Tra, tra, tra.. “Jaltan” a tiros la guagua tipo
Cherokee en la que se paseaba uno que alguna vez subió al cuadrilátero vestido
de indio Cheyenne. No era la primera vez que lo tirotearon ni menos la que se
topó con armas o fuego o drogas, pero sí con una bala que le subió por el pómulo,
le rebotó no se sabe por donde, le traspasó equis vena, y como describió con el
mínimo detalle el director del Centro Médico, Dr. Ernesto Torres, lo tenía pendiendo
de un hilo.
Un hilo conductor que parecía sacado de la más
morbosa telenovela. Posible nebuleo, transacción de drogas o drogas en el
sistema. Se metió de la blanca y cargaba bolsitas, nueve dijeron, pero de eso
casi nadie habla, ni de quién o por qué le tiraron de verdad, si había un
contrato contra él o si sólo fue sin querer queriendo. Sea lo que fuera, el
tiro mató al chofer y a él lo dejó moribundo. Hubo dos que se entregaron por
presiones diz que de narcos que no querían que la Policía le siguiera
calentando los puntos. Y él, tumbado. Difícil se veía levantarse de ese nocaut
que provocó la pólvora.
Como pólvora, corrió como pólvora la noticia. Y
como tiburones cuando huelen sangre, los periodistas y editores atacaron la
presa del infotaintment ante la escasez de noticias en plena semana de Viernes
Negro post-pavo, post-elecciones cuando todos los políticos están de viaje y no
hay nada que reportar. El ataque a tiros del ex campeón de boxeo y la muerte de
su amigo fue titular.
Titular aquí y afuera. Interrumpieron
programación, dieron avances y fue primera por más de cinco días consecutivos.
Metro. Índice. Primera Hora. El Vocero. El Nuevo Día. NotiCel. Telenoticias.
Televicentro. Las Noticias. Radio Isla. WKAQ. NotiUno. Wapa Radio. Canal 6. 13.
24. 40. AP. Reuters. CyberNews. Yasta. El Goldo y la Pelúa. La Comay. Dando
Candela. Facebook. Twitter. Google. La madre de los tomates. Circo.
Circo fue lo que pasó y que sigue pasando desde
entonces para el asco de muchos que piensan que esos espectáculos no son de
aquí, sin ápice de decoro por la gravedad del asunto.
¡Ha sido herido de gravedad!, decían uno tras
otro mientras se veía el cuerpo en la camilla corriendo al Centro Médico y
empezaban las especulaciones. “Sus órganos no sirven”. “Sí sirven los órganos,
se pueden donar”, decían otros. ¿Se pueden donar órganos de personas con drogas
en el sistema? Lifelink corrió a dar declaraciones a la prensa para no perder
su mercado. Y antes de dar más detalles del caso, el médico sentenció: “Hay que
esperar por el hijo”.
Y el hijo empezó a decir que su padre estaba
vivo. Que si desconectan o que si no desconecta. Que si está vivo o tiene
muerte cerebral. “Movió una pierna”, dijo la hermana. Pero finalmente murió.
“Es mi hijo”, lloró la madre.
La madre de todos los funerales se preparó para
honrar a la víctima. Por allí desfilaron familiares, políticos, atletas y
muchos presentaos’. Mientras otros querían que el Secretario de Justicia,
algunos funcionarios y algunos ejecutivos del boxeo gritaran su nombre en el
velatorio para hacer bulla. Total, lo más que hubo fue escarceo, ruidos y
risas. El llanto, de la madre, se interrumpió por un baile cuando un niño
vestido de indio, bailó mientras daba puños al aire imitando al púgil y la
madre reía.
Clóset de chismes y peleas que se suscitaron
una tras otra. Entre el hijo y la abuela, entre un hermano de crianza y un ex
campeón, y entre mujeres que pelearon por el que no se paró. En la cartelera en
vivo no podía faltar en la escena de pasión cuando una despechada que estuvo
tres meses cheriando con el hoy difunto, entró, levantó el manto y le plantó un
beso en la boca del muerto. Los tres meses de relación con le dieron esa
autoridad a Cynthia Castillo. La antigua amante, Gloria Fernández, perdió el
caché y olvidando que la prensa le sacaría que era hermana de una famosa que
quien también tuvo sus días de trifulcas con un actor violento, puso el grito
en el cielo. Y las dos amantes del hoy muerto, ambas con ojos vidriosos que no
parecían de llanto, se entraron a trompones mientras la gente grababa las
imágenes en celulares y tabletas, o frente a las cámaras de televisión.
Cuatro canales de televisión transmitían en
vivo pero de pronto sacaron a los
periodistas de la cancha convertida en sacrosanto recinto para que la familia
estuviera unos minutos a solas con el cadáver. En realidad era para hacer el
ritual de santería. Y mientras, el hijo, como todo un machito, insistía ante
los reporteros que quería hacer una encuesta en todo el país para saber si lo
debía enterrar en Puerto Rico o en Nueva York. Al final, optaron por el tour
parecido al que hizo una vez Frankie Ruiz, y dijeron que se lo llevarían para
velarlo en Nueva York, en el Elcock Funeral Home. El-cock. Elocuente nombre
para una penúltima morada del muerto que una vez trajo gloria a los suyos, y
alegría a muchos. El-cock, nombre de la funeraria que fue como el muerto,
masculino, valiente, bravucón. Un varón.
En los funerales de los varones boricuas
matados casi siempre a tiros abundan los símbolos, pero en este no se vieron
camisetas con la foto del muerto y el consabido mensaje de “Siempre te
recordaremos” como suele hacerse en los entierros de la pobre gente pobre. De
esos en los que las lágrimas sí son de llanto. Tampoco se ubicó al féretro en
un ring, como uno esperaría, siguiendo la moda del muerto parao’ o el de
motora, pero sí fue un show. Un espectáculo.
Fue uno de esos espectáculos que los
blancusinos guaynabitos o sanjuaneros que sólo honran a la Madre Patria o al
americano juran que no son representativos de Puerto Rico. Para ésos que
piensan que Puerto Rico lo hace mejor, que aquí todo es culto y educado, ver
las peleas públicas entre familiares, ver a los que visten con leggins en
funerales y celebran entierros épicos, no son nuestros porque eso no es bonito.
Para esos se supone que de aquí salga lo lindo, a lo Ricky Martin y a lo
cualquier reina de belleza, aunque sean fabricadas de pies a cabeza. No, esa esa
cafrería en brote de la familia del éx púgil tenía a casi todo el país en un
ataque de negación porque representa eso que nadie quiere aceptar. Esos estilos
de los niuyoricans, de los que salen de caseríos, de barriadas, de Loisaida,
del Barrio o del Bronx, o de cualquier caserío que supuestamente son una
subcultura.
La realidad es que la llamada subcultura de la
cafrería es innata en los puertorriqueños. Todo el mundo criticó el funeral,
pero todo el mundo estuvo pendiente al mismo como si fuera un reality show, o
quizás un espejo de lo que verdaderamente somos. Como diría doña Jacinta Marín,
“en el país de cuatro pisos, los funerales son de cuatro pares”. Es nuestra
realidad aunque parezca sacada de la ficción.
Por eso hay hoy clamo por los dramaturgos, por
los escritores, por los creativos. ¡Roberto Ramos Perea! ¡Vicente Castro!
¡Carlos Ferrari! ¡Haced un cónclave por favor que esto no puede quedar en un
evento pasajero! Podría tener más éxito que “Puerto Rico Fuá”, que “El Entierro
de Cortijo”, que “Amor en el Caserío” o que “Amor en la Hamaca”. Quizás una
puesta en escena del “Velorio Boricua” del dramaturgo Juan González-Bonilla se
pueda adaptar a esta trama de la vida real tan oscura como mágica que ni Pedro
Almodóvar ni Gabriel García Márquez pudieron imaginar. La Guaracha del Macho
Camacho jamás tuvo esa dosis de mordacidad. El indiscutible ingenio y sapiencia
de Luis Rafael Sánchez palideció ante la realidad del verdadero Macho Camacho.
Y después de tantas burlas en vida por su
frenillo, de tantas risas por su exuberantes bailes o sus disfraces antes de
subir al cuadrilátero, de tantos aplausos y gritos por sus victorias. Después
de las especulaciones, de los informes médicos, las garatas entre ex amantes,
las peleas entre familiares y los chismes, llega inexorable el silencio del
sepulcro. La cristiana sepultura quizás lo deje descansar en paz. Se lo merece
después de tanto. It’s Macho Time…Segudoooo.
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