Resumí la controversia
Cucusa vs. Cox Alomar ayer en mi sección En Blanco y Negro con Sandra del
programa El Azote de Dávila Colón en WKAQ 580 en cinco puntos:
1. Desconocimiento de las reglas y del mundo de las redes sociales.
2. Desconocimiento del medio Twitter (llevar las "turbas" de todos los ángulos e ideologías políticas no funciona en Twitter que tiene seguidores más críticos)
3. Mal manejo de parte de Cox que pretende usar el "tokenismo" de negro para revivir su natimuerta campaña
4. ¿Quién ganó? Pretensión de ganar ratings con esta controversia, por parte de Cucusa y de ganar reconocimiento por parte de Cox
5. Falta de profundidad en el análisis mediático sobre el verdadero tema del que nadie quiere hablar en PR: Los discrímenes (racismo, sexismo, clasismo, homofobia, prejuicios por origen étnico, por ser gordos o viejos o flacos... etc.)
La
controversia Cucusa vs. Cox Alomar que se originó por una foto de burla que
circuló por Twitter, sacó de debajo de
la alfombra uno de esos temas que son tabú en la prensa y los medios locales:
el racismo y el discrimen que persiste en Puerto Rico.
Más allá de
mostrar el evidente desconocimiento del manejo en esta red social entre políticos
y analistas, el meollo es que en Puerto Rico discriminamos y los medios lo
perpetúan con sus prácticas o sus silencios cómplices.
La ex presidenta de la Cámara de Representantes, ex jueza del Apelativo y hoy comentarista político en Noti-Uno, Zaida “Cucusa” Hernández, le dio un “retweet” a un mensaje que recibió en su cuenta de la red social en el que aparecía una foto de Cox Alomar con el mensaje “Milagro, milagro, A (sic) vuelto a la vida. Yuyo vive”.
Hernández negó
haber hecho el retweet, pidió excusas, cambió el nombre o “handle” en su
cuenta, y dio por concluida la
controversia. Pudo haber sido un error involuntario que suele suceder entre los
que no conocen bien la tecnología y no saben manejar la red Twitter. De hecho, En Blanco y Negro con Sandra recibió de
una portavoz de Hernández la explicación de que se trató de un error en el
manejo del sistema.
Pero el
problema no quedó ahí. En la comunidad “tuitera”, compuesta en su mayoría por
personas analíticas y críticas que rechazan los comentarios tipo barricada como
se dan en escenarios partidistas, el tema siguió fuerte por varios días.
Incluso trascendió fuera del ambiente local en Puerto Rico y hasta fue reseñado
por medios internacionales.
Para los “tuiteros”
resultó imperdonable debido al estilo con el que Hernández respondía a las críticas,
utilizando epítetos e insultos que son rechazados en las conversaciones que
promueve esta red. Esta situación fue reseñada con gran precisión por el amigo periodista
y sociólogo Hiram Guadalupe Pérez en su artículo “El verbo destemplado de Cucusa” que publicó ayer la revista 80
Grados. http://www.80grados.net/2012/05/el-verbo-destemplado-de-cucusa/
Cucusa ganó
ratings en la controversia y Cox Alomar ganó al agenciarse exposición ante la
prensa, lo que ciertamente le conviene ya que su candidatura no pega. El problema en este caso y que yo rechacé fue
que Cox utilice su negrura como excusa, colocándose como víctima.
Si bien es
cierto que el racismo es una realidad innegable que no se puede permitir, no es
menos cierto que los negros no podemos caer en usarnos como víctimas.
En su blog “Sobre piel y papel” que publica en el
sitio cibernético de la emisora Radio Isla 1320, la destacada autora
puertorriqueña (y mi queridísima amiga del alma) Mayra Santos Febres publicó
ayer una entrada titulada “Insultos
virtuales” (http://www.radioisla1320.com/blog/2012/05/01/insultos-virtuales/)
sobre este tema. Explica Santos Febres que es obvio el racismo visceral es acto
“comunicativo” y que se da en Puerto Rico por la falta de un proyecto colectivo
como pueblo, más allá de la discusión entre unos y otros.
“Un insulto a
un negro es un insulto para TODOS los negros”, dice Santos Febres. “Es una táctica
que conocemos bien. La usan para volver a meternos en el redil. Para que no nos
atrevamos a “ostentar” cargos públicos; para que permanezcamos cabizbajos,
asustados, temiendo acciones precisamente como ésta”.
Resulta
indignante que la prensa centrara esta discusión en reiterar las burlas que son
cosa tan usual en la política – recordemos
la foto de Sila Calderón como Ronald McDonald o la de Luis Fortuño como el
personaje de la serie The Simpsons – en vez de hablar del tema del racismo
y el discrimen en todas sus modalidades como el clasismo, el sexismo y otros.
Es una
realidad que el racismo es parte de la realidad puertorriqueña. A los negros y
descendientes de negros se les niegan accesos a empleos o a mejoras en
condiciones sociales. La
desintegración de la familia en Puerto Rico es debida en gran parte al
encarcelamiento de padres negros. Se estima que más del 90% de los presos
provienen de hogares disfuncionales, no conocieron a su padre o fueron abusados
por su padre y casi todos son negros. Son más los niños negros que se quedan
huérfanos en el sistema del Departamento de la Familia porque los padres
adoptantes quieren hijos “blancos”.
A pesar de
tener un presidente negro en los Estados Unidos, que debería servir de ejemplo,
los negros no entran tampoco en la sociedad de clases alta, con contadas excepciones.
¿Cuántos negros hay en posiciones de poder en el Gobierno, en el Ejecutivo, en
Legislatura o en la Judicatura? ¿En la banca? ¿En la industria? ¿En el sector
privado? Los pocos que hay se pueden contar con las manos.
Las verdaderas
preguntas que se deben hacer a los candidatos políticos – comenzando por el
propio Cox Alomar – es qué propuestas tienen para combatir el discrimen, para
lograr que todos tengan iguales accesos. Por todos, no sólo los blancos y ricos
o amigos del poder.
El acceso debe
ser igual a negros, a homosexuales, lesbianas, transexuales, transgéneros,
extranjeros, gordos, viejos, personas con impedimentos, pobres.
Ese debe ser
el tema que surja de esta controversia…. Pero habrá que ver qué medio o qué
periodista se atreve a hacer las preguntas de verdad.
Y para
recordar la sabiduría de antaño… termino con las sabias letras del maestro
Fortunato Vizcarrondo en su poema “¿Y tu agüela, aonde ejtá?
Ayé me dijite negro
Y hoy te boy a contejtá:
Mi mai se sienta en la sala.
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
Yo tengo el pelo'e caíyo:
El tuyo ej seda namá;
Tu pai lo tiene bien lasio,
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
Tu coló te salió blanco
Y la mejiya rosá;
Loj lábioj loj tiénej finoj . . .
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
¿Disej que mi bemba ej grande
Y mi pasa colorá?
Pero dijme, por la binge,
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
Como tu nena ej blanquita
La sacaj mucho a pasiá . . .
Y yo con ganae gritate
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
A ti te gujta el fojtrote,
Y a mi brujca maniguá.
Tú te laj tiraj de blanco
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
Erej blanquito enchapao
Que dentraj en sosiedá,
Temiendo que se conojca
La mamá de tu mamá.
Aquí el que no tiene dinga
Tiene mandinga . . ¡ja, ja!
Por eso yo te pregunto
¿Y tu agüela, aonde ejtá?
Ayé me dijite negro
Queriéndome abochoná.
Mi agüela sale a la sala,
Y la tuya oculta ajtá.
La pobre se ejtá muriendo
Al belse tan maltratá.
Que hajta tu perro le ladra
Si acaso a la sala bá.
¡Y bien que yo la conojco!
Se ñama siña Tatá . . .
Tu la ejconde en la cosina,
Po'que ej prieta de a beldá.
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