NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en el diario cibernético NotiCel el 23 de diciembre de 2015 http://www.noticel.com/blog/184715/marketing-politico.html
Ninguno de los siete aspirantes a la gobernación de Puerto Rico controla
las 4 variables principales del mercadeo para dominar en la contienda
del 2016. Ni Rosselló, ni Pierluisi, ni Bernier, ni Santiago, ni
Bernabe, ni Cidre, ni Lúgaro dominan las cuatro áreas del “marketing”
que son: el producto, el precio, la promoción y la distribución.
O tienen una, o tienen dos, o carecen de las cuatro, pero no hay uno
solo de los que quieren gobernar el país que posea esos atributos que
se buscan al momento de vender y promover productos.
Porque de
eso es que se trata. Los candidatos se fabrican y se venden como
cualquier producto ante sus consumidores. En sus campañas políticas usan
las mismas técnicas que se emplean para vender un refresco, una pasta
dental, un carro o una computadora. Se analizan los públicos, sus
gustos y preferencias, y entonces hacen lo indecible para que el público
esté dispuesto a consumir ese producto. El objetivo es cambiar el
aspecto emocional del consumidor o elector a base de calidad y emoción.
Esa fórmula no va a variar.
Una evaluación rápida de los siete candidatos demuestra sus
fortalezas y debilidades como productos. Los que son buenos productos,
tienen un precio o valor importante ante el país y sus seguidores, no
tienen dinero para promoción o no tienen la maquinaria que los ayude a
ir por todos los pueblos a dar su mensaje, o sea, no tienen la
distribución. No tienen representación en cada municipio que le sirva de
avanzada o pasquinadores y no tienen ni para guaguas de sonido.
Aquellos candidatos que sí tienen promoción y canales de distribución,
son productos inservibles porque el elector piensa que no su imagen no
es real, su valor es menor al proyectado o no les creen y por eso no
“compran” lo que dicen. Y hay otros que ni valor, ni producto, ni
promoción ni distribución tienen.
Como ninguno tiene las cuatro
variables para venderse como productos, tendrán que ingeniárselas para
vender sueños, imágenes y crear falsas expectativas que no podrán
cumplir a la hora de la verdad.