La obra teatral que ha sido éxito en España reúne veteranos de las tablas boricuas con talento joven en una extraordinaria combinación de risas e irreverencia (Reseña)
Las monjas "Santas y perversas" (fotos Facebook Compañia Teatral Aragua)
Una muy agradable sorpresa me llevé el viernes en la noche, cuando fui a ver el estreno de la obra Santas y Perversas, ante una sala repleta en el Centro de Bellas Artes de Santurce.
Intuía que sería buena, porque, semanas antes el comediante Víctor Alicea me había comentado del proyecto. Pero lo que yo no me esperaba era ver tanto talento joven en un tú a tú con veteranos de las tablas y del mundo del espectáculo, con un libreto tan irreverente que me hizo reír de principio a fin. La química del elenco con la complejidad de la trama fue realmente una sorpresa maravillosa.
Jonathan Cárdenas, Gerardo Ortiz, Víctor Alicea y Herbert Cruz |
La temática me hizo evocar mi niñez y adolescencia, ya que siempre estudié con monjas. Pero estas no eran monjas comunes ni nada cercano a las Hijas de la Caridad que yo conocía. No señor. Ver a primerísimos actores como Gerardo Ortiz, Herbert Cruz, el mismo Víctor Alicea y a Jonathan Cardenales en los papeles estelares, con hábito y cofias, pero con los labios rojos rojísimos, de entrada, lo jamaqueó todo. Estos grandes actores, con su humor perverso, obligan al público a tener agilidad mental para poder seguir su ritmo.
Igualmente me sorprendió ver los buenos que son los jóvenes talentos de George Santiago en el papel del inspector, y Carlos Piñero como Bob. Estos dos muchachos son excelentes y estuvieron a la altura de poder entrarle de frente a maestros como Ortiz, cruz, Alicea y Cardenales.
De principio a fin ese gran elenco se entregó a la maldad y al irrespeto que se les niega a los maduritos, como dijo el director Miguel Diffoot, presentando un espectáculo a la altura de los mejores escenarios del mundo.
De hecho, Puerto Rico es donde primero se presenta esta pieza después de España, donde se originó. Próximamente se presentará en México, según dieron, uno de los países con mayor tradición teatral en este lado del mundo. Así que eso demuestra la tenacidad de productores boricuas como Florentino Rodríguez que logró los derechos para presentarla con tanto éxito aquí.
La obra, escrita por el dramaturgo José Warletta, explora con un cinismo perverso que te arranca las carcajadas, los distintos matices de la feminidad encerrada y acorralada en el claustro de un convento. Son cuatro personajes mordaces, que se van revelando poco a poco con una facilidad desdeñosa para presentar la realidad de mujeres que dicen ser monjas y cómo disfrazan sus realidad ante los investigadores de un crimen.
La pieza aborda temas como la hipocresía social, el deseo, el sexo, la represión y la autoaceptación usando la ironía y el contraste, con diálogos ágiles y referencias actuales. A lo largo de la obra se va entretejiendo la trama con música, chismes y mucho cinismo. El juego de luces y sombras a lo largo de toda la pieza es como otro personaje que añade capas al texto de esa obra.
Ya mencioné la excelencia de los jóvenes George Santiago y Carlos Piñero, pero vamos a los veteranos. Comienzo con el personaje del primerísimo actor Gerardo Ortiz como la Madre Abadesa. Una no sabe si es española, francesa, mexicana o británica porque Ortiz va de acento en acento, pasando por el boricua con una maestría y una mordacidad terribles. Verle con esos labios rojos y ese vozarrón, es un espectáculo en sí. Tremendo.
Víctor Alicea hace de Soledad, una monja sorda que te mata de la risa. Conociendo bien a la comunidad sorda en la que vivo a diario, tengo que decir que este personaje fue extraordinariamente bien logrado. Hay momentos en que uno piensa que de verdad es sorda, con los gestos tan irreverentes que arrancaban las risas de todo el público.
Jonathan Cardenales hace de Urzuri, una monja vasca que, con todo y barba, dice ser religiosa, pero es una maquiavélica y calculadora que lleva el ritmo de la trama, para darle cohesión al texto y apoyar las maldades de la Madre Abadesa y las suyas propias. Es genial porque no se ríe en la pieza, pero todo lo que dice y hace es graciosísimo.
Sobre Herbert Cruz es difícil escribir porque todo el mundo sabe lo talentoso y gracioso que es este artista, pero en el personaje de Constanza, literalmente, se la come. La monja ciega que es pintora es una genialidad. Su coreografía a lo Michael Jackson en Thriller, me mató. Todavía me río de recordarla.
Todas estas monjas representan esa dualidad entre ser santas y perversas, como se nos exige a todas las mujeres en esta sociedad contemporánea. Creo que por eso esta obra se adaptó tan bien a nuestra realidad boricua, porque de las mujeres siempre se espera algo distinto a lo que suelen (solemos) ser o queremos ser.
Pero para lograr comunicar todo esto, no cabe duda de que se debe a la excelencia en la dirección de Miguel Diffoot. Logró un balance entre la crítica social y la comedia auténtica. Con temas bien profundos, que nos hacen pensar en los roles de género y las presiones que vivimos las mujeres, y un humor sin fin, Santas y perversas logra un gran balance que aprecia la audiencia.
En general, se elogia la química entre los actores, la frescura de los diálogos y una ejecución que logró conectar con el público boricua, combinando carcajadas con una sutil crítica a temas sociales.
Lo único que lamenté de esta pieza fue que sólo se presentará por dos fines de semana, y se lo dije al productor Florentino Rodríguez. Siento que es muy injusto que después de tanto trabajo y sacrificio para presentar algo con gusto, bien producido y con un elenco espectacular, lo justo sería que permaneciera más tiempo en cartelera. Pero sé que esto no es un problema de Rodríguez, sino del sistema teatral en Puerto Rico.
Hacer teatro en este país es una hazaña que merece el mayor de los respetos de todo el mundo porque no es fácil. Todo se le hace más cuesta arriba a los productores y directores, por eso se puede decir que son tan buenos, porque con tan poco respaldo del gobierno y tantos retos que la economía les presenta como industria, o sector, se hacen maravillas.
Aquí deberían tener más teatros disponibles para que las obras se puedan presentar como mínimo un mes entero y más personas puedan ir a verlas. En general, debería haber una política pública que apoye a los productores y artistas a tener más exposición. Pensaba en la época, por ejemplo, en la que se hacían funciones vespertinas para llevar estudiantes de las escuelas públicas y colegios del país. Quizás se podría hacer lo mismo con hogares de envejecientes o clubes sociales.
Santas y Perversas se presentó del 15 al 17 de noviembre y regresará el próximo fin de semana con funciones del 22 al 24 de noviembre, en la Sala Experimental del Centro de Bellas Artes de Santurce.
Hace falta más tiempo, porque el talento puertorriqueño es grande. Esos actores que estuvieron en Santas y Perversas, deberían seguir presentándola por varias semanas adicionales porque francamente, fue excelente. Mucha más gente merece ver esta pieza. Me encantó de verdad.
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