Vino, habló, anunció y se fue en cuestión de horas, pero lo que no se dice es el mensaje implícito de esta visita del presidente de los Estados Unidos.
Hacía un calor infernal, típico de esa época del año en
Ponce, que se agrava especialmente a semanas de un huracán. Todo el mundo hablaba
de eso en la brevísima y tan anunciada visita del presidente de los Estados
Unidos, Joe Biden. Pero el mandatario vino, habló, anunció cosas y en puso pies
en polvorosa en cuestión de horas. De lo que no se habla es realmente es de lo
que él no dijo. Su mensaje implícito fue mucho más elocuente.
Biden suele ser simpático y se le critica por la confianza que se toma y ser hasta toquetón con la gente. Aquí sonrió, prometió cosas importantes, abrazó a unos cuantos, y más que nada, demostró la cautela del gobierno americano en el paso de tortuga que ha sido la reconstrucción de Puerto Rico en los últimos cinco años.
Es obvio la desconfianza ganada por la corrupción local, el odio casi ancestral de la administración Trump y la lentitud de los federales hacia las necesidades de los de aquí. Biden quiere atender ese desfase y eso fue lo que trascendió.
En su visita de pisada de mosca Biden federalizó la reconstrucción del sistema
energético lo que el gobierno de Puerto Rico al nombrar a la secretaria federal
de energía a cargo de ese proceso, pero lo que no dijo fue qué pito toca, si
alguno, la Junta de Control Fiscal. La misma junta que nombró Obama cuando él
era vicepresidente, que ha fastidiado tanto a los puertorriqueños, ni se mencionó.
De hecho, ¿había allí alguno de los miembros de la Junta? Si había alguno, me
disculpan porque no se vieron.
Se sabe que por sus puestos, que allí estarían junto a Biden el secretario de Estado Omar Marrero y el director ejecutivo del COR3, Manuel Laboy. Pero, honestamente ¿Cómo se atrevieron a estar ambos allí, si son las dos personas culpables de la lentitud en la reconstrucción? Laboy y Marrero les han dado largas al proceso y el gobierno federal les pide cuanta explicación pueden. ¿Qué callaron esos dos ante Biden, no después que se fue, sobre su inacción?
¿Alguien ha dicho de qué era lo que se reía tanto Cari Pierluisi? ¿Por qué la pavera? ¿Sería que alguien le hacía chistes o sería que le llegaban ideas a la mente de como harán negocios los amigos de la casa y cómo se gastarían los millones?
Allí también estaban los miembros de LUMA con camisetas de colores anaranjados. Nadie dijo nada. Cuando la exalcaldesa de San Juan Carmen Yulín Cruz se puso camisetas con mensajes en el viaje de Trump en el 2017, un montón de trogloditas le cayeron arriba, olvidando la libertad de expresión. ¿Y quien ha dicho algo sobre los de LUMA?
¿Ha dicho algo LUMA de la vergüenza de que le nombren a la secretaria federal para que esté a cargo de levantar el sistema eléctrico? No, para ellos todo está bien.
Por cierto, Biden saludó a la unión de LUMA. ¿Se imaginan si el saludo hubiera
sido a la Utier? ¿No es ese saludo una vuelta a los años del 1920 y 1930 cuando
las uniones americanas querían eliminar a las de aquí? ¿Se repite la historia, ahora
con una unión patronal que tiene raíces en la Uitice?
Por cierto, ¿alguien sabe cuánto le paga LUMA a la unión? Tampoco se dice.
Biden separó unos minutos para abrazar y elogiar a la congresista puertorriqueña de más “seniority”, Nydia Velázquez. No dijo nada de Jennifer González. ¿Será JGo la próxima congresista con “seniority” si da el brinco al Partido Demócrata?
Los populares, incluyendo al alcalde de Ponce, bien gracias. Inconsecuentes, realmente. De hecho, hasta guaguas del Departamento de la Vivienda llevaron grupos de personas a zonas “VIP” junto a figuras como el senador Gregorio Matías a manifestarse por la estadidad, pero nadie dijo por porque no había seguidores de otros partidos grupos allí también en el VIP, manifestándose.
Pero son muchas cosas más que no se dijeron. Me quedo con la duda de por qué había tanta gente con las camisas blancas. ¿Sería por un mandato del Servicio Secreto, o sería un símbolo como aquel de “Paz en la paz” cuando el gobierno compartido de Luis Fortuño y Aníbal Acevedo Vila, o sería que buscaban la buena fortuna, a ver si les tocan los chavitos federales. El tiempo lo dirá
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