Secretario de la Vivienda, Comisionada Residente y Gobernador junto a la Subsecretaria de Vivienda Federal (Foto de El Vocero) |
Esta semana salió la mejor noticia con la que cualquier país y cualquier
político sueña. Ricardo Rosselló y su gobierno recibirán $20,000 millones para ayudar en la recuperación de
Puerto Rico. Fue algo bien positivo para la administración, y es reflejo del
trabajo que realizan, pero realmente a la gente común, al pueblo, esa noticia
no les importó. Esto dice mucho de las líneas editoriales, los problemas de comunicación
del gobierno, el desenfoque de la propaganda oficial y cuál es el verdadero
interés del público como consumidor del contenido que recibe de los medios de
comunicación.
El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano
de Estados Unidos (HUD) otorgó $18,500 millones para apoyar la recuperación a
largo plazo de Puerto Rico después del huracán María. Eso se suma a los
$1,500 millones que el departamento destinó para la Isla en febrero, para un
total de $20,000 millones de inversión. El anuncio se hizo en conferencia de
prensa con la subsecretaria de HUD, Pamela Hughes, junto Roselló y la
comisionada residente Jennifer González.
¿Por qué ese logro no es el tema que más se
habla? Porque no hay una conexión real entre lo que el público quiere y lo el
gobierno proyecta como su prioridad. En vez de hablar de esos fondos, ha habido
más discusión pública sobre los despidos en el Municipio de Cidra por falta de
dinero. Se habla más de la falta de luz, los cierres de escuelas y la
indignación generalizada porque le regalaron por $1 una escuela al pastor
Otoniel Font, quien enseguida tapó un mural que había en el plantel.
Es bien probable que los emisarios del gobierno
que se autoproclaman analistas políticos en la radio, pero en realidad sólo
están para criticar a los periodistas, así como algunos funcionarios en La
Fortaleza, acusen a la prensa de no prestarle atención al tema. Hacer eso sería
no sólo una mentira, sino error táctico y garrafal del gobierno porque la
evidencia en su contra es contundente.
La noticia de los $20 mil millones fue
ampliamente difundida. Fue titular en todos
los medios electrónicos y cibernéticos el lunes. Al día siguiente, la noticia
fue la portada de todos
los periódicos impresos, se mantuvo en sus páginas online y fue reseñada en los programas de noticias de
televisión y en los de comentario en la radio. Incluso, hasta fue reseñada por medios regionales y por medios fuera
de Puerto Rico. Eso se puede corroborar. (Ver enlaces). O sea, la noticia
sí tuvo difusión. Entonces, ¿por qué no se siguió hablando del tema? ¿Por qué
murió tan rápido en el ciclo noticioso y la narrativa pública y en las redes
sociales cambió? Por algo bien sencillo: por las barreras en la comunicación.
Barreras en la comunicación
En todo proceso de comunicación hay un emisor de
un mensaje y un receptor. Si entremedio algo interfiere, el receptor recibe un
mensaje distorsionado o no recibe nada. Eso es lo que le está pasando al
gobierno. En un estricto análisis de comunicación, algunas de las posibles barreras
que está enfrentando el gobierno al hablar con el público son las siguientes:
1. Los dobles discursos. Decir que un árbol caído dejó el jueves a más de 700,000 abonados sin luz es poco creíble. Cuando el gobierno hace ese tipo de anuncio, el pueblo los percibe como insultos a su inteligencia. Eso provoca desconfianza. En el caso de la electricidad, cada día más personas creen que el servicio eléctrico se cae y se han tardado en repararlo para obligar la privatización. Igual pasa con la austeridad. Hablan de que hay que hacer recortes, cerrar escuelas, unir agencias, trasladar empleados y cortar pensiones de jubilados, pero el mismo gobierno calla al dar contratos como el del Centro Comprensivo de Cáncer o con los salarios de secretarios de Educación, Seguridad y el director de la AEE, entre otros. La gente está saturada y molesta con ese doble discurso del Gobernador. Eso produce que no le crean nada bueno que anuncie.
2. Combinación de desconfianza y hartazgo. Cada propuesta o anuncio gubernamental se hace sin divulgar los detalles. Ahí es que está el gran problema. $20 mil millones es mucho dinero y el público sabe que esos fondos de HUD son condicionados para evitar la corrupción. Como la gente está sufriendo la falta de servicios y los retrasos con los pagos de FEMA, de las aseguradoras y otros, no creen que el dinero llegará. Por otro lado, el púbico está abrumado. Los trucos de Whitefish, los chavos recogidos por la Primera Dama y luego nadie sabe por qué Unidos por Puerto Rico no ayudó a la gente, la Reforma Laboral y tantos temas así provocan que la gente se harte. El hartazgo es la consecuencia de la falta de credibilidad.
3. Inconsistencia en el mensaje. Esta semana Rosselló también anunció la apertura de una empresa italiana en Aguadilla que creará empleos, pero la noticia tampoco percoló en el público. En parte porque el Secretario de Desarrollo Económico, Manuel Laboy, no pudo precisar datos que la prensa preguntó. Se vio improvisado. Igual pasó con el blockchain y los cryptoempresarios. Laboy y el Gobernador los impulsaban, pero cuando se preguntó cómo el gobierno hacía negocios con personajes imputados por comisión de delitos y escándalos como pedofilia, fraude y evasión contributiva -tal y como cuestionamos en una serie de reportajes en este blog – Rosselló se distanció, y no fue ni a la convención de los bitcoins. Ese vaivén termina afectando al Gobernador.
4. A Rosselló lo opacan. El Gobernador se ha rodeado de personas que, en vez de ayudarlo, lo opacan ante la percepción pública. El mejor ejemplo es su insistencia en proteger a los funcionarios implicados en el chat de WhatsApp. Igual a su defensa hacia la Secretaria de Educación, que el pueblo rechaza. Todo eso opaca cualquier mensaje que del gobernador y abona a la falta de credibilidad que le afecta. Esta situación no le pasa a Jenniffer González ni mucho menos a Thomas Rivera Schatz. Ninguno de esos dos se rodea de gente a su alrededor que opaque su mensaje y su proyección.
5. Plan de comunicación. En la administración de Pedro Rosselló había un Alberto Goachet, un Rafa Cerame y sus subalternos que tenían los mensajes centralizados. Ese fue el éxito en el primer cuatrienio, y tan pronto se rompió, empezaron los problemas de proyección del entonces gobernador. Con su hijo y actual gobernador, Ricardo Rosselló sucede algo distinto. Controlan la comunicación desde el punto de vista legal y no tienen un plan adecuado de seguimiento de temas. No se puede manejar la comunicación gubernamental como un desfile de modas o un certamen de belleza. Tiene que proyectar que hay empatía y sentido común.
La realidad es que la poca discusión de anuncios positivos es malo e injusto para el gobierno. Malo, porque se sigue enfocando en la crisis y en los problemas que agobian a la gente y no en lo que hacen los funcionarios de esta administración para solucionarlos. Injusto, porque no se reconoce que a Rosselló le ha tocado administrar en una recesión económica sin precedentes, bajo una Junta de Control Fiscal, y encima, con el caos que dejó el huracán María.
El problema que tiene Rosselló es que anda
igual que su antecesor. Como le pasó al exgobernador Alejandro García Padilla, las
noticias buenas quedan sepultadas porque Rosselló perdió el enfoque en la
comunicación.
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