(NOTA: Esta columna salió originalmente en NotiCel, el domingo, 9 de junio de 2019- https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/medio-lleno-o-medio-vacio-/1084636332#
Lo que vive Puerto Rico es agobiante y no resulta nada fácil ver algo bueno con tanta noticia mala. Cada vez que viene alguien con el estribillo de pensar lo bueno o buscar lo positivo, yo inhalo, cierro los ojos y me pregunto el siguiente reto: ¿miro el vaso medio lleno o medio vacío?
Empezamos la semana con una paramédico narrando en Facebook la hecatombe
que hay en salud cuando no pudo salvar una vida porque la ambulancia llegó
tarde, y terminamos con Donald Trump tuiteando que lo amemos porque
finalmente soltó los $1,000 millones que estuvo negando para la reconstrucción.
Entre medio de todo eso vimos las protestas de viequenses y culebrenses hartos por el caos; los maestros luchando por lo que queda de su retiro; una pesquisa
federal a empresa que instaló 58,000 toldos azules defectuosos y a la alcaldesa
de Canónvanas, Lornna Soto, diciendo con cinismo, lo que piensan muchos en el
gobierno: que la gente que todavía tiene toldos azules en sus casas es porque quiere.
Vimos esta semana a la prensa bajo asedio, los
carjackings subiendo igual que los casos de violencia de género. Vimos que se
gastaron $36,000 en un gallo de metal y ya van por casi
$205,000 en una Plaza de los Creyentes en medio del lío de los empleados fantasmas en el Capitolio, y el Procurador
General de los Estados Unidos dijo ante el Supremo Federal que el puesto de
Gobernador es inconstitucional si dicen que la Junta de Control
Fiscal también lo es. ¿Cómo se puede mirar el vaso medio lleno con tanta
bofetada a la dignidad de todos? ¿Hay algo bueno que rescatar de Puerto Rico o
esto ya se tiró a pérdida y lo que va a salir es otra cosa? ¿Qué cosa seremos?
¿Dejaremos de ser lo que fuimos o lo que creímos ser? ¿O es que acaso, la
verdad es demasiado dura de tragar?
Algunos dirán que es más fácil concentrarse en
lo malo, en las noticias negativas y que los medios siempre son
negativos. En gran medida eso es cierto, pero es que esos hechos ocurren. No
decirlos sería faltarle a la verdad. No publicarlos o comentarlos le hace un
flaco servicio al pueblo que tiene el derecho a enterarse. Además, como siempre
digo, en Puerto Rico existe un hambre por la verdad. La gente quiere saber la
que hay porque parte del problema que vivimos son las medias verdades y el ver
a los políticos en sus shows de transparencia mientras esconden contratos,
amigos y chismes.
La crisis que vivimos es real y tenemos que
encararla los que nos decidimos quedarnos aquí. Pero en la era de la posverdad y el capitalismo del desastre que se vive en Puerto Rico no es
fácil encontrar los rayos de luz que iluminen como pasar a la próxima etapa. Pero
están ahí. Es cuestión de buscarlos.
Sin embargo, también es verdad cuando alguien
se renueva o crea algo distinto. Cuando vemos la ilusión en las caras de tantos
jóvenes graduándose de escuela superior o de universidad esta semana y sus
familiares compartían fotos en las redes sociales. Ahí están esos rayos de
esperanza. Aunque salgan al desempleo o a la diáspora, se tiene la esperanza de
que algunos se queden y ayuden a levantar este pueblo. Y lo están haciendo,
aunque eso no trascienda con la misma magnitud de las noticias malas.
Lo bueno se ve cuando un empresario apuesta por
renovar su negocio para generar ventas, y en vez de cerrar ante la crisis,
encara sus miedos innovando. Vemos la verdad cuando se unen dos o tres mujeres
que quedaron desempleadas y formaron una empresa para dar talleres de
empresarismo, o cuando jóvenes abren una cafetería para competir con las
cadenas. Esas noticias no siempre salen, pero sí son importantes.
Esta misma semana se anunció la inversión de $1,500 millones para construir en seis hoteles en
Río Grande. Debió haber sido noticia de portada en todos los medios, porque
apunta hacia algo positivo, así que se encuentran. Las noticias positivas también son noticias y
se deben promover.
Hablaba el jueves de estos temas con el economista Gustavo Vélez y le pregunté: “Gustavo, ¿hay algún área que sea positiva para la economía, algo que dé esperanzas?”. Su respuesta me jamaqueó el alma: “No hay crecimiento orgánico en ningún sitio ahora mismo. Llevamos 12 años de continua caída, y aunque no hay claridad sobre cuáles son las industrias que van a sostener la economía de Puerto Rico, lo cierto es que hay algunos renglones emergentes”, me dijo.
Los economistas siempre contestan con frases
así. Emergentes, crisis, caída, crecimiento. Pero aún en lo malo, dejó ver que hay
cosas buenas que salen. Industrias nuevas que podrían tener la relevancia que
se necesita para impulsar la economía están ahí. Sólo es cuestión de apoyarlas.
Mencionó entre éstos sectores que tienen
estabilidad o crecimiento y que producen empleos al negocio del cannabis
medicinal que es una industria incipiente, pero con bonanza, que tiene toda una
infraestructura de producción, farmacias, médicos y otros aspectos que sigue
desarrollando. La gastronomía, y dentro de éste, la proliferación de pequeños
negocios como “Food Trucks” en zonas urbanas y chinchorros en las rurales,
abren nuevas posibilidades de autogestión y empresarismo.
El alquiler de propiedades para convertirlas en
hospederías tipo Airbnb, ante la necesidad de hoteles también crece,
al igual que muchos empresarios locales mirando oportunidades con la tecnología
blockchain. Igualmente, la exportación de servicios locales, amparándose en la
Ley 20, es un área, dijo. Veo también a los empresarios en los cascos urbanos
reinventándose, y a mujeres en comunidades creando sus microempresas, ya sea
vendiendo cosméticos o haciendo otros negocios que combinan con otros empleos.
La idea es no quedarse quieto.
Quizás no serán áreas que generen miles de empleos
como en el pasado hacían las fábricas, pero la realidad es que el mundo cambia.
Hay que ir adaptándose y creando cosas nuevas. Por eso, aún en todo lo malo que
nos agobia, apuesto por ver el vaso a medio llenar. Está en nosotros
levantarnos. De lo contrario, apaga y vámonos. Yo no tiro la toalla.
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