Nota: esta columna fue publicada en Noticel el 16 de diciembre de 2015 - http://www.noticel.com/blog/184427/ruta-para-mejorar-la-imagen-de-puerto-rico.html
La imagen de Puerto Rico ante el mundo se ha
deteriorado como quizás nunca antes en la historia. Hasta hace unos años nos
veían como modelo de la industrialización para América Latina, como el centro
cultural del Caribe o la cuna de grandes exponentes como los Ricky Martin, los
Jlo y los Marc Anthony de la vida. Hoy el
gobernador abandonó el avión, no tenemos crédito, somos vistos como el eje de
traqueteros como Anaudi, nos llaman la
Grecia del Caribe y el FBI nos señala como centro de lavado de dinero y drogas
en la región, porque aquí, la corrupción parece ser un mal endémico.
Son pocas las opciones que tenemos. Se fue García Padilla y llegó Bernier como
anticipamos en este espacio En Blanco y Negro hace dos semanas . En el PNP es más de lo mismo
porque los tres candidatos que hay se han dedicado a velar quién administrará
la colonia en vez de a aceptar sus culpas y proponer cambios. El PIP, con María
de Lourdes Santiago, sigue en su eterno juego de sillas musicales, y los
candidatos independientes y los movimientos políticos nuevos luchan por que los
tomen en serio.
En el ínterin, la deuda sigue, los americanos
siguen saqueando como pueden a su colonia y nos culpan de todo, olvidando que son el titiritero que halan los
hilos que nos mueven como marionetas. Nos dicen, y con parte de verdad, que no
tenemos la capacidad de administrar su territorio no incorporado. Nos proponen
una junta fiscal o un grupo que en ambos casos, es un síndico, que administrará
obviando que aquí ellos mismos hicieron una Constitución en el 52. La máscara del
ELA se derrumba y se ve con claridad lo que somos: una colonia quebrada que ni
los mismos americanos saben qué hacer con ella.
Aquí la politiquería, la mezquindad de los
partidos y la corrupción predominan como el elemento principal, chupándose
nuestras fortalezas, lo positivo que tenemos como pueblo y destruyendo lo que
teníamos de imagen. Tenemos que reenfocar.
Esta crisis sostenida por las últimas décadas
nos obliga a empezar de nuevo, pero en lo que eso sucede, hay que actuar rápido. Tenemos que enderezar los entuertos ante el
mundo con rapidez para que la percepción pública negativa no sea lo que domine
sobre Puerto Rico en las próximas décadas.
Si no mejoramos la imagen a nivel global se nos
va la vida. Mientras la prensa europea, latinoamericana y estadounidense se
enfoca en la apertura y los cambios en Cuba, de Puerto Rico sólo salen noticias
de la crisis fiscal, impagos y redadas federales. Hace tres días el diario español El País reseñaba que los 14 países del
grupo de acreedores de Cuba les condonarán parte de su deuda externa. En cambio
ese mismo día The Washington Post repetía lo que han dicho más de 400
reportajes de la prensa internacional en lo que va de año, que en Puerto Rico
estamos en quiebra a merced del Congreso.
Ante tal gado de proyección nefasta, ¿qué se puede hacer? Lo primero es cambiar de
actitud. Aceptar que fallamos y que tenemos que cambiar las décadas de pensar
que la última deuda la paga el diablo.
De entrada hay que hacer una admisión de culpa.
Segundo, aceptar que tenemos que caminar unidos este trecho, por encima de lo
que digan los líderes de los partidos. Tercero, que es inaplazable, hay que
mejorar la proyección del país de modo que se atraigan inversionistas y se
genere el capital necesario para que la gente no se tenga que ir buscando
trabajo o quizás, a terminar como tantos, desempleados o deambulando fuera de aquí.
Las metas de comunicación son precisas: parar
la hemorragia, poner un torniquete y limpiar la herida. Hay que detener la fuga de talento, subir
nuestra autoestima, mejorar la imagen internacional, buscar aliados más allá de
los Estados Unidos y atraer inversiones económicas.
Pero para tener éxito hay que quitarle el
control de la proyección a la gente que está “quedá”. Dejar como estrategas a
los que siguen implementando las mismas tácticas de la época de Muñoz Marín fue
el peor error que cometió el saliente gobernante García Padilla. Lo peor fue
que teniendo gente buena en su entorno, dejó que su mensaje lo dominara gente
que se quedó en la etapa de cuando la televisión era análoga y no existía
Internet.
A nivel interno hay que volver a sentir orgullo de lo que somos y no pena por lo
que fuimos. Hay que eliminar esa sensación de frustración que emana de todos
los que se van y sus familiares que se quedan aquí. También hay que promover un cambio de actitud
y dejar la vagancia. O sea, que dejemos la actitud de que venga otro a resolver
por uno.
En el manejo de crisis en la comunicación tiene
que haber armonía entre la comunicación interna y la externa. Se dice afuera lo
mismo que aquí. En ese sentido, los medios de comunicación tienen un rol fundamental.
No es que dejen de cubrir lo negativo, pero que la ideología que transmitan sea
la de prosperidad, no la de caos. Y se debe evitar que predomine la autocensura
que está asfixiando las coberturas en los medios tradicionales.
Lo otro es que se tiene que obligar a los
candidatos a que acepten nuestro plan, en vez de dejarles a ellos y a los
partidos hacer los programas de gobierno de unos pocos. Los políticos son
nuestros empleados y se supone que ejecuten lo que nosotros queremos, no lo que
les convenga a ellos y a sus contribuyentes.
Esta muestra de pasos a seguir bien podría ser
el inicio de la ruta para mejorar nuestra imagen. Pero estamos tan sumergidos
en la cloaca política que nuestro problema de imagen ni lo reconocemos ni lo
atacamos. A la larga, nos va a tragar si no actuamos.
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