Para Wilda
Rodríguez:
En Puerto Rico hay una serie de ejecutivos y empresarios mediáticos que se creen que toman de rehén al público y nos quieren obligar a tragarnos a cuanto pillo, corrupto, enfermo, asesino y hasta violador le dé la gana de poner al aire.
Como si eso fuera poco, un puñado cada vez más reducido de anunciantes y agencias de publicidad les hacen coro, y son cómplices de esta perversión moral. Es la creciente y desgraciada moda en los medios de usar a ex convictos como paladines de la justicia, convirtiéndolos en portavoces, politólogos, comentaristas y opinantes.
Alejo Maldonado, Jorge De Castro Font, Alfredo Herger y ahora Edison Misla Aldarondo, tienen el privilegio de dirigirse a las audiencias con la libertad que a la gente decente no se les da. Son a los que premian en ciertos medios por ser ex presos.
Todo el mundo tiene derecho a rehabilitarse, y
como ser humano, se les tiene que dar la bienvenida a la sociedad a quien haya sido preso. Pero una
cosa es esa, y otra, bien distinta, es darles un micrófono o ponerlos tras las
cámaras para que sean quienes formen la opinión del público.
¿Son estas personas modelos a seguir? ¿Un
violador o un asesino confeso son mejores analistas que los que ejercen esta
función con seriedad? Es como si en Puerto Rico no hubiera talento ni gente que
quiera aportar.
Con tantos periodistas
que siguen siendo cesanteados, los medios optan por darle foro a violadores
y corruptos. - [En la última década en Puerto Rico han cerrado sobre 35 medios de
comunicación, dejando desplazados a más de 1,200 empleados entre reporteros,
fotógrafos, camarógrafos, editores, correctores, trabajadores de prensa,
gerenciales y otros.]
Los miles de jóvenes que se gradúan de periodismo
o de política en las universidades no tienen trabajo, pero estos ex presos sí. ¿Dónde están las universidades exigiendo
decencia y oportunidades para la juventud que se levanta en este país y no quiere verse obligada a emigrar? ¿Para qué se fajan estudiando si el trabajo se lo darán a
los que son sobornables y depravados?
¿Piensan los ejecutivos de la radio y la televisión
que tener a un preso les dará más rating? Los números puede que digan sí, pero
es mientras dure la novedad. Con el paso del tiempo, las audiencias se apestan.
Después esos mismos ejecutivos y empresarios mediáticos están desesperados,
buscando anunciantes y cómo recuperar las audiencias que los cambian para irse
con Netflix o Pandora, o a medios regionales y redes sociales.
Más que eso, ¿dónde están los anunciantes? ¿Por qué las empresas respaldan eso? ¿Será
acaso que tendrán que esperar que surjan boicots contra las marcas que endosan
esos programas o medios, para que estos anunciantes actúen?