Periodista independiente en Puerto Rico

Monday, February 21, 2022

El miedo a los pendejos es la pura verdad...


Desde noviembre del 2021, más de la mitad de la urbanización donde vivo en Guaynabo tiene las calles destrozadas. Hay sendos letreros en cada entrada, que, con letras grandes y flores genéricas hechas en Photoshop, aseguran que van a asfaltar. El detalle que es no te dicen cuándo. Rimbombancia política para anunciar que usarán un montón de miles de dólares en fondos federales, pero esto parece Mogadishu después de un bombardeo.

Si uno camina entre las calles y las aceras, es como si estuviera en un campo minado. Sube y baja de tanto roto, piedra suelta, fango, cables y porquerías que dejaron. Pero para los que miran desde afuera, ven letreros lindos y piensan que esto es como en Las Ramblas o Quintas Reales, sólo que en esta urbanización no viven cabilderos ni políticos ni personalities. Habemos muchas madres jefas de familia, unos cuantos matrimonios jóvenes y muchos, muchos viejos y retirados.

Los letreros esos los colgaron a principios de diciembre, tres días antes del arresto federal del exalcalde Ángel Pérez, imputado por corrupción. Rompieron y asfaltaron dos calles, pero todo se detuvo. Pasamos así Nochebuena, Navidad, Despedida de año, Reyes y Octavitas. Seguimos así pasado San Valentín.

Par de días antes de la primaria cuando apareció un montón de gente buscando el puesto de alcalde, reaparecieron por arte de magia las grúas, los trabajadores, el ruido y el polvorín. Volvieron a romper más calles, volvió el ruido mañanero, el polvorín y los trabajadores, pero otra vez, dejaron todo así. Todo se detuvo de nuevo.

La junta de la urbanización informó, para colmo, que van a seguir dejando abiertos los portones de acceso día y noche. No importa la violencia y la criminalidad, pero sí hay que evitar que algunos vecinos desesperados, les metan cantazos a esos portones con los carros porque dañan los motores. Eso cuesta y sale del pote de las cuotas de mantenimiento, que no todos quieren pagar. 

También dijeron en un email que tengamos paciencia, que hay que esperar a que el nuevo alcalde, Edward O’Neill revise o investigue o qué sé yo que vá a hacer en los contratos de Obras Públicas Municipales, a ver si esto se hizo bien. Y mientras tanto, todo sigue igual. Jodido.

Producto de esos nuevos rotos en las vías, había partes en que la urbanización se convirtió en una especie de Splash Mountain, con chorros y chorros botando agua. Tuvieron que venir brigadas de Acueductos a reparar en varias ocasiones. Cortaban el servicio por par de horas en cada reparación. Y el agua, mezclada con el fango de la brea rota, han creado un babote que cuando llueve, no tiene descripción.

El cable TV de Liberty se fue a juste también, porque lo cortaron cuando unas grúas se pusieron a hacer más rotos en las calles principales. Mis papás que viven en mi misma calle, estuvieron sin cable ni Internet por más de tres semanas. Finalmente, ayer vinieron a reparar, aprovechando que las calles están rotas y sin reparar hace tiempo. Rotas no, destrozadas.

Hace como unas cuantas semanas, con las lluvias intensas que provocaron inundaciones en gran parte del país, sentí temor, ya que en esta urbanización hay casas que dan hacia el río Guaynabo, y empezaron a ceder. Aunque no me afecta donde vivo, pensé en esas familias que están luchando desde que eso comenzó desde el huracán María, gracias a que el gobierno estatal y el municipal permitieron construcciones ilegales, tapando ríos y quebradas para hacer urbanizaciones como una que se llama Rotonda o algo así, cerquita al Walgreens de Plaza Reales, y donde acaban de rellenar porque abrieron un supermercado Pueblo.

Y así llegué al día de hoy. Tenía una reunión por zoom que tuve que cancelar esta mañana, porque hoy se fue la luz gracias a una de las múltiples averías de Luma. Aquí se va un día sí y otro no. Desde que hicieron urbanizaciones nuevas aquí cerca, esto se fastidió, y en parte, porque el sistema está jodido eléctrico como en todo el país.

Entonces pensé que, entre el fango, el tener que esquivar rotos para que las gomas del carro no se sigan rompiendo, la luz y el Internet intermitentes, y encima, con la gasolina y todo más caro, esto está bien malo. Playas privatizadas, salarios de miseria, una Junta que es corrupta, gobernantes y políticos que nos endeudaron hoy los vemos de lo más campechanos como analistas en la televisión, y les rinden pleitesías.

No hay para intérpretes de señas, ni para atender a los viejos abandonados, ni para evitar tragedias por la violencia, pero sí hay dinero para escoltas. Entre eso, y tener que soportar la politiquería, la mediocridad en los medios que aplauden al que baila o tira preguntas bobas, pero joden a que cuestiona, me puse a pensar que aquí no hay quien viva.

Están bien enfocados en su meta de lograr un Puerto Rico sin puertorriqueños, y es bien difícil luchar contra eso. Después de todo, como una vez declamó el cantautor argentino Facundo Cabral, el miedo a los pendejos existe y es real. No hay forma de cubrir semejante frente. Son muchos y son peligrosos.

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