Por: Yolanda Arroyo Pizarro
“Yo me amo y me afroamo.
mi afroidentidad es sublime e
importante
y defenderé mi derecho a
existir
y a ser tratado con igualdad y
liberación…”
Estos versos de mi libro
publicado durante la pandemia del COVID19 por la Editorial EDP University, pero
construidos poco a poco, a lo largo de toda una vida, 49 años de resistir el
racismo en mi Isla del Encanto, hoy cobran mayor importancia. Hoy los utilizo
para denunciar el racismo en los medios de comunicación.
Denuncio que es intolerable
que nuestro país continúe permitiendo la existencia de programas racistas como
La Comay. El ataque racista en contra de Ana Irma Rivera Lasen no puede pasar
desapercibido ni por debajo del radar.
No se puede permitir más,
mucho menos desde un personaje que en el pasado no ha demostrado redención
alguna de otros discrímenes que ha ido cometiendo abiertamente (homofobia,
transfobia, misoginia) y que por denuncias anteriores ha pedido perdón solo
para mantenerse en el aire y poder continuar contaminando las mentes de los
puertorriqueños. Se enriquece a costa del sufrimiento de los más débiles y vulnerables
de nuestra sociedad. Se enriquece a costa de nuestra salud mental, que se va
minando día a día a la vez que enfrentamos ataques de esta índole.
En una reciente CARTA ABIERTA
que no ha sido contestada, le pregunté al cantante Bad Bunny por qué se había prestado
para traer de vuelta a La Comay. Su silencio ha sido muy significativo y ese
silencio nos ha comunicado lo que sospechábamos, que a pesar de haber
financiado una campaña para pintar letras de BLACK LIVES MATTER, la realidad es
que las vidas negras puertorriqueñas no le importan.
Y ciertamente, también quiero
hacer constar la denuncia a otros medios que hacen lo mismo que La Comay. Lo
sucedido al programa de (Luis) Dávila Colón, que fue sacado del aire también
por su racismo querellado ante la FCC, debería ser procedimiento estándar a
seguir para todo este entretenimiento que se cree con derecho a hacer sentir
inferior a la gente negra de Puerto Rico. Lo mismo ha de sucederle a las
esferas de gobierno y sus representantes, que desde su discurso atacan racistamente
nuestra integridad.
Reclamamos que deben ser
denunciados y obligados a cesar y desistir de minar nuestra dignidad como
afropuertorriquenos.
El racismo tiene la cualidad
de destruir la niñez. Se lo dice una niña negra que permanecía horas
enteras escondida en el baño de la escuela a la que asistí de Kinder a octavo
para evadir el bullying por mi cabello afro, por mis labios grandes, por mi
nariz y por mi color de piel.
También se lo dice una mujer
que ha dedicado su vida al trabajo antirracista desde la publicación de libros
para que este mensaje llegue a todos los centros de educación, Kinder a 12 y a
todas las universidades de mi Isla Preciosa.
Necesitamos la educación
antirracista en nuestras aulas. Reclamo y exijo que no esperemos más.
Reclamo que sigamos el paso de
universidades como EDP University quien desde 2017 auspicia el programa de
Salas de Lectura Antirracista y la iniciativa Cátedra de Mujeres Negras
Ancestrales en su sede de Hato Rey. Esta institución es la primera en la Isla
que se pronuncia como centro universitario en todos sus recintos para
conmemorar la muerte de George Floyd y recordarnos la muerte de Adolfina
Villanueva, ambas ocurridas por el racismo, en una actividad que se llevará a
cabo el 30 de junio.
Reclamo y exijo que sigamos el
paso de la Universidad de Puerto Rico que acaba de anunciar la
creación de un programa de Afrodescendencia de la mano de mujeres negras
ilustres como lo son la Dra. Marielba Torres y la Dra. Mayra Santos Febres.
Reclamo que, como próximos
pasos, el Departamento de Educación se inserte en la enseñanza de educación
antirracista, en las mejores prácticas para educar hacia la paz, en diálogos futuros
que impacten la niñez desde un currículo antirracista que se ha venido creando.
Sólo así podrá el
puertorriqueño entender el dolor de una persona negra consciente cada vez que
cantamos Preciosa y entonamos el verso “no importa el tirano te trate con
negra maldad”.
Solo así podremos entender que,
aunque muchos han explicado que la maldad no tiene colores, de manera insensata
y en automático, hemos cantado el verso en un lavado de cerebro que nos ha
tenido en trance por más de ochenta años.
Deseo cerrar mi participación
esta mañana diciendo estas palabras de la intelectual Dra. Marie Ramos Rosado: “La
historia del hombre y la mujer negra es la historia de todos los puertorriqueños.
Pero se nos ha educado para negar todas las aportaciones africanas que existen
en nuestra cultura”.
Finalmente, les regalo un último pensamiento:
Yo me amo y me afroamo
amaré y afroamaré a mis
hermanos de negritud
aquellos que reciben dificultades
del mundo
debido al racismo y los
prejuicios
aquellos que mientras más
oscuro son
más difícil se les hace
sobrevivir.
A ellos, a ellas y a mí va
todo este Afroamor.
Gracias.
NOTA:
Estas fueron las declaraciones de la reconocida
escritora y activista Yolanda Arroyo Pizarro durante una rueda de prensa convocada
por el Colectivo Ilé para denunciar el racismo y exigir que los medios de
comunicación cesen en perpetuarlo. En el foro participaron además la periodista
y escritora Gloriann Sacha Antonetty, la activista Kimberly Figueroa y la
antropóloga Bárbara Abadía, entre otras. Colectivo Ilé: https://www.facebook.com/groups/22732528997/?ref=group_header
Aquí el audio de lo expresado por Yolanda Arroyo Pizarro:
https://soundcloud.com/srcsandra/yolanda-arroyo-pizarro
Sobre
Yolanda Arroyo Pizarro:
Es una novelista, cuentista
y ensayista puertorriqueña que ha dedicado su vida a la publicación de libros
que denuncian y visibilizan enfoques que
promueven la discusión de la afroidentidad y la sexodiversidad. Ha ganado el Premio
Nacional de Cuento PEN Club de Puerto Rico en 2013 y 2018, por sus cuentos. También
es merecedora del Premio del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2012 y del
Premio Nacional del Instituto de Literatura Puertorriqueña en 2008, entre muchos
otros. Arroyo Pizarro es la gestora de
la Cátedra de Mujeres Negras Ancestrales, proyecto que alterna con la docencia
en EDP University y con su activismo social.
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