Periodista independiente en Puerto Rico

Sunday, May 5, 2024

A palos, para que no protesten (OPINIÓN)

Con sobre 2,000 arrestados en las universidades, Estados Unidos envía el mensaje de criminalizar la protesta, una práctica ilegal que imitan aquí en Puerto Rico


Publicado originalmente en !Ey! Boricua con el titulo "A palo limpio contra los estudiantes, para que no protesten" y en SUBSTACK

A palos pa’ que no protesten. Les caen arriba a macanazo limpio a los alborotosos que montan casetas de campaña, los halan y tiran, y después los arrestan. Esta es la escena que hemos visto día tras día por más de una semana en todos los medios, pero no es en Puerto Rico. Ya no son los ‘pelús’ independentistas, ni los estudiantes de la UPR, ni los sindicatos, ni los ambientalistas. Ni siquiera es el Campamento Carey con Eliezer Molina. No señor. Son los “americanos”, en su inmensa mayoría blancos y ricos, y pasa en los United States of America.

La escena no puede ser, irónicamente, menos “americana”. Se trata del derecho garantizado por la Constitución a la protesta, y es la noticia que viene acaparando la atención mediática con un tema que quema a demócratas y republicanos por igual en pleno año electoral. Se trata de la respuesta de la generación universitaria a la política estadounidense que financia, permite y apoya un genocidio. El de Gaza. De eso se trata.

Pero también se trata de la sorpresa y la hipocresía. La hipocresía de los Estados Unidos que se jacta de ser la mayor democracia del mundo, siempre y cuando esa libertad no atente contra el establishment, en este caso, del poder sionista y americano. Esa misma tendencia se ve aquí. En Puerto Rico se habla de libertad, siempre y cuando no atente contra los intereses de quien mantiene el control y el poder político.

Por eso lo más irónico de las protestas que vemos en los medios es que son los hijos de los ricos quienes protestan. Sí, los ricos blancos que son los que pueden pagar los altos ‘tuition fees’ de las universidades Ivy League como Harvard o Columbia, y de ahí, después para el resto. Lo que ha estado pasado en más de 60 universidades en los Estados Unidos no sólo es histórico, sino que trae demasiados mensajes importantes para el planeta entero que está en crisis, que para muchos, podría ser el borde de una guerra mundial. 

Después de la pandemia, el mundo se ha enfrascado en una serie de problemas económicos y sociales intensos. Muchos han desembocado en guerras y muertes como lo que pasa entre Ucrania y Rusia, o aquí cerca, en Haití. Pero es Palestina e Israel lo que ha movilizado a la gente.

La invasión de Hamás en octubre, (que Israel supuestamente no vio venir, cosa rara dado los sistemas de inteligencia en ese país), provocó el peor de los escenarios para el pueblo ocupado de Palestina. El mundo entero ha sido testigo de la masacre a más de 35,000 palestinos, los bombardeos sobre hospitales, los niños ensangrentados, el hambre y la desolación. Viéndolo principalmente por TikTok y las redes, luego por las noticias y los medios. Por eso esta nueva generación se ha movido. Como hicieron los ‘hippies’ cuando el conflicto en Vietnam.

“Alguien nos tiene que salvar a todos de la Tercera Guerra Mundial”, decía en un “standup” el comediante estadounidense Sammy Obeid.

Pero es irónico que esa “salvación” sea a costa de la represión contra los propios estudiantes. Donde peor se vio fue en Columbia en Nueva York, en UCLA en California y en la Universidad de en Texas, en Austin.

En Texas, donde el gobernador Greg Abbot estuvo bajo fuego porque la policía se tardó más de una hora en intervenir en el tiroteo en la escuela en Uvalde donde murieron niños, no tardaron ni 15 minutos en ir a rajar cabezas y arrestar estudiantes universitarios. “Mierda, si tan solo hubieran movido así a la policía cuando asesinaron a mi hijo”, comentó uno de los padres de Uvalde, Brian Cross en X (antes Twitter).

En UCLA, sionistas atacaron el campamento estudiantil con fuegos artificiales en el medio de noche, y después, junto con la Policía, los rociaban con spray de oso, que es altamente irritante, obligado a los estudiantes a defenderse.

Pero por cada arresto, llegaban cinco o 10 adicionales a protestar.  El alcalde de Nueva York, Eric Adams, dijo que arrestaron gente que no eran universitarios. Y los congresistas, que no fueron bien recibidos en Columbia, volvieron a Washington a legislar. La retranca se vio en la aprobación bipartita en la Cámara federal del “Antisemitism Awaress Act” con el que convierten en ilegal cualquier crítica a los judíos.

Los estudiantes hacen un llamado al boicot, para que las autoridades universitarias dejen de invertir sus activos en empresas que benefician a Israel. Es el movimiento BDS, Boicot, Desinversión y Sanciones, como forma de presión no violenta sobre Israel. El BDS sostiene el principio elemental de que los palestinos tienen los mismos derechos que el resto de la humanidad. Fue la estrategia que se usó a principios del movimiento anti-apartheid en Sudáfrica.

La exigencia a Israel es simple: 1) Poner fin a la ocupación y colonización de todas las tierras árabes (Cisjordania, Jerusalén Este, Casa y los Altos de Golán que están ocupadas por Israel) y desmantelar el Muro; 2) Reconocer el derecho fundamental a la plena igualdad de los ciudadanos árabes-palestinos de Israel, y 3) Respetar, proteger y promover los derechos de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares y propiedades, tal y como fue estipulado en la Resolución 194 de la ONU.

¿Y por qué todo esto es importante para nosotros en Puerto Rico? Sencillo. Porque hay demasiadas similitudes. La represión trae muerte y eso no se puede tolerar.

Lo que ha pasado en Estados Unidos nos demuestra una tendencia cada vez más autoritaria de los gobiernos a utilizar el aparato represivo contra el que exprese cualquier descontento. Aquí lo vemos ahora contra los ambientalistas y eso no se puede permitir en una democracia. Se supone que haya libertad de expresión. La criminalización de la protesta es peligrosa sea en Texas, en California, en Nueva York, o aquí en Puerto Rico. Es cuestión de vida o muerte, literalmente.

 

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