Periodista independiente en Puerto Rico

Monday, January 8, 2018

Calidad de Vida

(NOTA: Esta columna fue la primera del 2018 en NotiCel. Se publicó el 2 de enero - 
http://www.noticel.com/opiniones/calidad-de-vida/680570333 )


Con el nuevo año muchos se estarán planteando la idea de irse de Puerto Rico a buscar una mejor calidad de vida. Calidad de vida. Esa es la idea, el sueño que a veces se logra encontrar y muchas más no. La mayoría de los que se van de aquí nunca la encuentran, porque no se les hace real a menos que cambien sus metas. Otros, fingen tenerla, pero si se miran bien, tienen que admitir que no la encontraron nunca.


¿Y qué es calidad de vida para los puertorriqueños? El otro día conversaba con mi amigo Bernardo y su esposa y los tres coincidimos en que, para ciertas personas, se reduce a tener dinero, comida y tranquilidad. Para muchos significa guiar por carreteras lisas sin cráteres, como las que hay en los grandes expresos en los Estados Unidos, y llevar a sus hijos a escuelas lindas con facilidades modernas. Para otros es tener trabajo y no escuchar tiros a lo lejos. O no tener que hacer filas de horas largas para encontrar gasolina como le pasa a los viequenses, o simplemente tener electricidad, algo que todavía hoy carece más de la mitad de la población puertorriqueña. Pero si miramos bien vemos otras realidades.

Si calidad de vida representa tener que dejar de ser lo que se es, pues entonces, esa calidad de vida no es para mí.


Yo respeto profundamente al que tiene que tomar la triste decisión de irse de Puerto Rico porque no tiene opciones. Emigrar no es fácil. Con ver las dantescas escenas de familias llorando en el aeropuerto cuando se separan, se comprueba el dolor de tener que irse a ser parte de la mal llamada diáspora. [Repito, no es diáspora sino emigración forzada por el coloniaje y la crisis económica que no cede paso]. Cada día se van más puertorriqueños y a cualquiera se le rompe el corazón ver cómo se vacía la isla y permitimos que esto continúe así.


A los que no respeto, y francamente detesto, son a los que se van y tan pronto pisan suelo fuera, empiezan a hablar mal de Puerto Rico. Les da con criticar lo que abandonaron y a decir que allá todo es mejor.  ¡Hipócritas! ¡Imbéciles!


¿Por qué no combatieron aquí lo que ahora juzgan desde el exilio? Esos que critican suelen ser los más embusteros del mundo. Son los que tienen dos y tres trabajos que posiblemente aquí nunca hubieran aceptado, pero allá los toman porque no hay de otra.  ¿Cuántos de los que critican desde allá, están ahora trabajando recogiendo cultivos en fincas en horarios de esclavos y sin beneficios marginales, limpiando baños como conserjes, o siendo meseros? Sé que el trabajo honra y dignifica, pero pregunto ¿por qué no aceptaban ese tipo de puestos aquí? Ni siquiera los buscaban aquí por guardar las apariencias y por el qué dirán. Es que el puertorriqueño es bien orgulloso. Y coprófago.

Esos son los que suelen tener tres trabajos, viven ajorados y tienen que guiar por horas en largos trayectos, para llegar a sus trabajos. Llegan y viven en pocilgas, como si fueran deambulantes, o en moteles de mala muerte, o hasta debajo de puentes, pasando hambre, con un frío pelú, y añoran tener cerca a su mamá o a sus hermanos, a sus amigos a estar en esa soledad constante. Algunos logran alcanzar sus metas. Y sí, logan estudiar y consiguen viviendas decentes, pero siempre hay un vacío. Sueñan con el Puerto Rico que dejaron, y no tener que aguantar los malos tratos de jefes y vecinos que no soportan a los nuevos “latinos” que vienen a usurpar sus puestos. Porque son eso. Tienen sus banderas, y son puertorriqueños, pero para los demás son iguales a los mexicanos o a los venezolanos. Se convierten en esa masa que es la más grande minoría étnica que son “hispanics”.


Y eso lo saben los que se marchan, pero no lo admiten jamás. Por el contrario, se hacen selfies diciendo que todo es bello. Es la nueva versión de la novela Usmaíl del ilustre Pedro Juan Soto. Hay que conocer nuestra historia.

Eso no es calidad de vida para mí.


Calidad de vida es poder estar pelao', pero puedes ir a casa de un familiar a comer. Es tener a tus hijos en la escuela, así rota y fea como está, pero que comparten y conocen a todos los demás niños a sus padres. No como aquellos en los Estados Unidos que van a escuelas lindas que tienen 12 y 13 salones del mismo grado, y es imposible conocerse todos porque son un número más. Es tener a los abuelos cerca y verlos. Es abrazar a tus hermanos porque están cerca.


 Calidad de vida es poder tomarte una cerveza fría bajo una palma en la playa. Es poder "janguiar" con amigos en la Placita, ir al Día Nacional de la Salsa o al Festival Casals, o ver a Raymond y sus amigos, pero no por cable TV, sino en la calle, y te saludan como si te conocieran. Es toparte con un Ricky Martin bailando plena en Santurce.  Es ver las montañas reverdeciendo después del huracán. Es llegar a un pueblo, roto, y abrazar al que lo perdió todo, sin conocerlo, pero te es familiar. Es el olor a un buen sofrito y escuchar las campanas de la iglesia del pueblo a los lejos. Es tener cosas simples como estar cerca de los tuyos y saber dónde vas. Es conocer, sentirte parte de, no un "other". 


 Y sí, hay hoyos en las carreteras, escuelas rotas y corrupción de los políticos, pero es lo tuyo. Lo que combates si eres inconforme o lo que aceptas si eres parte del sistema y del problema, pero es tu entorno. No eres extranjero. Es tu realidad.


 Los que se van porque no les queda más remedio, tienen que irse a empezar de cero. Van a hablar otro idioma, a conocer otra gente, a comer distinto, a respirar otro aire, a no ver más a diario el verdor y los colores de aquí.  Y eso sí que se extraña una vez se está lejos. Créanme.


 Aunque se viva en una comunidad de muchos boricuas, los ves como tú, iguales a ti, y te sientes bien, pero en el fondo, no es lo mismo.  No estás en tu tierra ni con tu familia. Eso no es calidad de vida porque siempre añoras lo que no tienes. Por más feliz que se esté, por mejor trabajo que se consiga o por más lindo que sea el lugar donde se vive, siempre se es extranjero. Aunque seas ciudadano americano, es otra tierra distinta. No es la tuya, donde creciste.


 Por eso recuerdas lo tuyo. Lo que dejaste, aunque lo niegues y critiques desde Facebook. La mayoría de los puertorriqueños que se han tenido que ir a vivir fuera de este pequeño archipiélago, lo saben. Lo sienten. Por eso se desesperaron tanto y se desbordaron en enviar ayudas a nosotros los de acá, después del huracán María. Porque les duele no estar cerca. Por el maldito exilio que los separa de los suyos.


Para mí, calidad de vida, es tener la mayor riqueza, que es la familia y los amigos cerca. Y reconozco que cada persona tiene el derecho y la libertad a escoger la calidad vida que desea y está dispuesto a tener, porque, a fin de cuentas, es algo individual. ¿Cuál calidad de vida escoges tú?



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