(NOTA: Esta columna fue publicada en Noticel, hoy 2 de agosto de 2017 http://www.noticel.com/blog/206246/amenaza-el-chilling-effect-a-la-prensa-libre.html)
Decir la verdad es una máxima en el periodismo, pero la verdad está bajo amenaza en Puerto Rico. Se la tragó el efecto de congelación que permea en todos los medios: prensa, radio, televisión y hasta en la web. En esta Semana de la Prensa hay que admitir que el periodismo puertorriqueño tiene miedo. El miedo paraliza, y congela a la gente.
El miedo se tragó a los periodistas, a los medios y a los
empresarios mediáticos. Tienen miedo a los políticos y sus acciones.
Tienen miedo a perder los pocos empleos que quedan y su sustento de
vida. Tienen miedo a quedar mal con anunciantes si dicen la que hay.
Tienen miedo a que anunciantes demanden y jueces anti-prensa decidan en
su contra. En general, domina el miedo a decir las cosas como son, a
cantarlas como las ven. Simplemente, miedo a decir la verdad. Sin que me
quepa la menor duda, esa es la amenaza más peligrosa y perjudicial que
enfrenta nuestra sociedad porque no se entera de la verdad porque la
prensa no se la cuenta tal y como es.
No es fácil admitirlo,
pero es una verdad irrefutable. Lo peor que le está pasando a la prensa
como institución en Puerto Rico es lo que llamo ese “chilling effect”
precisamente porque vivimos en tiempos de crisis económica, cuando más
información debe tener el ciudadano promedio para poder prepararse para
lo que viene. Los medios, por miedo, dicen verdades a medias, no
investigan o no les permiten a sus reporteros profundizar. Al periodista
que hace las preguntas correctas, enseguida vienen a tratar de
callarlo. Si se atreve a difundir una noticia que no le agrada el
funcionario del gobierno o al comerciante, lo pueden callar porque los
medios están tan debilitados que doblan rodilla.
Eso fue lo que pasó hace poco cuando el periódico Primera Hora se
allanó a la orden de varios legisladores de mayoría y canceló la
caricatura de Pepito porque osó criticar a la representante María
Milagros Charbonnier, como analizamos en este mismo espacio hace unas
semanas. (Ver A primera hora fue Pepito ¿Y el próximo, quién será? )
Ayer mismo el Secretario de Seguridad Pública, Héctor Pesquera, se negó
a contestar una información básica y relevante para el país en momentos
de crisis fiscal. No quiso decir cuánto dinero de fondos públicos se
gastó para proteger a la empresa privada Peñuelas Valley Landfill en el
despliegue de policías, movilización de helicópteros y otros gastos en
el operativo para permitir el depósito de cenizas de carbón en el
vertedero. Le alegó al periódico Metro que “la libertad de expresión no
es de carácter absoluto”. Reconociendo que las empresas tienen derechos,
y que hay múltiples intereses privados y políticos en la controversia
de Peñuelas, esa información debe ser de dominio público. Pero no
podemos olvidar que Pesquera tiene una tradición de ocultar la verdad, y
que impuso una mordaza en la Policía cuando era Superintendente (Ver:http://enblancoynegromedia.blogspot.com/2013/08/ineptitud-control-mordaza-en-la-policia.html)
Otras veces, la censura para dar miedo y provocar ese “chilling effect”
viene por los anunciantes que cancelan las pautas o que demandan en los
tribunales a los medios, para amedrentarlos o coaccionar la cobertura
informativa. El medio, para evitarse problemas, no toca el tema ni con
una vara larga. El mejor ejemplo de esto fue aquella campaña masiva con
el lema “Salvemos el café” que financió el poderoso empresario y
contribuyente político José González Freyre, presidente de Pan American
Grain, que posee marcas como Arroz Rico, Café Mami, Café del Patio, la
bebida Gasolina entre otras.
Aquella campaña de “Salvemos al
café” pautó en casi todos los medios y redes sociales pero tenía un
objetivo oculto. El objetivo de González Freyre era subir 50 centavos al
precio de la libra del café importado que representa dos terceras
partes del café que se consume en Puerto Rico, y afectar a su
competencia. Prácticamente ningún medio lo informó excepto el Dr.
Shopper y como no logró acallarlo, lo demandó en tres ocasiones, aunque
perdió en todas, como analizamos hace unos meses. (Ver: ¿Por qué es importante la victoria de Dr. Shopper?)
Este tipo de presiones políticas o económicas siempre han existido,
pero cuando la economía está bien, muchos empresarios mediáticos asumen
la postura de defender a sus periodistas. Eso no pasa ahora, cuando no
hay dinero. Salvo contadas excepciones, los medios grandes están
flaqueando y la defensa del periodismo vertical y sin miedo, la están
dando medios independiente y más pequeños como pasó con Sin Comillas y
el Centro de Periodismo Investigativo que demandaron al gobierno para
pedir información pública.
Por eso en semanas como esta, es
importante examinar el estado de la prensa en Puerto Rico. Muchos
hablarán de crisis en el periodismo, de la falta de objetividad y el
payoleo abundante, de los despidos masivos recientes, los cierres o
ventas de medios y de la falta de acceso a una información veraz como
detonantes de la erosión – y francamente – falta de credibilidad en
amplios sectores de la prensa. Admito que esa percepción negativa a la
prensa responde a lo que yo denomino como ”la prostitución mediática”,
que es cómo el medio permite que el gobierno imponga su agenda porque
depende de los anuncios o quiere evitar investigaciones.
Otras
veces es porque individuos o medios se venden. Venden su lealtad.
Ejemplo de esto fue la controversia que se generó cuando el exgobernador
Alejandro García Padilla puso a temblar a periodistas y jefes de
redacción cuando dijo que le pedían favores y empleos, y que hasta ʺse
molestabanʺ con él si no le acomodaba a sus parientes en el gobierno.
(Ver AGP: Mono sabe palo que trepa).
Todas esas son verdades irrefutables en los medios de comunicación, que
son negocios, después de todo. Sin embargo, opino que la peor crisis,
la más peligrosa y perjudicial para la sociedad es lo que llamo el
efecto congelación.
El “chilling effect” es una forma de
coaccionar la libertad de prensa y la libertad de expresión que el país
necesita urgentemente. Hoy más que nunca se necesita una prensa activa,
que permita la diversidad de opiniones para que el público pueda llegar a
sus propias conclusiones. No podemos darnos el lujo de seguir como
papagayos los temas que colocan hábilmente los mismos personajes de
siempre en la radio mañanera, siendo portavoces de intereses,
empresarios o del gobierno.
En esta Semana de la Prensa,
defendamos todos como pueblo nuestro derecho a saber la verdad, a
conocer las cosas como son y a que no se nos oculte lo que nos espera.
Combatamos la amenaza a la censura previa que provoca el tener a una
prensa temerosa. Defendamos todos a la verdadera prensa que debe ser
libre, independiente y valiente.
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