Periodista independiente en Puerto Rico

Thursday, December 7, 2017

La salvación es individual


(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 6 de diciembre de 2017 - http://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/la-salvacin-es-individual/668275652 )

Creo que Puerto Rico, como está, no tiene salvación. Al menos, no colectiva. La salvación aquí es individual.

Unos insisten en que estamos bien y volvimos a la normalidad a casi 90 días del huracán María. Alardean en Facebook de que están entre buscar decoradores para adornar sus casas en la Navidad o irse a de viaje a esquiar. Entonces vienen políticos a llevar trullas en comunidades sin luz, y es como si negaran que hay gente pasando hambre, los viejos se mueren esperando por medicamentos y hay familias con niños que duermen en carros porque no tienen casa o la ayuda no llega. Si eso es la nueva normalidad, que venga Dios y me lo diga.

Mientras tanto, los medios se enfocan en el despido de la Burbu de la radio o en la chillería y el “kickback” que dicen pidió el legislador Ramón Rodríguez a sus empleados.  Algunos hablan de si los independentistas tendrán que convertirse en soberanistas para sobrevivir, y otros que en Washington nos dieron otra clavada en medio de la espalda con la reforma contributiva que eliminará 250,000 empleos bien pronto.

¿Son los medios de comunicación un fiel reflejo de las prioridades de la gente o son portavoces de los que cantan el himno de que aquí todo volvió a la normalidad?  
 
No podemos culpar a los medios o a los periodistas del engaño. Los medios de comunicación están cubriendo el tema de la crisis, pero también han caído en la misma disyuntiva de otros sectores del país. Si siguen cubriendo el tema, los negocios no echan “pa’lante”, y si no echan “pa’lante”, no hay anunciantes. Han caído, como dice el americano, en un “Catch 22”.

Por otro lado, el gobierno quiere desviar la atención porque ha demostrado su ineptitud. Prefieren que se habla de que la gente compra árboles de navidad a $200 y no de los muchos que están sufriendo los estragos del huracán.

La verdad todo el mundo la sabe, aunque traten de opacarla: Estamos todavía bregando con una hecatombe. La fiscal, la política y la que dejó el huracán.

Pero entonces, ¿por qué los que sufren no se rebelan? La gente no se rebela pues creo que en Puerto Rico sufrimos el mismo síndrome del cubano.

En Cuba la gente pasa hambre, no tiene derechos, pero se olvidaron de la revolución porque en el subdesarrollo se vive siempre en una faena. No se rebelan por miedo y porque tienen que concentrarse en sobrevivir día a día. Acá estamos iguales. Bregando. No hay prisa para poner la luz, y la gente sobrevive pasando sus días entre buscar gasolina para la planta, hacer fila en supermercados vacíos, o ver si consigue trabajo o alguna ayuda. No hay tiempo para protestar cuando juegan con las mentes.

Se quejan en las redes sociales, pero sólo protestan con la actitud de “brazos caídos” como la que han asumido en la Policía. Están hartos de trabajar 10 y 12 horas sin paga extra y sin bono de Navidad, y ya hay más de 4,000 oficiales reportados enfermos. Somos un espejo del subdesarrollo.

Todo esto me produce mucha incertidumbre porque todo indica que esta crisis va a empeorar. En enero y febrero veremos desesperados a los que se acogieron a moratorias en sus préstamos de casas o carros, y sin dinero o trabajo para ponerse al día. Veremos también a mucha gente mucho más enferma porque no han recibido tratamiento, especialmente de salud mental. Me temo también que aumentarán las muertes por abandono, enfermedades, falta de medicinas o hasta por hambre.

Pero para algunos, todo está normal. La generación eléctrica aumentará “cuando las amas de casa empiecen a trabajar” (como dijo el titular de la AEE Justo González), en el Capitolio seguirá la estampa navideña con renos y nieve mientras legislan para que se juzguen a los niños como adultos, y en la televisión repetirán la novela Fatmagul. Vamos bien.

¿Este era el Puerto Rico donde tú esperabas vivir? Claro que no. Este no era el Puerto Rico que yo añoraba entregarle a mi hija Mariela y a mis siete sobrinos. Yo no lo reconozco. Me asusta mi país. Y sí, trato de ser optimista, pero nunca me comí eso de “Puerto Rico se levanta”. No compré el slogan porque se levanta a nivel individual. Lo levantan las comunidades, las iglesias, los grupos, no los políticos ni los analistas.

¿Qué yo hubiera hecho en esta crisis? 1)Detener los gastos de anuncios, imagen y contratos a los “panas”: y 2) Mover a todos en dos frentes: el primero, tratar de parar el impacto de la reforma contributiva federal en Washington, y el segundo, seguir haciendo ruido con el tema de Puerto Rico en la prensa internacional para meter más presión al gobierno de Trump para que nos ayude. A nivel local dividiría la isla por zonas para distribuir más equitativamente las ayudas, el pueblo que tenga más que ayude al que no tiene.  Haría que los políticos y empleados del gobierno se ganaran su sueldo visitando comunidad por comunidad, casa por casa, como cuando van a buscar los votos, pero esta vez para identificar cuánta gente está viva o necesita ayuda. Llevaría comida a los encamados o la los viejos y no ponerlos a hacer filas bajo el sol.


María nos cambió forzosamente la vida a todos y no podemos volver a ser lo que éramos. Hay que trabajar desde cada trinchera y desde cada realidad personal. Es momento de aceptarlo, porque para que sea colectiva, primero la salvación es individual.

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