El apagón informativo que anunció Luma
Energy no es exclusivo de esa compañía sino de otras agencias. Se traduce en una
censura informativa del gobierno
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El jueves en la noche y casi todo el viernes, el país entero reaccionaba consternado ante el atroz asesinato de una bebita de tan sólo dos años a manos de su padre, quien admitió que también abusó sexualmente de ella. Era el reflejo del caos en la salud mental y los abusos a los más indefensos de nuestro país.
Todos reaccionamos con sorpresa, dolor e indignación. Pero, como si se tratara de un esfuerzo por seguir haciendo daño colectivo a esta sociedad, casi pasó inadvertido la noticia que dio LUMA Energy al admitir que harían un apagón informativo. El problema es que no son solo ellos. Son todos. La censura previa amenaza a este pueblo.
LUMA Energy decidió que no va a reportar más datos sobre los clientes sin el servicio eléctrico a la entidad independiente Power Outage US, que da información en tiempo real sobre los clientes sin electricidad en las distintas compañías ubicadas en los 50 estados de la nación americana y sus territorios de Puerto Rico y las Islas Vírgenes estadounidenses.
O sea, por sus pantalones y en medio del calor insoportable de esta semana, en la que el pueblo ha sufrido temperaturas de sobre 110 grados, todos los apagones que ha habido y que seguirán ocurriendo, quedarán escondidos para que nadie se entere.
Y se sabe que cuando ocurre un apagón, en muchas áreas también se va el agua porque las bombas de Acueductos necesitan electricidad. También se va el Internet y la televisión por cable, lo que impide el trabajo remoto, las comunicaciones y estudios. Es decir, que en muchas áreas del país Luma = apagón = a estado de emergencia. O sea, vivimos como si estuviéramos en un estado de emergencia perenne. Con razón no quieren dar datos. Los ejecutivos de Luma y del gobierno prefieren mejor censurar la información pensando en que eso apacigua la gente.
Obvio que a LUMA ni al
gobierno les conviene que siga subiendo el encono popular. Después de todo,
estamos en el Verano del 2023 y siempre los veranos equivalen a dolor de cabeza
para los políticos que tienen vivito en sus mentes lo que pasó en el 2019. Lo
que pasa es que se equivocan. En vez de apaciguar, enerva más el encono.
El portavoz de Luma Hugo
Sorrentini defendió la “transparencia” de la empresa y a los clientes que
quieran saber, tienen que creer por fe en lo que ellos informan en su página www.lumapr.com. Esa
es la misma actitud y prepotencia que exhiben muchos en el gobierno que se
niegan a dar información a la que el pueblo tiene derecho a conocer.
Los oficiales de prensa tienen
una especie de regla no escrita en la que simplemente no contestan. Piensan que
los periodistas no vamos a publicar. Cuando lo hacemos, van corriendo a sus
medios comprados a dar su versión.
Eso también es un ejemplo de
corrupción porque se supone que todo, hasta los oficiales de prensa, son
empleados públicos y su deber es informar al público en general no a sus
caprichos. Por eso es que entidades que tienen los fondos y abogados como el
Centro de Periodismo Investigativo, tienen que acudir todo el tiempo a demandar
en los tribunales para conseguir los datos que se supone se informen porque son
públicos.
A veces, el funcionario lo que
busca es curarse en salud como hizo esta semana el director ejecutivo de la Oficina Central de Recuperación,
Reconstrucción y Resiliencia, Manuel Laboy cuando salió un informe de la
Oficina de la Contralora alegando pagos ileales. Laboy rápido intentó lavarse
las manos y dijo que de los $27.3 millones que se pagaron ilegalmente a
compañías sin contrato, $24 millones fueron pagados por FEMA. Como quiera,
quedan $3 millones por responder.
Ocultar información genera desconfianza. Quizás por eso vimos
a la secretaria de Energía de los Estados Unidos, Jennifer Granholm, quien ha
venido al país varias veces a monitorear lo que pasa, decir que el gobierno
estatal no controlará los $1,000 millones para la instalación de paneles
solares.
Ella quizás sabe que la censura previa es la herramienta que
usan los corruptos como una forma de control represivo. Como se ven amenazados
a que alguien cuestione sus ideales o su forma de actuar, hay que reprimir,
pero se dan golpes de pecho hablando de la democracia americana cuando actúan
como dictadores. Limitan la libertad de expresión que es un derecho que tenemos
todos a cuestionar los excesos del gobierno y a opinar sobre cómo mejorar
nuestras circunstancias.
Ahora mismo hay censura previa
en Salud. Se sabe que el regulador federal CMS está a punto de nombrar un
síndico ante el descalabro que hay con las primas, mientras el secretario
Carlos Mellado anda de campaña política. También hay censura en los millones de
dólares en contratos para publicidad, VOCES y otros esquemas vinculados al
Covid 19 y las vacunaciones.
Hay censura previa en los
desmanes que hace Edna Marín y su ayudante Joanne Serrano en ASES, donde tienen
aterrorizados a los empleados y a los consultores externos porque no permiten
que se reúnan con nadie.
Hay censura previa en la
desinformación sobre el aumento de los muertos y la gente que aparece con
sobredosis de fentanilo que mágicamente entra a las cárceles sin que Corrección
actúe. Prefieren el silencio.
Hay censura previa sobre el
abuso y la violencia doméstica de los policías a las mujeres. Los casos de
guardias los esconden y se protegen, mientras que vulneran a las víctimas, pero
nadie en la Policía habla ni le importa chotear a abusadores porque son de los
suyos.
Hay censura previa en las
pesquisas de corrupción que están en camino y que se espera, generen arrestos
en las próximas semanas. Que la gente se entere cuando no haya más remedio
porque los federales actuaron y los de aquí, se lavaron las manos.
Hay censura previa en no admitir el destrozo de las playas y
otros terrenos del patrimonio nacional público, sin que el Departamento de
Recursos Naturales actúe.
También hay censura previa en el esquema de los estorbos
públicos, las ventas a quemarropa de propiedades con gente viviendo en ellas, y
sobre el desplazamiento de comunidades pobres. Y sí, hay censura previa en la privatización de los
puertos y los aeropuertos, siempre amparándose en que hay acuerdos de
confidencialidad para ocultar información corporativa de los compradores.
Hay
censura absoluta en la compensación general del sector público. Es difícil de conseguir
cuánto y a quiénes se paga por alquiler, cuánto se paga en bonos, en carros, en
teléfonos y demás gastos en las agencias. Parece como un chorro de agua que
sale de un tubo roto la cantidad de fondos públicos que se pierde por ahí, sin
explicaciones.
También
hay censura sobre cuáles son los logros reales de tanto viaje al
exterior. Nunca dicen qué se ganó concretamente de viajes a España o a México
recientes, o los que fueron a Washington que los congresistas ni caso les
hicieron. En todo lo relacionado a los incentivos – a quién se los dan y por
qué, como es que seleccionan a la gente - también hay censura previa. Ese
misterio nunca se dice porque vincula a muchos familiares y parientes de los
funcionarios, también a contribuyentes políticos.
En Educación la censura previa está en los resultados
de las pruebas. También está en el proceso acelerado de regalarles escuelas y
dinero federal a empresarios de Ley 60 para hacer sus negocios tipo chárter,
como hacen con Kira Golding, aquella que dijo que el huracán María, fue “amazing”
para ellos crear sus negocios.
Hay censura también en el gasto obsceno de la Junta de Control Fiscal y los millones que botan en abogados y contratistas, mientras que destruyen la UPR y agencias como Familia no tienen para contratar más personal que atienda las crisis sociales.
Hay censura previa en los datos de criminalidad que da la Policía, pues son selectivos en solo sacar Delitos Tipo 1 pero en todos los demás los aumentos son entre 15% a 25% ni se mencionan. Eso con todo y que los datos están dando un conteo bajo que no existe.
Hay censura del gobierno en los permisos de construcción que otorgan, y también la hay en lo que gastan en trolls, analistas políticos en TeleOnce y otros medios para asesinar reputaciones de la gente e intentar cambiar la narrativa. Pero no pueden. La gente sabe y está molesta.
No sé si es el calor de estos días, el temor por la violencia o por la época de huracanes, pero la gente está en brote. Y ese es el talón de Aquiles del gobierno.
El controvertible escritor peruano Mario Vargas Llosa dijo una vez que “todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información”. También dijo que uno puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación.
Eso también lo quieren eliminar en Puerto Rico, pero hasta ahora, no lo han logrado. Queda en manos del ciudadano que se respete a sí mismo, evitarlo.
El secretismo, la censura, la falta de honestidad y el bloqueo de la comunicación amenazan todas las necesidades básicas. Por eso en tiempos como éste, necesitamos más libertad de expresión y más información. La primera condición para el progreso es la eliminación de la censura.
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