POR INVITACIÓN: La reconocida escritora y profesora emérita de la Universidad de Puerto Rico celebra el momento actual que vivimos los puertorriqueños coincidiendo con las Fiestas de la Calle San Sebastián en este escrito publicado con su autorización
Me gustan los tiempos que estamos viviendo.
Me gusta el huracán cultural categoría 6 que ha desatado el nuevo disco de Bad Bunny.
Me gusta que los amigos feisbuquianos estén pendientes, atentos, locuaces y feroces comentando acerca de las virtudes de dar a conocer por el Mundo la cultura musical de la isla, más allá del reguetón, o de ponderar acerca de si, para los boricuas residentes en la Isla, esto será sólo una jornada emocional que no llevará a reflexiones políticas.
Me gusta que la gente se detenga... y piense.
Me gusta también que varios jóvenes artistas plásticos vayan a exponer sus obras en el Viejo Mundo, para que allá vean lo que hacemos en las Antillas.
Y me gusta que 71,000 personas hayan podido recordar el nombre o las iniciales de Eliezer Molina y lo hayan electo senador, el primero en nuestra historia en entrar al Senado por nominación directa para ir directo al hígado de los que sólo se benefician de sus puestos.
Me gusta mucho que el recién nominado secretario de Recursos Naturales, Waldemar Quiles Pérez, haya rehusado ir a ver el daño catastrófico del oleaje de Loíza, según dijo la alcaldesa de ese pueblo costero, porque él vive muy lejos, allá en las montañas, en Utuado, evidenciando así el temple de un sector de la caterva de servidores públicos que la Gobernadora quiere imponernos.
Me gusta que la gente se pregunte si uno debe escuchar "a las masas" o "a los intelectuales" y se vayan dando cuenta de que todos somos parte insustituible del pueblo puertorriqueño.
Magali García Ramis (Foto Periódico Diálogo) |
Me gusta sobremanera que el premio Rafaela Valladares de las fiestas de la Calle San Sebastián se lo otorguen a una persona y a una institución, ambos bastiones de la recopilación y defensa de nuestra herencia cultural: el arquitecto Andy Rivera quien, a través de la Puerto Rico Historic Building Drawing Society, ha develado a miles de personas la belleza, historia, secretos e importancia de la arquitectura en Puerto Rico, sobre todo en el viejo San Juan, y la Casa del Libro, que desde su sede en la Calle Cristo, preserva, recompone y muestra el desarrollo de una de las invenciones clave de la Historia Humana: el libro.
Me gusta que podamos diferir intelectualmente de cuál debe de ser nuestro camino a seguir.
Me gusta que gracias a Bad Bunny, el científico maravilloso que es Rafael Joglar sea escuchado por miles de personas mientras aboga por salvar al sapo concho de Puerto Rico. Sin intelectuales como él no tendríamos la base de datos para argumentar por salvar nuestro entorno.
Y me gusta que intelectuales como Roberto Ramos Perea hayan dedicado años y años a la investigación trabajando en el Archivo Nacional de Teatro y Cine y escribiendo no sólo teatro, sino textos fundamentales como el de Literatura Puertorriqueña Negra del siglo XIX. Cuando casi nadie se interesaba por nuestra herencia afroboricua, él y un puñado de historiadoras e historiadores nos iban salvando ese legado. Porque las personas no somos unidimensionales, y podemos tener coincidencias y divergencias en nuestra visión de mundo.
Y me gusta ver la diferencia y la continuidad que existe en nuestra historia cultural cuando, necesitado de un símbolo boricua para llevar a los Estados Unidos en la visita promocional de su nuevo disco, que nos ha tocado como ningún otro, Bad Bunny se ponga una pava con el borde raído, como la que se ponía la alcaldesa doña Felisa Rincón de Gautier cuando iba a las convenciones Demócratas, y coloque otra en la cabeza del presentador de TV Jimmy Fallon, y todos entendamos qué significa. Incluso los que somos costeros y preferimos el mar y las orillas de la isla a las montañas y el campo, sabemos de qué se trata.
Me gusta que hasta los poetas se motiven a comentar el momento que vivimos y, viendo a esa actriz tan representativa de todos nosotros en uno de los videos de BB, Bernardo López-Acevedo, el bardo de la primera clase de Bachillerato de la Escuela de Comunicación de la UPR escriba: "No pido el cielo para mi alma; quiero la sonrisa de Magali Carrasquillo para mi eternidad".
Me gustan los tiempos que estamos viviendo... y más me gustarían si cada quien, pasados los días de la emoción, se integrara poquito a poquito a luchar, desde la trinchera que escoja, por el cambio que nuestro país necesita, y merece.
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Magali García Ramis |
Magali García Ramis es una de las más insignes escritoras y profesoras puertorriqueñas, reconocida y respetada por sus pares y por cientos de comunicadores que la conocen como profesora en la antigua Escuela de Comunicación Pública (COPU) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), donde enseñó por 38 años. Hoy COPU ya cambió a ser la Facultad de Comunicación e Información de la UPR, pero el legado de profesores como ella perdura. Tal es el amor y el respeto que se siente hacia su persona, que García Ramis fue designada Profesora Emérita por parte de la UPR en el 2022, reconociendo así una trayectoria de honor y prestigio en las letras, la comunicación social y el periodismo.
Ha escrito en múltiples géneros desde el ensayo hasta la novela y entre sus obras más reconocidas están las novelas Felices días, tío Sergio (1986) y Las horas del sur (2005), el libro de cuentos La familia de todos nosotros (1976), y el de ensayos y columnas titulado La ciudad que me habita (1993).
FUENTE: Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografía de Magali García Ramis» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/garcia_ramis.htm
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