Periodista independiente en Puerto Rico

Saturday, July 5, 2025

‘Shh, cuidao, que nadie nos escuche’: Bad Bunny y la ciudadanía americana

 Mientras el gobierno celebraba el 4 de julio; Bad Bunny sacó su nuevo vídeo con la icónica imagen de bandera de PR en la Estatua de la Libertad

Imagen por !Ey! Boricua

‘Shh, cuidao, que nadie nos escuche’.  En minutos termina el 4 de julio, fiesta de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, y acá en la colonia caribeña imperan las contradicciones de siempre. La gobernadora, haciendo gala de la novela de amor de Jgo y Yovin se daban un beso de lengua frente en el patio de La Fortaleza, pero no era como siempre.

Era una Fortaleza cubierta por enormes banderas de los Estados Unidos, recordando las fotos viejas en blanco y negro en los libros de historia. Era lo que se veía en las primeras décadas de la invasión americana, cuando el gobierno estadounidense venía a imponerse aquí.

Mucho antes de los nacionalistas guerreros, perseguidos, encarcelados o asesinados y de los estadolibristas de la paz y el pacto social, los americanos ponían esas banderas grandes y hacían marchas. Casi siempre con gente del NAVY y después con congresistas invitados. Pero en este 4 de julio de 2025 por el Malecón de Cataño, hubo parada, batuteras y presencia militar, honrando a los veteranos de la Guerra de Vietnam.

Y yo me pregunto lo mismo de siempre, ¿cuántos de esos políticos allí en ese templete son capaces de dar su vida por esa bandera enlistándose en la milicia? Casi nadie. Y no me refiero a los estadistas del pueblo que vota, sino a los políticos y jefes de agencia que dicen ser estadistas. Creen en la unión americana pero no están dispuestos a dar su vida por ella. Estoy clara. Bastantes veces que le cuestioné a Pedro Rosselló, a Carlos Romero Barceló, a Luis Fortuño y un montón más de penepés sobre eso.  Así cualquiera. ‘Si tú lo' quieres, lo tienes que mover’, como dice Bad Bunny.

A Cataño llegaron jueces del Tribunal Supremo, legisladores, alcaldes, jefes de agencia, doncitos y doñitas vestidos de pies a cabeza con la bandera americana, y gente que fue a celebrar. Y mientras se apagaba el último eco de los fuegos artificiales y los mensajes desde el templete, quedó una resaca de ironía y un silencio que aturde. El gobierno del Partido Nuevo Progresista celebró la fiesta de la independencia estadounidense con un fervor casi estatal, como si la unión permanente ya fuera un hecho consumado.

CIUDADANÍA EN PELIGRO

Lo que ese liderato sabe y no se atreve a decir es que detrás de la pirotecnia y los desfiles, se esconde una peligrosa contradicción, una que amenaza la misma esencia de la ciudadanía que dicen querer consolidar. El silencio sepulcral impera cuando se trata de hablar de los cambios que propone el presidente Donald Trump a la ciudadanía estadounidense por nacimiento.

Sí hay algunos comentaristas estadistas que han dicho algunas cosas por radio, pero las masas penepés no saben nada. Es como si los líderes quisieran mantener el silencio para que la gente no entienda lo que se podría perder. Esa ciudadanía que ellos dicen defender pende de un hilo si dejan al presidente americano. ‘Shh, cuidao, que nadie nos escuche’

LO QUE QUIERE TRUMP

Trump ha propuesto reinterpretar la 14ª Enmienda para que el simple hecho de nacer en suelo estadounidense ya no sea garantía de ciudadanía, exigiendo que al menos un padre sea ciudadano o residente legal.

¿Y cómo afecta esto a Puerto Rico? Aquí la trama se complica. La ciudadanía estadounidense de los puertorriqueños no emana de la Constitución, sino de una ley del Congreso de 1917. Es estatutaria, no constitucional. Si la ciudadanía por nacimiento, anclada en la propia Constitución, puede ser cuestionada por una orden ejecutiva, ¿qué destino le espera a una ciudadanía otorgada por una simple ley?

Si se debilita el principio fundamental del jus soli (derecho de suelo) en los estados, se abre una caja de Pandora que podría, en un futuro bien cercano, poner en tela de juicio la ciudadanía de los nacidos en la isla. El riesgo es existencial, especialmente para los estadistas que tiemblan de miedo y por eso callan para no tener que explicarlo. Shh, cuidao, que nadie nos escuche

Los PNP parecen dispuestos a ignorar el riesgo existencial a largo plazo por el espectáculo a corto plazo. Es una apuesta peligrosa con el futuro de todos los puertorriqueños, celebrando en Cataño, mientras se agrietan los cimientos de sus promesas ideológicas.

Los del Partido Popular Democrático, no están muy lejos. Aguardan en un silencio cómplice, atrapado en la defensa de un estatus territorial que es precisamente la raíz de esta vulnerabilidad. Denunciar el peligro sería admitir la fragilidad del ELA.  Mientras, el Partido Independentista Puertorriqueño tampoco ha hecho de este un caballo de batalla, perdiendo una oportunidad de oro para ilustrar los peligros de la subordinación colonial.

GRITO DEL MARKETING



Pero donde la clase política calla, el arte grita. También el marketing. Mientras ondeaban la bandera de Estados Unidos en Cataño, en todas las redes sociales, celulares y medios lo que la gente miraba y comentaba era la icónica imagen de la bandera de Puerto Rico en la frente de la Estatua de la Libertad

Pero no eran los Young Lords en el 1977 ni mi amigo Tito Kayak en el 2000, como le explicaba yo a mi hija en la mañana. Era Bad Bunny, cantando en su vídeo oficial de la canción Nueva Yol. Es obvio que él ya tiene que empezar a mover la maquinaria de los conciertos que dará en el Choliseo a los que pagan por ir a verlo.

Por eso yo no podía dejar de pensar en las ironías de este 4 de julio de 2025. Un gobierno colonial arrodillado, escenificando su lealtad desde Cataño y el artista más global del momento, Bad Bunny, afirmando la identidad boricua, compleja y desafiante. Era como una bofetada visual cargada de ironía: la monoestrellada arropando la Estatua de la Libertad. La bandera de Bad Bunny en la estatua no es una súplica por la estadidad; es una afirmación de existencia, un recordatorio de que estamos aquí, con nuestra bandera y nuestra voz, en el corazón del imperio.

El perreo intenso versus el silencio intenso. Nuestra clase política calla y eso es un síntoma de la profunda crisis del liderato político, que parece más preocupado por sus propias parcelas de poder y sus complejas lealtades partidistas que por el bienestar y la seguridad jurídica de la gente. Pero es que 108 años de tener una ciudadanía que no es nuestra, quizás ya llegó el final.

Y en política, como en la vida, el que calla, otorga. ¿De quién es la libertad y, en última instancia, de quién es la cuna? Yo digo que de nosotros.

 

 


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