Es impresionante cómo hay tantos artistas puertorriqueños que son consistentes manteniendo viva la cultura y el arte, pero sin el apoyo de grandes empresas y medios (RESEÑA)

Al final de la obra (Foto SRC)
El jueves, esa maravilla de artista y ser humano que se llama Rauw Alejandro se preparaba para su ronda de conciertos en la isla como parte de su gira “Cosa Nuestra” y dijo algo que todavía retumba en mi mente. El reconocido cantante de música urbana y salsa dijo lo siguiente: “Puerto Rico tiene tanto qué ofrecer, tanta cultura, tanta cosa linda. Nosotros no tenemos que estar buscando nada afuera”.
Palabras contundentes de un artista que rompe récords a nivel global, que emocionan a cualquier boricua, pero que, increíblemente, en Puerto Rico no nos las creemos.
Algunos dirán que es la cultura, la tradición o el estatus político que nos implanta un chip de complejo de inferioridad que realmente no debemos tener. Lo cierto es que aquí tenemos muchas cosas grandes. Tenemos gente inmensa. Lo que falta es que nosotros mismos les apoyemos. Unas de esas áreas en las que más talento, gallardía y “cosa linda” se ofrece es en el teatro. Pero, como no se cuentan con los grandes presupuestos ni los equipos de mercadeo y publicidad, se hace cuesta arriba.
Por ese motivo, muchas veces la gente no se entera y se pierde los mejores espectáculos y el mejor talento, porque no se les da espacio en los medios para promocionarlos. A los artistas hay que entrevistarlos y darlos a conocer para que el público los apoye, y las empresas y gobiernos den el respaldo adecuado.
En todo eso pensaba anoche al finalizar la obra teatral “El Circo”, que se presentó en el Teatro Arriví en Santurce. La poderosa farsa cómica es un clásico del teatro del absurdo de uno de los grandes dramaturgos del siglo XX, Manuel Méndez Ballester.
A principio de la semana había publicado una reseña anunciándola, así que fui a verla con mi familia. El productor de la pieza es la Compañía Nacional de Teatro, y la obra fue adaptada y dirigida por el maestro Roberto Ramos Perea, quien siempre presenta obras clásicas gratuitas al público.
Tengo que admitir que me sorprendió. Ramos Perea logró presentar un espejo absurdo de nuestra realidad. Esta pieza poco convencional fue actualizada con un enfoque audaz y provocador. Esta comedia del absurdo, cargada de simbolismos y humor negro, se convierte en un espacio donde la risa nace de lo trágico, lo incoherente y lo grotesco de nuestra vida cotidiana.
SOBRE EL CIRCO
Reconozco que la pieza se escribió en otro
momento histórico, pero El Circo retumba con una vigencia inquietante. Reafirma
que Méndez Ballester supo explorar los bordes más
inquietantes del humor y la crítica social a través del teatro del absurdo. Temas
como el culto a la imagen, la banalización del poder, la política como
espectáculo y otros, en manos de Ramos Perea y el magnífico equipo actoral se
transforma en algo más que una faras. Es uan denuncia disfrazada de chiste.
La obra cobra nueva vida como un carrusel grotesco de personajes
desbordados por la incoherencia, la farsa política y las miserias humanas. El
Circo no es solo un espectáculo literal, sino una metáfora
salvaje de una sociedad que se repite, se confunde y se traiciona a sí misma. Aquí
el juego verbal, los símbolos y el caos reinan como protagonistas.
La puesta en escena logra un equilibrio tenso entre el exceso
visual y la densidad conceptual. Ramos-Perea no se limita a dirigir: orquesta
una experiencia sensorial en la que el espectador es constantemente confrontado
por la incoherencia de los discursos y la redundancia de los gestos,
obligándonos a reírnos, no sin cierta incomodidad, de nuestra propia
complicidad con el absurdo social.
EL ELENCO BRILLA
El elenco brilla por su entrega. Cada actor interpreta a su
criatura circense con una precisión que roza la caricatura, pero sin caer en lo
burdo. La expresividad física y la dicción, cuidadosamente exageradas, hacen
eco del espíritu del teatro europeo del absurdo, pero con una identidad
caribeña que le añade textura e ironía local.
Israel Solla y Astrid Ayala llevan la mayor carga
de la pieza como personajes principales y ambos demostraron una capacidad impresionante
para mantener el ritmo. Otras que sorprendieron con su excelencia fuero Cybele
Delado y Melissa Reyes. También me sorprendió mucho el personaje de Ugoh como
el extraterrestre, que estuvo genial. El elenco entero estuvo maravilloso
porque lograron transportar al público a ese mundo donde ridículo se vuelve
norma… y lo normal, casi una utopía.
Aunque fue escrita en otra época, El
Circo retumba con una vigencia inquietante: la manipulación
mediática, el culto a la imagen, la corrupción disfrazada de entretenimiento…
todo parece más presente que nunca. Ramos-Perea lo sabe y lo subraya sin
didactismos, confiando en la inteligencia del público.
El diseño escenográfico, aunque sobrio en elementos, se apoya en
una iluminación delirante y una paleta de colores disonante que potencia el
desconcierto. La música y los efectos sonoros, por momentos asfixiantes,
funcionan como recordatorio constante de que, aunque estemos en el teatro,
también somos parte del circo.
Con una escenografía deliberadamente minimalista, el equipo de diseño apoya la
experiencia con una iluminación delirante y sonidos que interrumpen, sacuden e
intensifican la tensión. Nada es gratuito. Todo apunta a desestabilizar la
comodidad del espectador.
Esta versión de El Circo no busca
complacer ni distraer. Nos lanza de lleno a una risa incómoda, un espejo
deformado en el que descubrimos que el absurdo, más que un estilo, es una forma
de vida que hemos naturalizado. Y en ese acto de revelación, el teatro cumple
su misión más profunda.
Queda claro que Méndez Ballester sigue teniendo mucho que
decirnos, y que Roberto Ramos-Perea es un canal potente para esa voz. El Teatro
Arriví se convierte así en una carpa donde lo grotesco es arte, y el arte,
crítica. Una
obra es buena cuando no solo nos hace pensar,
sino que nos hace reír para no alarmarnos de nuestra realidad. Eso fue
El Circo.
SOBRE LAS COMPAÑÍAS TEATRALES
Así como la Compañía Nacional de Teatro, en Puerto Rico podemos darnos el lujo de decir que tenemos grandes actores, productores y compañías teatrales que mantienen vivo el arte y nuestra cultura como pueblo. Pienso en Teatro del 60, o en el maravilloso actor y director Julio Ramos y sus proyectos como las obras con Marian Pabón. Julio estaba anoche viendo “El Circo” y apoyando a sus colegas.
Pensé en gente como Florentino Rodríguez y Producciones Aragua; en Anamín Santiago y sus múltiples proyectos, que dan la batalla y se autogestionan, sin recursos y sin el apoyo de las maquinarias de mercadeo. Pensé en gente como Ender Vega que ha sabido procurar espacios, pero hacen falta más producciones grandes como las que él hace. Pensé también en Joseph Amato, en Teatro Sol y Luna. en Teatro del Barrio, o en ese semillero de talento que florece constantemente y que se llama Teatro Breve, que simplemente son de lo mejor que da este país, especialmente las actrices. Son maravillosos.
En fin, son muchos actores, productores, directores y compañías del teatro que necesitan que público les respalde. Se requiere más espacio de promoción en los medios de comunicación para que las personas conozcan a sus artistas y puedan ir a apoyarlos. Los podcasteros también deben entrevistarlos para que las nuevas generaciones los conozcan. El teatro tiene que convertirse, por obligación moral, en una fuente de noticia regular para la prensa del país.
Y ya que en Puerto Rico no se producen telenovelas ni tantos programas de televisión como antes, a pesar de que las películas han aumentado, todavía son pocas. Así que nos queda el teatro como fuente inagotable del talento.
Así que desde esta esquina propongo que apoyemos a nuestros artistas en todos los teatros y foros del país. Vayan a ver El Circo. Todavía tienen funciones hoy sábado y mañana domingo, así como el próximo fin de semana. Son gratis. Ese teatro Arriví tiene que estar repleto de esquina a esquina porque el talento lo merece.
Bien
lo dijo Rauw Alejandro: “Puerto Rico tiene tanto qué ofrecer, tanta cultura,
tanta cosa linda. Nosotros no tenemos que estar buscando nada afuera”.


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