Premios Nacionales del Instituto de Literatura Puertorriqueña a las mejores obras de literature y periodismo |
Roberto Ramos Perea ya puede dar fe de que soy una llorona cuando me
emociono de verdad. Los que me conocen bien, saben que es así. Lloro de alegría.
Cuando algo totalmente inesperado y bueno me sucede, reacciono así y no puedo
contenerme. Lloro y me río. Un estudio de la Universidad de Yale dice que esto
le pasa a la gente que se siente desbordada por emociones fuertemente positivas,
y que, de esa forma, se recupera la tranquilidad. Yo diría, que así es que paso
el susto.
Ese excepcional dramaturgo, uno de los mejores que ha dado este país, me
conmovió de una manera indescriptible y totalmente sorpresiva, cuando me envió
un mensaje de texto que yo no entendí. Juraba que me “texteaba” acerca del chat
aquél de los políticos en WhatsApp, pero él me escribió: “No, es del premio”.
Menos entendí. Entonces hablamos por teléfono y ahí fue que supe.
Roberto me llamó para informarme que yo recibiría uno de los Premios
Nacionales del Instituto de Literatura Puertorriqueña, a las mejores obras de
literatura y periodismo publicadas en este país. Pensar que se premiaba lo
mejor de la literatura en nuestro país, me tiene todavía elevada.
Específicamente me conferían el premio Bolívar Pagán por mis escritos –
ensayos y columnas de opinión – que fueron publicadas en el diario digital NotiCel
durante el 2016, año mismo en que recopilé casi todas esas obras en mi primer
libro “En Blanco y Negro con Sandra”. Esa noticia me la dio hace unas semanas, y
anoche fue la ceremonia de premiación, en el Ateneo de Puerto Rico. Todavía
estoy desconcertada por ese honor.
Debo confesar que, desde esa llamada, e incluso hasta este momento, sigo sorprendida. Felizmente sorprendida. Es un lauro indescriptible porque a veces siento que escribo y escribo, hablo, y opino, y no pasa nada. El país sigue como sigue. Los medios siguen cada vez peor. El periodismo serio y vertical más asediado por la inmediatez, la falta de ética, la politiquería y la propaganda. Sufro mucho porque sé que hay muchos periodistas y personas en los medios tratando de luchar contra la corriente para hacer un trabajo de calidad y respeto hacia el pueblo, pero las fuerzas del mercado, la economía y la política van cerrándoles espacios, tapando las bocas o amenazando sus sustentos. Por eso predomina lo superficial, y no se hacen las preguntas importantes.
Sé, porque lo he vivido como periodista y también como relacionista, que
vivir fielmente la ética es duro en Puerto Rico. El ser librepensador, y a la
vez, tener criterio propio te hace blanco de ataques. El expresar las opiniones,
peor, porque rápido te tildan de lo que no eres, especialmente en términos políticos.
Si eres fiel a la verdad, te cierran puertas, te atacan y tratan de mancillar
tu esencia, pero hay que seguir. No se puede parar porque Puerto Rico necesita
como nunca la verdad y la diversidad de criterios. Hablar de lo que no se habla,
y no tener miedo a decirlo. Por todas
estas cosas es que me siento profundamente agradecida del premio, porque siento
que premian no necesariamente los escritos, sino el arrojo de decirlos, el valor
de publicar sin miedo en el Puerto Rico actual.
No pasa inadvertido tampoco para mí, el hecho de que fui la única mujer premiada. Mujer y negra, que habla desde su realidad y así ve el mundo, algo que no es cosa común ni se destaca en los distintos ámbitos de esta sociedad. Destaco además el gran honor que siento al estar entre tan excelentes investigadores y escritores como lo son los otros premiados: Arturo Echavarría, Jan Martínez, Roberto Ramos-Perea, Rafael Aragunde, César Salcedo Chirinos y muy especialmente, mis queridos amigos, Silverio Pérez y el periodista Benjamín Morales. Más que nada, me tocó el corazón el hecho de que esta edición representa el octogésimo año en que se seleccionan las mejores letras.
El Instituto de Literatura Puertorriqueña es una institución autónoma,
afiliada a la Universidad de Puerto Rico, y está compuesta por
los presidentes o delegados de la Universidad de Puerto Rico, el Ateneo
Puertorriqueño, el Instituto de Cultura Puertorriqueña, la Academia de la
Historia, la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, la Academia de
Artes y Ciencias, el Departamento de Educación y el Gobierno de Puerto Rico.
Todas las instituciones culturales antes mencionadas han sido muy afectadas por
nuestra situación actual, pero persisten en su misión de unirnos y de ser la
espina dorsal de la fibra puertorriqueña.
El Instituto lleva 80 años evaluando todo lo que se publica en Puerto
Rico y selecciona lo mejor como parte de su encomienda de estimular y divulgar
las letras puertorriqueñas. Esto cobra singular importancia en momentos como el
que vivimos todos en el Puerto Rico de 2018, en medio de una crisis económica y
social, y tras la devastación que nos dejó el huracán María. En nuestra
realidad actual, el arte en todas sus manifestaciones, especialmente en las
letras, tiene que defenderse y por eso es que esta distinción me emocionó
tanto.
No es fácil escribir y hacer arte cuando gobierno tras gobierno van cortando
fondos a la educación y las bellas artes. Tampoco es fácil hacerlo en un país
en el que los medios de comunicación le dan prioridad a todo lo que sea
temporal, superficial, y muchas veces chabacano, para evitar que la gente
piense. Irónicamente, la creación artística y literaria ha florecido más que
nunca en estos momentos históricos porque son la fibra de todo pueblo. Y la
literatura en todas sus manifestaciones, demuestra con singularidad que no sólo
es diálogo y puente entre nosotros, no sólo nos hace aprender o entrar en razones,
sino que también es nuestra memoria y nuestro espejo como pueblo. Sabiendo todo
eso, no puedo menos que señalar la importancia del Instituto de Literatura
Puertorriqueña y de estos premios.
Por todo eso, humildemente le doy las gracias a los miembros del jurado
por esta sorpresa que de verdad no me esperaba. Gracias al Instituto de
Literatura Puertorriqueña y a su presidente Dr. Ramón Luis Acevedo.
En lo personal, agradezco grandemente todas las muestras de apoyo
recibidas. Señalo específicamente a los amigos que llegaron hasta la premiación
y me honraron con su presencia: mi querido José Fidalgo; mi amiga solidaria desde
la universidad, Margarita Maldonado; Edwin Pagán, que me honraste con tu
presencia; y mi tío postizo, el eterno consejero de todo Rutgers University,
pero también de New Jersey, Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, Héctor
Bonilla. Como siempre, gracias a mi familia por estar y por ser, a Papi, a Mami
y a mi amada hija Mariela.
Este fue un premio que no esperaba y que de verdad me tomó por sorpresa.
Roberto me vio llorar, pero que sepa él y todos que esta gran distinción me
anima a seguir mi norte de continuar escribiendo, relatando los hechos tal y
como acontecen y como los veo, y aportando, desde donde sé y como puedo, con
todas mis fuerzas, a mi Patria.
Sandra D. Rodríguez Cotto
16 de marzo de 2018
Premios nacionales del Instituto de Literatura Puertorriqueña a las
mejores obras de literatura y periodismo
|
1.
Premio de Literatura
en la Categoría de Creación:
1) Primer premio: Libro “La isla en el
horizonte” del escritor Arturo Echavarría, publicado por Ediciones Vaso Roto.
2) Segundo premio: Poemario “De tanto
mirarte la espuma” del poeta Jan Martínez, publicado por Ediciones Isla Negra.
3) Mención honorífica: Obra teatral “Por
maricón. El proceso por sodomía contra José Sabat y Francisco Colombo en 1842”
del dramaturgo Roberto Ramos-Perea, por Publicaciones Gaviota.
2.
Premio de Literatura
en la Categoría de Investigación y Crítica:
1) Primer premio: Libro “El
desconsuelo de la filosofía”, del escritor Rafael Aragunde, publicado por
Ediciones Callejón.
2) Segundo premio: Investigación “Sin
delitos delitos ni pecados. Clero, transgresión y masculinidades en Puerto
Rico 1795-1857”, del historiador César Salcedo Chirinos, editado por
Publicaciones Gaviota.
3) Mención honorífica: Investigación histórica
“La vitrina rota o ¿qué carajos pasó aquí?”, del escritor y artista Silverio
Pérez, publicado por Ediciones Callejón.
3.
Premios de
Periodismo Bolívar Pagán:
1) Primer premio: Sandra Rodríguez
Cotto por sus escritos y reportajes sobre medios de comunicación, periodismo,
política, raza y la mujer, publicados en el diario digital Noticel
2) Segundo premio: Benjamín Morales
por sus columnas de opinión en El Nuevo Día.
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