(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel a mi regreso de un viaje de trabajo-placer por Boston, Nueva York y varias de las principales ciudades del este de Canadá - https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/ante-el-espejo-de-canada/777331940)
Hace dos semanas experimenté una dosis de realidad que me hizo reflexionar sobre el nivel de decadencia acelerada en la que se está hundiendo la sociedad y economía de los Estados Unidos en el mundo. Y si los Estados Unidos están así, ¿qué podemos esperar nosotros en Puerto Rico con nuestra condición colonial y nuestra profunda crisis económica y social? Estuve ante el espejo de Canadá.
Rara vez los puertorriqueños nos miramos ante ese vecino más al norte que es Canadá, y todo apunta a que está cada día mejor y con más crecimiento que los mismos Estados Unidos. Por motivos profesionales - y también de ocio – visité las principales ciudades y provincias del este canadiense, incluyendo a Toronto, Quebec, Ontario, Montreal, y lo que ví fue un país en plena ebullición. Rápido desarrollo comparado a la actitud de temor y el pesimismo que se ve en grades partes de los Estados Unidos.
Era como estar en Europa, pero limpio. Un país nítido, sin la basura y suciedad que se ve en las calles en grandes ciudades como París, Roma o hasta amplios sectores en el mismo Madrid. Ponen mucho empeño en los jardines, con flores por doquier. Me recordó en ocasiones al Reino Mágico de Disney. Solo que son ciudades habitables, en las que el frío del invierno lo resuelven con las ciudades subterráneas llenas de vibrante actividad económica. Y en el verano, todo el mundo en las calles, disfrutando, moviéndose, generando economía. Fue inevitable comparar lo que vi con otras partes. Pensé en Nueva York, que es una de mis ciudades favoritas, y que con todo y ser la capital del mundo, parece un dinosaurio comparado con la innovación y la actitud de modernidad que se percibe en las principales ciudades de Canadá.
Allá si tienen un plan para todo. En cuestión de dos décadas lograron el quinto ejército del mundo, son una potencia económica que le abre las puertas a los inmigrantes, y a los problemas le buscan soluciones permanentes y buenas para la mayoría de sus ciudadanos.
Pero es más que eso. Es una cuestión de actitud generalizada. La gente en Canadá tiene el ánimo de trabajar y echar “pa’lante”. En regla general están de buen humor, son simpáticos a diferencia de los Estados Unidos que depende de dónde estés, y tu raza o etnia, que te miran distinto. No es que Canadá esté ajeno a esos problemas, pero no se ven de una forma tan directa como en Estados Unidos y mucho menos bajo lo que ha propiciado la retórica del presidente Donald Trump. La actitud de los canadienses ante los retos es parte de su éxito. Por ejemplo, yo vi personas sin hogar, pero recibían servicios y jamás eran en las grandes cantidades que uno ve en California o en Nueva York. En los días en que estuve en Canadá, hubo un atentado terrorista en Toronto, pero todo funcionó y se resolvió en un día.
Hace unos años los canadienses decidieron un proyecto de país que han seguido al pie de la letra, y han ido logrando desarrollarse como pocas naciones en el mundo. Su proyecto se basa en la unidad como pueblo, y al mantenerse unidos, todos caminan hacia un mismo objetivo.
Hoy, con mirar las estadísticas, corroboran su superioridad en todo. En pruebas mundiales de educación (exámenes de matemáticas y ciencias) que se hacen en 65 países, Canadá sale la posición 10 versus Estados Unidos que sale 17. Un 48.3% de los canadienses tienen un grado universitario comparado a un 40.9% de los estadounidenses. Hay mejores beneficios de licencias por paternidad-maternidad en Canadá, menos divorcios y la expectativa de vida es mayor (81 años en Canadá y 78.7 en EE.UU.). Hay un sistema de educación universal gratuito en Canadá.
También Canadá es más seguro que los Estados Unidos donde el promedio de muertes per cápita es cinco veces mayor que en Canadá. Solo un 1.3% de los canadienses fueron asaltados el año pasado y un 76% se siente seguro caminado en la calle de noche. Hay tres veces más asesinatos y agresiones agravadas en los Estados Unidos que en Canadá y según expertos, la diferencia en los crímenes violentos responde a las políticas públicas y programas sociales establecidos, la actitud social hacia la posesión de armas, la inequidad social y la libertad individual entre ambas naciones. Cerca del 18% de los hogares canadienses tienen al menos un arma comparado a un 40% de los hogares en los Estados Unidos.
El ingreso promedio anual es mayor en Canadá ($363,000 comparado a $320,000 en EEUU), hay más libertad económica, más movilidad social, menos disparidad económica y menores tasas de desempleo que en los Estados Unidos. Cierto es que la población canadiense es mucho menor a la estadounidense. En Canadá hay 35.1 millones de habitantes comparados a los casi 319 millones en EE.UU., lo que permite que sea una sociedad más homogénea y más fácil de administrar comparado a los Estados Unidos donde hay dinámicas sociales más diversas.
También está la percepción pública. El mundo entero opina que Canadá es maravilloso. Goza de una reputación que es casi 20% más alta que la percepción que existe hacia los Estados Unidos. En encuestas de reputación a nivel global Canadá aparece con un 76.6% de los votos, seguido por Suecia (76.5%), Alemania (68.3%), Reino Unido (65.1%), Brasil (57.8%) y Estados Unidos con un 57.4%.
A mi regreso a Puerto Rico, como he hecho varias veces este año, abrí las ventanillas del avión para mirar a mi país desde el cielo. Todavía son miles de toldos azules que se ven desde el aire. Es evidente la destrucción ya permanente que dejó el huracán María, y la recesión económica. Me deprimí al ver ese panorama tan tétrico.
Pensé, ¿qué hemos hecho en Puerto Rico en los últimos 20 años? Además de diputarnos el gobierno entre rojos y azules, a este territorio no incorporado lo endeudamos hasta las teleras, más de la mitad de la población nos abandonó y siguen yéndose al punto de que hay seis millones en la diáspora y poco más de tres millones aquí. Quebramos el sistema y ningún gobierno ha tenido la capacidad de desarrollar un proyecto político y social para encaminarnos al futuro. La incapacidad para gobernar nuestros haberes ha sido de tal magnitud que hasta una Junta de Control Fiscal nos impuso el amo desde el Congreso sin que aquí la mayoría todavía entienda en verdad lo que eso representa.
La corrupción y el coloniaje nos hunden, pero no asumimos nuestra responsabilidad. Es hora de mirarnos ante el espejo del resto del mundo. Es hora de aceptar que nuestras divisiones son las que nos tienen así. Y mientras sigamos en tribus, jamás mejoraremos. Se nos hace tarde para buscar una ruta común.
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