(Primera parte)
“Se supone que esta semana deben comenzar con fuerza los anuncios de la propaganda política ya que nos quedan menos de dos meses para las elecciones”
En una cama en el Hospital Oncológico Pediátrico yace moribundo un nene de ocho años. Le quedaban horas de vida. Su madre parecía también un cadáver, flaca, con la angustia reflejada en su avejentado rostro y en su cuerpo encorvado por llevar días sin comer. No tenía dinero ni para comprar en la máquina un dulce y lo último que había probado fue un almuerzo que llevaron unas voluntarias hace dos días al piso del hospital. El suplicio de ver a su hijo partir, siendo tan chiquito, la tenía ‘grogui’.
Casi a la misma hora una niña de 13 años llega llorosa y temblando al Centro Médico, proveniente de las entrañas de la pobreza de la zona metropolitana. Iba acompañada de varias mujeres de la barriada a practicarse un aborto porque había sido embarazada por su padre. Él llegaba a la casa por las tardes, cuando la mamá salía a trabajar a un segundo turno en una tienda, y aprovechaba la soledad del silencio para violarla. Primero a la fuerza, luego la tenía tan aterrada con los golpes y amenazas que ella guardaba sumisa a que pasara rápido el momento. A los pocos meses, los vómitos y la barriga la delataron. Su madre, al enterarse, sufrió un infarto. Al padre lo corrieron y casi lo matan de la golpiza que le dieron antes de que la Policía lo arrestara, mas la vida de ella ya estaba marcada para siempre.
Horas antes, en el edificio Cobian’s Plaza en Santurce, una madre hace la fila para que la atiendan en el Centro de Servicios de Educación Especial. Hay 13 personas antes de ella y un montón después. Todos, en su mayoría madres, comentaban la actitud de la recepcionista y la parsimonia con la que se movía. Ella iba por quinta vez a pelear por el derecho de su hijo autista a aprender. El nene estuvo año y medio en la casa, sin ubicación. Después de ganar querellas hicieron un salón donde solo tenían niños autistas pero este semestre la directora de la escuela cambió las reglas. Metió a otros nenes con impedimentos múltiples en un vagón oxidado convertido en salón contenido, así, aislado del resto de la población estudiantil, formó parte de nuestra versión de ‘apartheid’ boricua, lejos del resto de los mortales.
Conocí personalmente a los involucrados en todos esos casos y por respeto, me reservo sus nombres. Supe de sus penurias y compartí las luchas contra el sistema por buscar ayuda y por hacer valer sus derechos ante el gobierno ineficiente que tenemos en Puerto Rico y que con cada administración parece seguir empeorando. Y hoy, mientras veo las noticias, pensé que ninguno de esos casos les importa a los políticos. Si les importaran, darían soluciones y prometerían cambios verdaderos, pero eso no pasa. Ningún tema que no sea sexy estará entre los principales en la campaña que parece ser, como siempre, una guerra entre adversarios.
Entre los partidos Nuevo Progresista y Popular Democrático, el enfoque es tirarle al otro. En el PNP persiste un desespero por atacar la capacidad o experiencia del candidato opositor Alejandro García Padilla, en que hable, al punto en que insisten en que debata solo con el gobernador Luis Fortuño. La insistencia les nubla el sentido común ante un país que sabe que quien pide los debates lo hace porque está atrás, teme o está desesperado. ¿No fue eso lo que el hizo al propio Fortuño el exgobernador Aníbal Acevedo Vilá en las elecciones pasadas?
El PPD contrataca diciendo que las carencias en el País, el desempleo y los problemas económicos son el resultado de que el gobierno le ha dado el dinero a “los amigos de Fortuño”. Y aunque en su comercial de televisión actual usan a un hombre con impedimentos que fue despedido de gobierno para ejemplificar las caras del dolor, el mensaje subyacente es insultar al otro y no ofrecen soluciones. Es como una prueba de fe, creer sin ver propuestas que resuelvan de verdad los problemas.
Los otros partidos se concentran en velar la güira, buscando embestir al ‘establishment’ y presentarse como una alternativa, pero usando exactamente las mismas técnicas. Nada nuevo.
El Partido Independentista Puertorriqueño basa su mensaje en que el candidato Juan Dalmau es honesto. ¿Cómo eso resuelve los problemas reales? No lo explican. El Movimiento Unión Soberanista pide al elector que deje la costumbre y vote por una opción distinta. El Partido del Pueblo Trabajador, que tiene mensajes originales en sus anuncios en la radio, recurre a relajar al PNP y PPD con la única propuesta al elector de que cambie pero tampoco dan soluciones específicas. Y el Partido Puertorriqueños por Puerto Rico viene igual, pero en sus comerciales de televisión ponen moscas encima de excremento como símbolo de lo que el pueblo debe escoger. O sea, escojamos entre la caca.
Se supone que esta semana deben comenzar con fuerza los anuncios de la propaganda política ya que nos quedan menos de dos meses para las elecciones. Veremos hasta dónde llegará la creatividad de los publicistas. ¿A quiénes les hablarán esos anuncios y quiénes quedarán olvidados, como si no existieran?
Son muchos los invisibles en las campañas políticas. Los niños, las mujeres maltratadas, los envejecientes abandonados, los enfermos sin servicios, las víctimas reales de la desigualdad social, las madres solteras, los padres que tienen que irse del País para buscar trabajo, los jubilados que dejaron el pellejo trabajando y ahora la pensión no les da para vivir, los que viven con miedo al dueño del punto que es su vecino, sea en su residencial o en la urbanización de lujo, como sucede aquí. Y así, muchos otros.
El día en que los políticos y los estrategas en los partidos empiecen a darse cuenta de cuáles son las verdaderas prioridades de la gente común, y hablen de frente con honestidad dando soluciones viables y creíbles, ese día, el País cambiará. Y para bien.
Esta columna fue publicada en El Vocero, el 19 de septiembre de 2012 - http://www.vocero.com/los-invisibles-en-las-campanas-politicas/
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