Fue un honor conocer a la jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor. |
“Ella es Sandra, de la que le hablé”, le dijo Mayra Santos Febres acercándose a su oído cuando me la presentó. Yo iba contenta a conocer la jueza asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor, y lo menos que me imaginaba era lo que ella me diría segundos después de esa presentación. Absorta en mis pensamientos la miré.
La jueza entonces me miró, y sonrió de oreja a
oreja. Se acercó, extendió sus brazos y
me abrazó fuerte. Después me dio un beso en el cachete derecho y me dijo: “Gracias
Sandra. A nombre de toda mi familia, te doy las gracias. Mi familia de San Juan
y la de Mayagüez. Ellos te escucharon a ti y a los demás en la radio durante
todas esas noches y todos esos días que estuvieron en la radio y fueron su compañía”.
Yo, simplemente, no supe qué decir. La abracé y
empecé a llorar, porque todo el que me conoce sabe que cuando me emociono de
verdad, lloro. Sé que es algo que debo cambiar, pero siempre he sido así.
“Su señoría”, le dije. “Llámame Sonia”, me respondió.
Y yo, sin saber cómo dirigirme a ella, le contesté con lágrimas cayendo de mis
ojos y el pecho apretado: “Muchas gracias. Fue un trabajo en equipo de mucha,
mucha gente, que llegaron hasta la emisora como hice yo, y estuvimos allí de
voluntarios tratando de ayudar como podíamos”.
“Hicieron mucho por este pueblo. Muchas gracias
a nombre de Puerto Rico”, me dijo la jueza Sotomayor. Yo, que había llevado una copia del libro
porque al salir en la mañana de casa viré a buscarlo pensando en que quizás podría
dárselo, se lo entregué. Le conté que había tratado de incluir algunas de las
anécdotas que más me impactaron de esos meses en la Cadena Wapa Radio.
“Gracias. Este es un testimonio importante de
un momento histórico para este pueblo y por eso también te doy las gracias”, me
dijo.
Yo jamás en mi vida hubiera pensado que la
familia de la jueza Sotomayor nos estuviera escuchando, y mucho menos, que ella
supiera de nosotros. Ya han pasado tantos meses, y con la vorágine diaria, esa
época parece que fue hace décadas. Hoy, a un año y cuatro meses del huracán
María, todo está casi de regreso a la normalidad y en los medios se pasó esa página
rápido, para olvidar que eran competidores. Así que para mí fue verdaderamente
una sorpresa y me llenaron de emoción sus palabras.
La jueza estaba en una visita privada que
organizó el Salón Literario Libroamérica de Puerto Rico, entidad que coordina
el Festival de la Palabra, que, dicho sea de paso, este año celebra su décimo
aniversario. La actividad fue el Archivo General y Biblioteca Nacional, uno de esos tesoros que tiene el Instituto de Cultura Puertorriqueña.
Sotomayor pidió encontrarse con niños, y el equipo
del Festival y del Salón Literario empezaron a moverse. Después de todo, ellos
coordinan a lo largo del año a decenas de escritores para que visitemos
escuelas alrededor de la isla. La inmensa mayoría de esas escuelas son
públicas, y vamos a darles charlas y talleres para fomentar la lectura, y para
que los niños en los sitios más recónditos o más necesitados del país tengan la
misma oportunidad de aquellos que más tienen. El año pasado los escritores y
voluntarios del Festival impactaron a más de 10,000 niños en todo el país. Hoy pudimos
ver el impacto de estos programas con los niños.
Resultó ser un evento maravilloso. Sotomayor
inició un conversatorio con cerca de una centena de niños de la escuela elemental
Antonio Rosa a los que les habló de su vida, de cómo superó la pobreza extrema
a través de la lectura y la educación, lo mucho que amaba a su abuela, lo que
sufrió con la muerte de su padre, los cuatro años que tardó en aprender inglés,
y conversó sobre su libro “Pasando páginas”. Luego, una decena de adolescentes
de la escuela Medardo Carazo, que tomaron talleres de redacción con la
periodista Némesis Mora, le hicieron preguntas sobre su vida y su trayectoria.
“Yo tengo una pregunta”, le dijo un nene que
tenía ocho añitos, y ella, sonriendo, le dijo, “dime”. “¿Tú crees que Trump es
bueno o es malo?”, lo que arrancó carcajadas en el público. Sotomayor, con
paciencia, estuvo largo rato contestando. En esencia le dijo que siendo jueza,
no puede emitir comentarios de esa índole política, pero que él y sus padres
deben educarse y los instó a que voten en las primarias, “Porque en Puerto Rico
no se vota por el presidente pero en las primarias presidenciales se puede
escoger al que será el candidato”.
Todo el conversatorio fue así. Ella no dejó una
sola pregunta sin contestar y los niños corrían a abrazarla y besarla. Desde
que comenzó, ella rompió el protocolo y se sentó en la esquina de la tarima, para
después caminar por el salón. Mandó a su escolta que la dejara sola para ella
poder abrazar a los niños, y en otro momento hasta se quitó la chaqueta porque
tenía calor.
Para mí fue un momento inesperado conocerla,
pero ciertamente, sé que será inolvidable. Sus palabras hacia todos, y el
reconocimiento que hizo del trabajo en la radio, lo tomo con agradecimiento,
pero más que nada, con humildad. Y reafirmo lo que escribí en mi libro. Ese fue
un trabajo en equipo que se hizo con amor por Puerto Rico. Así que esas
palabras que me dijo la jueza Sonia Sotomayor, en realidad no fueron a mí. Las
comparto con Jesús Rodríguez García, con Luis Penchi, con Jorge Blanco, su
padre don Wilfredo y su madre doña Carmen. Con José Maldonado y Jorge Gelpí Pagán.
Con Ada Jitza Cortés, Dr. Alfonso Madrid, con Wilda Rodríguez, Graciela
Rodríguez Martinó, Robert García, D’Yauco, Gloribel Delgado, César Fiallo,
Yolanda Ramos y con todos los más de 60 periodistas y colaboradores que pasaron
por Wapa Radio.
Hoy fue un gran día. Gracias a la jueza
asociada del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Sonia Sotomayor.
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ALGUNAS FOTOS DE LA ACTIVIDAD DE HOY, 22 de enero de 2019
Que tengas mucho éxito siempre
ReplyDeleteGracias
DeleteSuertuda tú, Sandra, que tuviste la oportunidad de compartir con una boricua ejemplar.
ReplyDeleteAsí es
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