Periodista independiente en Puerto Rico

Saturday, January 20, 2024

Crónica: Agradecidas

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN SUBSTACK

Ya estamos en Guaynabo después de todo el día en San Juan, en las Fiestas de la Calle San Sebastián, y quiero narrar dos cosas importantes que vivimos hoy. Dos cosas importantes que decir. La primera:  que compartí con gente que quiero mucho. La segunda: que Mariela tuvo un percance de salud, pero el trato de los empleados del Municipio de San Juan fue tan extraordinario, que nos enterneció. La pasamos bien porque a pesar de eso, nos disfrutamos las fiestas y saludamos a tantos amigos, que eso también es parte de la razón de ser de esas fiestas.

Primero, que en la mañana fuimos a visitar a Pilar y a mis amigos en Puerta de Tierra. Estuvimos allí en su apartamento, y llegaron unos amigos de los Campamentos, y la pasamos divino, como siempre. Pilar ahora se va a postular a asambleísta como independiente, así que me chavé y no podré compartir como antes porque se metió en la política, pero como somos amigas hace años, en mi corazón solo hay cariño, agradecimiento y los mejores deseos de que logre su cometido. Será buena, porque es buena.

Caminamos hasta San Juan viendo tanta gente en son de alegría que era contagioso. Hacía tiempo que no bailaba tanto en las calles como esta vez. Cuando llegamos a la Plaza de Armas, nos topamos con otros amigos. Estaban unos exalumnos del Colegio San Vicente, y el representante Luis Raúl Torres, quien se postulará como independiente. Conversamos un rato, porque hacía tiempo que no nos veíamos. Fue él quien me dijo que había un quiosco allí mismo en la plaza, donde las frituras estaban más baratas que lo que decían en las redes sociales y hasta allí llegamos.

Mariela estaba antojada de un bacalaíto. Fo. A mí no me gusta, pero ella se los papea. Era gigante y sólo costó $5.00 no los $8.00 que decía Facebook.  Yo recordé la high, por aquello de que vi exalumnos del Colegio, y me compré una empanadilla de pizza y un refresco. La pasamos divino. Había un “baile de época”, es decir, del siglo 19. Muy hermoso.

Mi hija Mariela y yo

De ahí partimos a la San Sebastián, saludando amistades. Paramos a abrazar y besar a Charles Juhaz en la Casa de Los Contrafuertes. Mariela lo adora, porque es uno de sus mentores, y teníamos que hacerlo. Esperamos un rato en la plaza porque dijeron que iba a llegar Eliezer Molina, pero el sol picaba y nos enteramos de que los sordos estaban activados en la sede del Instituto de Cultura, así que nos fuimos para allá, después de saludar los colegas de Telemundo.

La pasamos divino, como siempre, con la comunidad sorda. Ada Monzón nos vio y compartimos con ella. Ella aprovechó e hizo un Facebook Live de esos sordos artesanos, y yo estoy bien agradecida porque eso los ayuda a vender sus cosas y generar ingresos. 

Vimos después al cantante Fofé y le dije “te amo”. Increíblemente, al rato, el venía con sus padres y se lo había dicho. Yo venía con mi hermana de la vida, Mayra Santos Febres, y charlamos un poco. Mariela, por su parte, saludaba a compañeros artistas de la Escuela de Artes Plásticas que estaban vendiendo sus trabajos. Yo, agradecida porque ya ella vio que puede y debe hacer lo propio para el año que viene.

Abrazamos a José y a Mayra, descansamos un rato y cuando salíamos, nos topamos con Deborah Martorell y Frankie, y yo, super contenta y agradecida de verlos. Son amigos queridos también. Mariela se tomó un helado del señor dominicano del carrito en la esquina, al que siempre le compramos cuando hace calor infernal.  Todo iba bien, cuando de pronto, Mariela empezó a marearse y le dio una pequeña convulsión de las que le da cuando está exhausta.  Creo que el calor ya nos estaba haciendo efecto. Así que empezó la aventura real.

Caminamos por detrás de la tarima, mientras tocaba La Ponceña, y yo iba agarrando a Mariela y bailando al son “de La Ponceña le ha cantado a todo el mundo, ahora le toca al bailador”. Me quedé con las gabas de bailar con un bailador, pero, no había de otra. Agradecida estoy de que por lo menos los escuché.

Llegamos caminando hasta el Museo de San Juan en la Norzagaray, donde el Municipio tenía una de las estaciones o centros de salud. Y aquí pasó una maravilla. Por eso tengo y quiero narrarlo.

Tan pronto mencioné lo que le pasaba, nos recibieron y el trato fue tan y tan excepcional, que no tengo palabras para agradecerles. No fue sólo con Mariela. Era así con todo el que entraba. Una muchacha que se mareó. Otro muchacho que vomitó. Un nene que se golpeó un hombro. Una señora mayor que se le dobló el tobillo. En fin, eran muchos, y el trato fue tan extraordinario que me enterneció en lo más profundo del alma.

Mi hija se recuperó rápido.

El personal que recibe a los pacientes para llenar expedientes, y los paramédicos, son divinos. Bien amables. Los y las enfermeras son amores de verdad, y los médicos que vi, de verdad que estaban bien comprometidos. Agradezco específicamente al enfermero Andino y al Dr. Rivera porque de verdad que fueron bien cariños y atentos. Rápido le pusieron un suero a Mariela, y eso la ayudó muchísimo. Después, al salir, paramédicos nos llevaron hasta el antiguo Casino, así que Mariela no tuvo que caminar. En ese camino vi a lo lejos a Eliezer Molina y a Pedro Cardona Roig y los saludamos desde el carro. Nos detuvimos en el Casino, y ahí, a caminar.

Nos fuimos lentas hasta la altura del Ateneo, pero Mariela se cansó, así que intentamos tomar un taxi. El carro estaba en Puerta de Tierra, casi a la altura de donde está el edificio del Partido Popular. Lejos. Tengo que decir que ninguno de los 4 taxis que pedimos nos quisieron llevar.  Sin embargo, fueron los empleados del Municipio de San Juan quienes dieron la milla extra.

Cotto, que era un empleado que trabaja hace años, tomó la batuta. Me acordaba de él de la época de Sila Calderón, y después él se fue con Betito Márquez, pero ahora volvió a San Juan. El llamó de nuevo a los de Emergencias Médicas, que nos llevaron hasta mitad de camino, porque debían regresar a atender una emergencia, entonces Cotto y sus ayudantes nos escoltaron hasta el carro. Ya estaba oscuro y no había iluminación en Puerta de Tierra.

Narro todo esto porque es importante que se sepa. Se lo expresé al alcalde, a quien le envié un texto. El me dijo que le extendería el agradecimiento al director de Salud del municipio. Le di las gracias.

Yo conozco a Miguel Romero desde antes de que entrara al gobierno como secretario del Trabajo hace años. O sea, hace mucho, mucho tiempo. Desde que se hizo alcalde he fiscalizado consistentemente y seguiré fiscalizando los graves problemas que tiene de inseguridad, prostitución masculina y venta de drogas en las playas, y el daño ambiental, porque las comunidades me lo informan. Es una realidad innegable, pero hacerlo no me nubla el entendimiento, para decir cuando hace algo bien hecho, y tengo que decir que el extraordinario despliegue de personal en San Juan ha hecho que estas fiestas sean especiales.

Honestamente hacía años que no veía una organización así. Yo he venido a la SanSe desde la adolescencia. Todos los años. Como periodista, también, las he cubierto desde la época de Héctor Luis Acevedo, pasando por Sila Calderón, Jorge Santini y Carmen Yulín. Todos tuvieron aciertos y desaciertos, pero lo que vi hoy fue todo como en los mejores momentos. Quizás el mejor o uno de los dos mejores hasta ahora.

Los empleados municipales velando que no cayeran papeles en el piso, para recogerlos. Tenían personal controlando en los baños. Todo se limpiaba. Había seguridad en cada esquina. Pero quizás, lo que más me sorprendió fue la amabilidad de todo el personal. No vi a nadie “apestado” ni molesto. Por el contrario, todos felices, saludando o despidiendo a los miles de personas.

Estoy segura de que hoy San Juan se abarrotó. Los sábados siempre son los días más concurridos, pero hoy botaron la bola. Los estacionamientos de Covadonga y Doña Fela se llenaron antes de las 10 de la mañana, y antes de la una de la tarde, ya el estacionamiento del estadio Hiram Bithorn se había llenado a capacidad. Había mucha gente. Por eso es importante decir las cosas buenas que vimos. Espero que mañana en el cierre, sea tan glorioso como hoy.

Le agradezco a todos esos empleados el sacrificio que hacen para que tantos miles de personas pudiéramos disfrutar el día, los artistas vender sus piezas, los comerciantes hacer su dinerito y todo el mundo feliz. Todo fue muy bueno, pero lo más que agradezco, fue el trato con mi hija, que ya está súper bien.

Decía el novelista y crítico literario francés Marcel Proust: “Seamos agradecidos con las personas que nos hacen felices; ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer nuestra alma”. Hoy mi hija Mariela y yo agradecemos a esos encantadores empleados del Municipio de San Juan que llenaron nuestras almas de flores.

Sandra Rodríguez Cotto

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