Periodista independiente en Puerto Rico

Sunday, February 27, 2022

Ucrania y Puerto Rico no es en blanco y negro

 (NOTA: Esta columna fue publicada el domingo, 27 de febrero de 2022 en Ey Boricua - https://eyboricua.com/opinion/elementor-37340/)

Lo que pasa en Ucrania, como lo que pasa en Puerto Rico, no es algo tan en blanco y negro. No es un caso de buenos versus malos. No hay santos ni pecadores. Como pasa con todo en la vida, hay muchos matices de gris entremedio de las cosas. Igual hay asesinos sanguinarios en Rusia dispuestos a invadir y matar para quedarse con el control de otras tierras como los hay en los Estados Unidos.

La única diferencia es el packaging, es cómo se mercadea el empaque, para hacerlos lucir menos malos. En eso, Estados Unidos tiene la delantera. Al menos, entre ellos mismos se lo creen.

La muerte es la consecuencia más atroz de cualquier guerra, y el control, la ambición y las ínfulas de superioridad son capaces de cegar a cualquiera. De ejemplos así está llena la historia, y en gran medida, es un poco lo que se ve a leguas en el comportamiento guerrerista de Vladimir Putin.

Putin siempre ha sido belicoso. Lo demuestra su pasado en la KGB (o la entidad que le sucedió que se llamaba Servicio Federal de Seguridad). Fue uno de los que ideó y promovió la guerra de Chechenia y su actitud pendenciera, arrogante y totalitaria fue más que evidente en Siria.

Por eso es difícil creer su mensaje de que Rusia está defendiendo la soberanía de Donetsk y Luhansk en la frontera con Ucrania. Aquí hay mucho más. Es una polémica de años que se detuvo cuando se lograron los acuerdos de Minsk, pero Ucrania nunca fue pro-Rusia. Menos aún ha podido reducir la influencia de los ucranianos neonazis que tienen vínculos con los Estados Unidos, y Rusia tampoco ha logrado que la OTAN y Estados Unidos honren el acuerdo de no pisarle los talones. Es decir, el no tener bases militares en territorios aledaños.


Le dieron a Putin la excusa perfecta para invadir Ucrania que fue decir que Rusia tiene que proteger su territorio. En eso Putin tiene razón. Si fuera China o la misma Rusia que quisiera poner una base militar o hacer ejercicios en México, los Estados Unidos lo verían como una agresión a su soberanía. Ver a una potencia respirándole tan cerquita sería algo que jamás lo permitirían los americanos.

Pero de ahí a decir que es Putin democrático, hay un largo trecho. Igual para con su contraparte americano. El que diga que Joe Biden defiende la democracia es ciego, miente o es un absoluto ignorante de la realidad.

Estados Unidos, en algunos casos junto a la OTAN, otros por cuenta propia, usaron ese pretexto de defender la democracia para invadir Iraq, Libia, Somalia, hasta Panamá y Granada. En Afganistán estuvieron 20 años con el objetivo de desmantelar Al Qaeda, negarle una base segura de operaciones a los talibanes y rehacer la nación, pero fallaron miserablemente. El 30 de agosto pasado las fuerzas armadas de Estados Unidos salieron corriendo en un espectáculo bochornoso que se vio en la televisión, y les entregaron el país precisamente a los talibanes. Miles de millones le costó al erario estadounidense ese evento y miles también han sido las víctimas afganas y estadounidenses.


Lo que nos tiene que hacer pensar en qué rol juega Puerto Rico en todo esto, si alguno. Ahí tampoco no hay nada en blanco y negro. Hay también muchos grises.

Rápido una piensa en los miles de jóvenes puertorriqueños que están en alguna rama militar, que son los primeros que activan. La historia tiene ahí la valentía de los soldados boricuas que han sido la carne de cañón en las guerras americanas. Ojalá que no se pierdan vidas en este proceso.

Entonces se reflexiona sobre los paralelismos. Haciendo la salvedad de que en Puerto Rico no hay un escenario salvaje como el que vive hoy pueblo ucraniano, sí enfrentamos muchas de las mismas disyuntivas que viven los pueblos marginados ante las potencias militares.

Somos un archipiélago intervenido y ocupado militarmente hace 124 años. Las tropas americanas no llegaron en fiesta, ni por invitación como dijo Norma Burgos. Esto no fue un party en el 1898. Vinieron tirando cañones para tumbar a los españoles. Impusieron aquí la enseñanza del inglés y sus sistemas.

Con el tiempo, el pueblo se fue adaptando. Eso no significa que no hubiera oposición, pero los nacionalistas aquí fueron silenciados.

Hoy, en el 2022, estamos americanizados. Aplacaron cualquier diferencia, y han obligado a casi todos, tanto al pueblo como al sector privado, a vivir del mantengo. Sea en la Tarjeta del PAN para familias pobres o en el mantengo corporativo a través de financiamiento o contratos con el gobierno. Pocas son las entidades privadas que nunca han dependido del gigante que es el ELA. Por eso y por la ineficiencia
que fomenta la corrupción es que llegamos a la quiebra en que estamos.

Por esa actitud es que tenemos gobernantes y legisladores que viven regalando playas y terrenos, que reviven el barril de tocino, y que hacen a sus amigos ricos con contratos, mientras que la inmensa mayoría del pueblo no tiene futuro. Los obligan a tirarse a la calle para buscar empleos. Y encima, el gobernador les promete, pero con fondos no recurrentes. Por eso ya el Centro para la Nueva Economía vaticina que volveremos a la quiebra pronto. Es con esa malas costumbres y corrupción que nos impusieron la Junta, que hasta los otros días tenía como directora ejecutiva a una descendiente ucraniana, Natalie Jaresko.


La pregunta clave es, ¿qué vendrá después? ¿Seguirá el mundo en vilo, con la economía afectada? ¿Se podrá vivir aquí con tanta inflación? ¿Qué pasa si esto escala? Ya múltiples sectores y expertos en geopolítica apuntan a que el planeta ha entrado en una especie de nueva guerra fría entre las fuerzas de la democracia y el autoritarismo. La mayor diferencia entre la antigua guerra fría y esta es que el autoritarismo que se veía en Rusia, se apoderó del Partido Republicano bajo Trump, es obvio. ¿Podrá Biden con el empuje? ¿Cómo eso afectará a Puerto Rico?

Lo cierto es que no se trata de villanos vs. héroes porque aquí el poder y la soberanía de muchas naciones ha estado en riesgo antes. Esto lo saben bien los países en vías de desarrollo que han sido colonias de las metrópolis o han estado bajo sus yugos económicos.

Hace dos días el embajador de Kenia ante la ONU, Martin Kimiani, lo denunció en la cara de varios miembros del Consejo de Seguridad Nacional que ahora condenan de Rusia lo que ellos mismos llevan haciendo hace años. A ese consejo pertenecen países como Estados Unidos y el Reino Unido. Igual dijo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando adelantó que planteará ante ese Consejo que se condene “cualquier invasión de cualquier potencia”. “Queremos que se respete la independencia de los países, la soberanía de los pueblos”, enfatizó el mandatario mexicano.

Todo aquel que tenga algo de sensatez y humanidad tiene que rechazar las invasiones, las intervenciones militares y las guerras. El respeto a la autodeterminación de los pueblos es un derecho humano. No puede haber tonos de gris cuando se trata de exigir un mundo tranquilo, humano y en paz.

Sea en Ucrania o sea en Puerto Rico.

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