(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 22 de noviembre de 2017 - http://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/por-qu-dar-gracias/660054740 )
Mañana jueves se celebra el Día de Acción de Gracias, un momento en el que se supone que la familia se reúna y celebre las cosas buenas. Pero ante la realidad en que vivimos, arrastrando una depresión económica de una década, cuando cada día se va más gente del país y como si eso fuera poco, no acabamos de salir de la hecatombe que nos dejó el huracán María, me pregunto: ¿hay motivos suficientes para dar gracias este año?
¿Somos acaso los nuevos colonos, que como aquellos primeros peregrinos en Plymouth Rock, Massachusetts, supuestamente se juntaron con los indios y dieron gracias después de haber sobrevivido un invierno mortal en el año 1621? ¿Debemos someternos, y bajar otra vez la cabeza diciéndole al americano, ¨sí amito blanco, gracias¨ por tenernos en las condiciones en que estamos?
¿Debemos dar gracias por la lentitud en el recogido de escombros que atraen cucarachas, ratas y todo tipo de sabandijas a nuestras comunidades? Ah, quizás hay que dar gracias porque como el puesto de Secretario de Salud está vacante, el pueblo no tiene de quién seguir consejos o qué hacer para prevenir contagios de enfermedades. Tampoco se entera de la cifra real de suicidios. A lo mejor, debemos dar gracias porque no se sabe la cifra real de enfermedades contagiosas y las epidemias que hay, y por eso estamos felices siendo ignorantes.
¿O deberíamos dar las gracias por las muertes que no se dicen o no se quieren admitir? Es más, dar las gracias porque los trolls pagados y no pagados por el Gobierno que ahora les ha dado por atacar al Centro de Periodismo Investigativo y a la cadena CNN porque están investigando y revelaron que son más que las 55 cadáveres en el box score del gobierno. O agradecer a los imbéciles que le ladran a los periodistas serios y decentes que aún quedan en el país porque con sus ladridos demuestran que son bestias.
Quizás hay que dar las gracias porque Andrew Álvarez y otros nos advirtieron hace tiempo de que ¨algo raro está pasando¨ o que ¨venía una realidad alterna¨ cuando publicaron las fotos de cientos de ataúdes blancos almacenados en algún lugar del país. Quizás por eso es que ahora hay un montón de vagones tipo nevera rodeando al Instituto de Ciencias Forenses. A lo mejor son para que los empleados cojan aire acondicionado, no para ocultar cadáveres. Quizás estén para almacenar los pavos de Thanksgiving.
Mejor no, mejor debemos dar gracias porque reapareció la Secretaria de la Familia. Pero no fue para informar sobre los miles de viejitos abandonados o el paradero y estado de los miles de niños maltratados que supervisa su agencia. No. Debemos dar gracias porque vino a hablar del Black Friday y de que no se deben llevar menores a las tiendas. Brava.
Es más, creo que este año debemos dar gracias porque una americana vino a cerrar las escuelas, aunque estén listas para abrir y los niños se queden sin su derecho a estudiar. Se le agradece pagándole sus bonos y su contrato de $22,000 al mes y algunos hasta le ríen las gracias cuando dice disparates en su español goleta, porque para eso somos sumisos. Indígenas.
Quizás debemos dar gracias porque las ayudas no llegan, porque no se sabe realmente dónde están los millones de dólares que han donado, ni cómo ni quien realmente los administra. O a lo mejor, debemos dar gracias porque una lata de salchichas cuesta casi un peso y una caja de agua hasta $14, pero como el Secretario de DACO es un papisongo, con eso se conforma alguna gente.
No, mejor debemos dar gracias porque no hay material para que las brigadas de Energía Eléctrica, pero si hay chavos para contratos. Gracias porque no hay luz, ni trabajo, ni salud, ni tranquilidad. Sí, por eso esperan que demos gracias en el 2017. Gracias por lo que María nos dejó y sobrevivimos. Gracias por la palabra de moda: ¨resiliencia¨.
Estamos en la segunda etapa de la catástrofe, que es la peor, porque es la fase de la desorganización y la incertidumbre. Como ciudadanos nos toca intentar poner orden en nuestro interior y en nuestro entorno primero, para luego tratar de luchar contra las fuerzas externas de un gobierno que no sirve. En mi caso, por este caos descubrí dos cosas por las que sí daré gracias.
La primera es que descubrí que hay una fuerza superior que está manejando a Puerto Rico. Hay un plan maestro para destruir a este pueblo, para que la gente se harte y se vaya. Por eso no se explica nada, se niegan a rendir cuentas y llegamos al control total de las masas. El problema con los que mueven esos hilos invisibles que nos hacen sus marionetas, es que no contaron los miles de puertorriqueños que se han ido y son fuerza allá. Nos montamos en un avión, les invadimos sus estados y ciudades con nuestras costumbres, con los olores y la comida, con el reggaeton y el ruido, y somos una fuerza política capaz de alterar elecciones. De inmediato. Porque somos ciudadanos americanos no somos una minoría cualquiera y podemos votar ya. Eso era algo que no tenían contemplado en su esquema.
Y la segunda que descubrí es que ya llegó el Hercólobus. El fin está cerca, y mientras no se nos diga la verdad, seguiremos en las mismas, chocando contra la realidad. Y ahora le pregunto a usted, ¿por que daría gracias?
Lo que pasa parece sacado de The Shock Doctrine de Naomi Klein. Es como si siguieran el libro al dedillo. Vemos que pasa ante nuestros ojos. La rabia aumenta. Si hay que dar gracias es a los que en la crisis sacan lo mejor de sí. Y estos no están ni en la Fortaleza ni en el Capitolio.
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