Periodista independiente en Puerto Rico

Sunday, August 4, 2024

Cabrón, pendejo, puta….

 Aumento del lenguaje vulgar en los medios tradicionales puertorriqueños: Una tendencia preocupante. Un análisis sobre la creciente presencia de palabras soeces en prensa, radio y televisión



“Puta”, “cabrón”, y el consabido, “pendejo”, son palabras comunes en el léxico boricua, que algunos insisten en normalizar su uso desde los medios de comunicación masiva.

Llevan tiempo tratando de imponer ese léxico, y ya parece que casi logran esta moda. Me refiero al usar las palabras soeces en y desde los medios tradicionales. No en las redes ni la web, donde es algo común. Me refiero a los otros: prensa, radio, televisión y periódicos.

No es que sea algo ajeno a Puerto Rico, porque muchos ochentosos recordamos los chistes del cubano Álvarez Guedes, con su “coñoooo”, pero en la televisión ponían un “beep” y el lenguaje procaz no salía. Me refiero a un fenómeno social y de los medios más reciente, y es algo impuesto para normalizarlo. De paso, embrutecernos.

Podemos coincidir en que primero fueron los raperos, los reguetoneros y los traperos que usaban palabras soeces en las canciones del llamado “género” como dicen de esos estilos musicales tan sabrosos.  Sé que hay varias tesis doctorales y de maestría que hablan de estos temas, pero pienso en canciones como  “Hasta Abajo” de Don Omar, en otras de Tego, de Wisin y Yandel, Arcángel, early Daddy Yankee hasta el "Flow, hijoep…” de Residente y Don Omar, y casi todas las de Bad Bunny.

Después gente como Chente y Molusco las empezaron a usar en sus plataformas y grabaciones.  La palabra más común era “cabrón”, pero ya no el insulto que decían nuestros abuelos para referirse a un hombre cuya mujer le era infiel, sino para decir que algo era grande, chévere, tremendo, importante, o quizás malo. Algo exagerado importante.

Después de eso, pienso que fue el chat de Telegram. Cuando los periodistas sacamos esos chats del exgobernador Ricky Rosselló y su grupo en el Verano del 2019, ya no todo el país sino el planeta entero vio a esos hombres que dirigían el gobierno llamando putas a las mujeres, burlándose de negros, gays, viejos y mandando a "joder" personas. Algunos pidieron perdón, y quienes los justificaban decían que “todo el mundo habla así”.

Después vino Bad Bunny con su canción y documental de denuncia “El Apagón” donde decía cosas como "me gusta la chocha de Puerto Rico" y "Puerto Rico está cabrón".

Más recientemente hemos visto como desde su computadora o celular en sus “Buenos días”, el senador Thomas Rivera Schatz se la pasa calificando de “pendejo” a cuanta persona decida criticar, especialmente a opositores políticos y a periodistas.

Hace par de semanas uno de los brothers del chat, Christian Sobrino, usó un vídeo para repetir varias veces la palabra de “pendeja” y otros insultos hacia la representante del Movimiento Victoria Ciudadana, Mariana Nogales. Todo eso fue frente a la veterana periodista Carmen Jovet, quien guardó silencio. Entonces cuando Nogales lo señaló públicamente, las hordas de trolls del Partido Nuevo Progresista atacaron a la legisladora desde las redes y desde emisoras como NotiUno o el canal 11.

Por decirle “bobo criao” a un contratista, demandaron al candidato independiente Eliezer Molina, quien, precisamente, es otro que suele usar las palabras soeces en sus mensajes.

La semana pasada en la emisora Magic, la modelo Maripily llamó “cabrón” al veterano periodista Carlos Weber, mientras los periodistas Denise Pérez y Rafael Lenín López se reían.  Después Maripily, siguió el ejemplo de los brothers del chat (incluyendo su mánager Carlos Bermúdez) y fue al periódico Metro a minimizar el asunto, diciendo que no le gustó la pregunta que hizo Weber y terminó con la frase de "es un cabrón" sobre quien le cuestione. 

Entonces ahora sale la merenguera Gisselle, defendiéndose de una crítica que le hizo Milly Cangiano en una columna del periódico Primera Hora, sobre las ausencias en shows del merenguero Manny Manuel, quien todo el país sabe tiene problemas de adicción.  Gisselle terminó su comentario diciendo: “Milly Cangiano, te puedes ir al mismo carajo, tú y la pendeja de Burbujita también”.

Y yo veo todo esto y me pregunto: ¿Qué es lo próximo? Porque no se trata de hablar en la calle, sino en prensa, radio y televisión.

Como si eso fuera poco, casi todos los días hay gente como el colega Jay Fonseca haciendo eco al culto a la ignorancia se pasa diciendo “yo hablo calle”, menospreciando el idioma, y burlándose de la gente educada. Irónico, porque él es abogado. Se supone que sea letrado. Lo que es peor, es como insistir que venir de la pobreza significara que decir idioteces y palabras soeces es correcto. 

Hay estudios sociológicos que dicen que las personas que usan palabras soeces o vulgares son genios, como los que tienen sus escritorios y oficinas regados. Algo así como tenía Einstein su laboratorio.

Yo no tengo nada en contra las palabras soeces. Por el contrario, a veces las digo para enfatizar algún punto. El “coño” es una que se me escapa mucho, lo admito. Hay gente que a la menor provocación dicen “puñeta”, y uno lo ve como énfasis en lo que dicen.  No tengo problemas con eso.

Mi problema es con el foro, cuando se usan esas palabras con el único propósito de seguir bajando el nivel y que la gente sin educación sea la que domine. NOS QUIEREN BRUTOS, incultos, comenzando por el lenguaje. Y usan los medios para masificar esa intención de que la gente no pueda expresarse sin una palabra soez. Que las oraciones no puedan tener sujeto y predicado sin un coño o un pendejo o un puñeta añadido.

Recuerden que esto viene de la mano de menospreciar la educación. En este país donde cierran escuelas y tenemos un gobierno y una Junta de Control Fiscal que quieren eliminar a la Universidad de Puerto Rico, podemos decir que todo es parte de una campaña en la que participan muchos en la estructura de esa maquinaria de propaganda.

La verdad es que todos decimos palabras soeces. Los que no, por lo menos, las piensan.  Sólo imagínese cuando uno se da un cantazo en una uña de un pie, que baja todos los “santos”, y ahí nos sale el lenguaje florido. A decir verdad, no hay nada malo con las en el guaje soez, crudo y vulgar. No son malas palabras. Son buenas, especialmente cuando hay que decir algo con fuerza en un momento determinado. La cuestión es, ¿por qué decirlas en los medios masivos? ¿Es ese el ejemplo que queremos dar?

Muchas veces esas palabras malas esconden el machismo, la homofobia, el racismo, las bulas a los viejos, a los enfermos, a los cristianos.

Es obvio que hay amplios sectores de la maquinaria de propaganda que quieren a un pueblo inculto, simple, que no cuestione. El idioma es parte de ese proyecto. ¿Seguiremos ‘hasta abajo’ hasta tocar fondo? No sé. Pienso que es hora de combatir eso, y sólo se hace con información,

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