para crear balance de poderes entre las
mayorías y las minorías, pero en la medida en que se guarden silencios,
el país se perjudica. Pero el efecto de esto en Puerto Rico es incluso
mayor porque aquí hay otros elementos que abonan a crear opinión pública
distorsionada o a plantar ideas incompletas.
Aquí no existen
grupos independientes (tipo “think – tank”) con fuerza y credibilidad
que eduquen y contrasten las cifras que da la administración. Tampoco es
fácil de distinguir los conflictos de interés entre analistas y
comentaristas políticos. No explican sus contratos y cómo sus
comentarios vienen con esos matices. Y por otro lado, muchos medios de
comunicación también han sido parte del juego. En ocasiones se presentan
como protagonistas de la oposición, y otras, como cómplices. Esa
inconsistencia ahora se evidencia en permitirle a AGP cosas que le
criticaron a otros gobernantes como Luis Fortuño o Aníbal Acevedo Vilá.
Hace falta una rehabilitación de la oposición política y social. Hace
falta un sistema de pesos y contrapesos, sin intereses comerciales como
agenda. Más allá de la alternancia en el gobierno, se requiere una
oposición que presente soluciones y alternativas para salir de la
crisis. Puerto Rico necesita urgentemente una oposición activa que
promueva el pluralismo y la discusión abierta de los temas. Es, en
esencia, un ejercicio de libertad de expresión y de ideas.
NOTA: Esta columna fue publicada en NotiCel el 7-8-2015 http://www.noticel.com/blog/177936/donde-esta-la-oposicion.html
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