Periodista independiente en Puerto Rico

Wednesday, March 14, 2018

No jueguen con la educación de mis hijos


Secretaria de Educación, Julia Keleher. (Foto Periódico El Expreso)

(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el domingo, 11 de marzo de 2018. http://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/no-jueguen-con-la-educacin-de-mis-hijos/713873304  Días más tarde la Cámara de Representantes aprobó la Reforma de Educación. Se espera por la determinación del Senado)

Observando en estos días como el gobierno juega una vez más con la educación de nuestros hijos, hay que indignarse. Es más, viendo el modus operandi me siento aterrada con lo que proponen como reforma educativa. Como madre que llevo 15 años luchando contra un sistema que muchas veces no respeta la dignidad de los niños, y que rechaza a los que son catalogados como “distintos”, estoy bien preocupada. Todas mis amigas y amigos que son padres de niños con alguna diversidad funcional también tienen pavor a lo que proponen porque ya saben que en las escuelas chárter van a discriminar.

Estoy consciente de que el sistema de educación pública es una de las grandes tragedias de Puerto Rico. Está politizado, es burocrático y corrupto, maltrata a los maestros y a los padres, y tiene que cambiar. El problema es que no cambiará si el gobierno sigue con la jauja de dar millones en contratos sin subastas para crear valores o los reparte entre sus panas que montarán las chárter. Si la reforma educativa y las escuelas chárter vienen con la misma falta de transparencia con la que regalaron $17 millones sin ir a subasta para enseñar valores, y después hasta el Gobernador Ricardo Rosselló defiende que se viole la ley, hay que prepararse porque lo que viene es duro. Será un caos. 

El negocio de las chárter será de cientos de millones de dólares y ya hay muchos salivando por ese tesoro. Algunos de esos son los que esta semana tuvieron un desayuno de lujo, a puerta cerrada con la secretaria Keleher, y no lo anunciaron al país. Ojos que no ven, corazón que no siente, pensarán en el gobierno. Pero no. Todavía hay decencia entre los que sabemos que se pretende robar dinero que es de los niños.

Por eso es que hay que estar pendiente al cambio que quieren hacer para que no perjudique al más vulnerable. El reto aquí es que el pueblo está tan harto del Departamento de Educación y su politiquería, que piensan que las chárter serán la solución. Ojo. En las chárter, como pasa en los Estados Unidos, si el niño o la niña no alcanza los “números” ni cae en la norma, no cabe en ese sistema. Casi siempre ese que no cae en la norma es un niño con algún diagnóstico. Entonces, el dueño de ese negocio público-privado que es una escuela chárter, los sacará como excedentes. Habrá estudiantes excedentes como ahora le llaman excedentes a los maestros, ese título que le ponen a tantos educadores, en una absoluta falta de respeto a la profesión más digna del mundo.

El discrimen en lo que viene se ve hasta en el lenguaje de la ley. Llaman “estudiantes con discapacidades” cuando el término correcto es diversidad funcional. Un niño con diagnóstico de autismo, perlesía o cualquier cosa, puede superarse porque funcionan distinto y ven el mundo de otra manera.  ¿A Beethoven por sordo, lo hubieran llamado discapacitado? ¿A Mozart por tener autismo, le hubieran dicho anormal? ¿A José Feliciano por ciego, a Tom Cruise por tener dislexia o a Frida Khalo por tener problemas de movilidad, le habrían dicho “estudiantes con discapacidades”?  Claro que no, en ninguno de los casos. Todos tenían diversidad funcional y se superaron, pero si estuvieran bajo el modelo que quieren implementar, posiblemente ninguno entraba en las chárter, porque ninguno sacaría las notas esperadas.

Recordemos que, a mayo de 2017, en Educación Especial aparecen inscritos 136,889 niños, de los cuales el 76.2% está en corriente regular.  La mayoría de estos estudiantes requieren de acomodos razonables incompatibles con la pretensión de ampliar los grupos y reducir el número de maestros como están tratando de hacer para acomodar el modelo de chárter.

Como si eso fuera poco, la ley propuesta ignora que el Estado tiene que cumplir con unas estipulaciones en el histórico pleito de clase de Rosa Lydia Vélez. Y lo que es un escándalo que quieren barrer debajo de la alfombra es, que si el dueño del negocio chárter discrimina contra un niño, la ley propuesta lo protege.

Esto me levanta muchas interrogantes que la prensa no hace y mucho menos contestan en el gobierno.  Si el dueño de la chárter es una iglesia, ¿cómo se velará por que no les cierren las puertas a padres o madres del mismo sexo?  ¿Hay borradores de reglamento que expliquen cómo van a operar estas chárter? ¿A qué modelo de calidad van a responder? ¿Quién evalúa? ¿Por qué chárter y no otros modelos como el llamado “school of choices” que también funcionan en los Estados Unidos? ¿Estuvo la Keleher en ese negocio de las chárter? ¿Lo está?

Como nadie quiere explicar lo que viene, aumenta la intranquilidad y la suspicacia entre los padres y madres que somos responsables con nuestros hijos. A los que ven en las escuelas públicas un cuido y a los maestros como babysitters, poco le importa lo que pasa. Es a esos padres indiferentes a los que apuesta el gobierno al mantener la falta de transparencia y negativa a decir la verdad de lo que proponen. Además, hay otras cinco variables que no analizan sobre las chárter:

1)      Betsy Devos. La actual secretaria de educación de los Estados Unidos era empresaria de chárter schools. Aquí hay muchos que quieren quedar bien con Devos, y entrar en el negocio para llenarle el ojo.

2)      Autorizador. En la reforma designan a una universidad como “autorizador” para usar los fondos públicos, y puede recibir “fondos, obsequios y donaciones de cualquier naturaleza”. Las universidades privadas han perdido tanta matrícula debido a la emigración de estudiantes que se les ha caído el negocio, entonces ven en las chárter una oportunidad de nivelar las pérdidas.

3)      Colegios privados. ¿Por qué han cerrado tantos colegios?  Además de la obvia baja en matrícula por baja poblacional, y la pérdida de ingresos por recibir menos diezmos, hay otros temas. ¿No será porque los van a reabrir como chárter, si ya tienen la infraestructura?  Una vez una escuela está certificada por el Consejo de Educación Superior, entidad que prácticamente deshicieron para que caiga con las chárter, cualquier privado puede cambiar su modelo de negocio. Además, por la situación económica muchos padres se han visto obligados a sacar a sus hijos de colegios para ponerlos en las escuelas públicas, entonces se monta este negocio para beneficiar a los dueños de los colegios.

4)      West Virgina. Ahora mismo la huelga de maestros exigiendo aumentos salariales que ha detenido el sistema público de enseñanza en West Virginia es noticia estelar en los Estados Unidos, pero aquí no se menciona. Al gobierno de Puerto Rico no le conviene que aquí se replique lo que pasa en West Virgina, donde todos los sectores, hasta los directores escolares, se han unido.

5)      Gremios. Divide y vencerás. Los gremios en el DE tienen serios problemas de credibilidad. La Asociación de Maestros, que es el representante, comenzó apoyando a Keleher pero ahora la combaten. La Federación, que está débil, vela güira. Entonces el martes Rosselló anunció en su mensaje el primer aumento en 10 años a los maestros. O sea, el gobierno ha sido efectivo dividiendo al magisterio y los calla. El magisterio no toma conciencia del poder.

No hay duda de que la educación pública en Puerto Rico necesita una profunda transformación. En eso estamos todos de acuerdo. Se necesitan cambios urgentes, pero no pueden venir como si fuéramos todos los esclavos, y Rosselló, Keleher y los empresarios, nuestros amos. No se puede robar lo que le pertenece al pueblo. Los legisladores que aprueben este descaro de reforma educativa llevarán sobre sus hombros el indeleble carimbo de haber discriminado contra los niños, aumentado la profunda brecha de desigualdad social y económica en este pueblo. No jueguen más con la educación de nuestros hijos.

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