Hoy, que se
celebra el Día Nacional del Periodista, este noble oficio enfrenta una de las
épocas más retantes en la historia de Puerto Rico.
La
polarización política e ideológica entre las empresas mediáticas, el
crecimiento vertiginoso de la Internet que trae más competencia, las
reducciones en plantillas de periódicos y telediarios, la falta de apoyo a las
nuevas propuestas empresariales de periodistas del patio, la eliminación de
reporteros de radio para sustituirlos por comentaristas, y la falta de empleo,
son sólo algunos de los muchos retos que encuentra a diario el periodista
puertorriqueño.
Y como si eso
fuera poco, los periodistas se enfrentan cada vez más a retos oficialistas que,
gobierno tras gobierno, administración tras administración, tratan de limitar
accesos para coartar el ejercicio del periodismo y por ende, el derecho del pueblo
a estar informado. Antes fue la Ley de la Mordaza, o los golpes de macanas a
periodistas, o las más de 40 medidas legislativas que en un año se radicaron
para afectar el ejercicio periodístico en los años 90 y que combatimos con
éxito desde el Overseas Press Club y la Asociación de Periodistas de Puerto
Rico (ASPPRO) ante la Legislatura y los Tribunales.
Hoy se trata
del nuevo Código Penal, que con el pretexto de proteger a periodistas en
actividades públicas, en realidad le dan carta blanca a que las autoridades a
impedir la libertad de prensa. En su
artículo 243 el Código Penal dispone que: “(i)incurrirá en delito menos grave
toda persona que ilegalmente y sin propósito legítimo alguno, durante la
celebración de actos oficiales, obstruya intencionalmente la transmisión de
cualquier medio de comunicación, o la toma de imágenes fotográficas, digitales
o de video”.
Este artículo
permite, por ejemplo, que ujieres en las gradas del Capitolio impidan a
fotoperiodistas realizar su labor, como pasó el viernes pasado en un operativo
federal en Plaza Guaynabo en el que miembros de la Policía Municipal atacaron y
hasta arrestaron a fotoperiodistas que cubrían las incidencias. O como pasó en
la huelga de la UPR en el 2011 o durante el cierre del hemiciclo en el Senado
en el 2010.
El problema
con esta legislación, y como muchas otras que se disfrazan como protecciones
cuando verdaderamente son límites, es que no se trata de que afecten al
periodista o al medio noticioso. Afectan al país, al público, que no estuvo en
el lugar de los hechos, pero tiene el derecho a recibir la información.
Por eso es que hay que defender el derecho a la libertad de prensa y defender a los periodistas. No porque sean artistas como muchos se lo creen, por que sean del periódico que leo o de mi telediario favorito. No.
El periodista o
el informador es la persona que me representa como pueblo ante los hechos, y
que se supone que sea el que me diga lo bueno o lo malo que hacen los
políticos, las universidades, las empresas, las iglesias o cualquier
institución.
El trabajo del
periodista, más que un oficio que sirve para descubrir e
investigar temas de interés público, contrastarlos, sintetizarlos,
jerarquizarlos y publicarlos, se basa en unos principios éticos. El principal y
más importante, es el respeto por la verdad y la dignidad del otro. Tiene que
tener rigor en la búsqueda de la información para que sea veraz y verificable.
Un periodista que
logra conseguir información veraz y relevante que logra verificarla en tan poco
tiempo es una amenaza para los que mienten, roban o hacen cosas ilícitas.
Por eso es que
tanta gente ataca a la prensa o inventan leyes para limitar sus derechos: por
miedo a que la prensa descubra lo que hacen mal.
Y por más que se
critique a la prensa, la inmensa mayoría logra hacer esa función de informar
con brevedad y precisión, a pesar de tantos retos que tiene la clase periodística
en Puerto Rico. Por eso precisamente es
que hay que defender al periodista y el periodismo.
En fechas como la
de hoy, en las que se celebra el Día Nacional del Periodista, hay que unir
fuerzas para defender al gremio por encima de líneas editoriales, intereses
económicos o ideológicos de las empresas mediáticas y de las presiones del
poder, sea el Estado o cualquier otro sector.
¿Por qué se celebra el Día Nacional del Periodista? Se celebra para recodarle al país la importancia de defender a los que informan al público. Se celebra para que los periodistas reafirmen su compromiso con buscar la verdad y mantener informado al país. Sirve para recordar que los periodistas tienen que ser la voz, los ojos y los oídos de los que no los tienen, que deben dar a conocer las cosas tal y como acontecen en el país, especialmente ante los intentos de gobiernos o empresas de ocultar la información.
Esta fecha,
que da inicio formal a la Semana de la Prensa, se conmemora oficialmente desde
el 1992 cuando fue aprobada de manera tripartita y unánime en la Legislatura gracias
al empuje de periodistas comprometidos con el oficio, miembros de la ASPPRO. Todos
los años el Día del Periodista coincide o se celebra en la semana en que se
conmemora el natalicio del periodista César Andreu Iglesias, quien fue
escritor, político, fundador de varios periódicos incluyendo a Claridad y
organizador del gremio periodístico, entre otras facetas.
Como parte de
la tradición, los miembros de la junta directores de la ASPPRO, otros
integrantes de la organización y periodistas que no pertenecen a ningún gremio,
suelen acudir en el Día del Periodista a presentar una ofrenda floral ante el
Panteón de los Periodistas en el Cementerio de Isla Verde, ante el nicho de Andreu
Iglesias. Este acto
simbólico lo que representa es un tributo a los periodistas comprometidos con
la verdad, con la posibilidad de crear un mejor periodismo y un mejor país.
El buen
periodista, como dijo el colombiano Javier Darío Restrepo, es un apasionado de
la verdad. Y como dijo una
de mis reporteras favoritas, Christiane Amanpour “I believe that good journalism...can make our world a better place”.
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