Thursday, September 22, 2011
Dos candidatos iguales hasta el momento
Este es el análisis que hice esta semana en la Sección En Blanco y Negro con Sandra del programa El Azote de Luis Dávila Colón, por WKAQ Univisión Radio 580
Son bien parecidos. No por lo guapos, eso lo opinarán sus mujeres, sino que son bien parecidos porque son prácticamente idénticos. Un análisis desde el punto de vista de la proyección mediática y de cómo los periodistas ven al Gobernador Luis Fortuño y al senador Alejandro García Padilla apuntan a que ambos candidatos a la gobernación del País son casi iguales.
Al evaluar varios elementos de la proyección, tales como el discurso, el contexto, la acción, la perspectiva, la comunicación no verbal y las relaciones con la prensa, no hay duda de que hasta el momento, las maquinarias de propaganda que van detrás de cada candidato en los partidos Nuevo Progresista y Popular Democrático no han logrado una comunicar diferenciación entre ambos candidatos.
Discurso - Tomemos el discurso. Más que lo que dicen cuando se paran detrás de un micrófono o de una cámara, el discurso se supone que sea un conjunto de códigos informativos con múltiples interpretaciones, y el deber o el rol del periodista es tratar de describir o de traducir al país esos códigos.
Para Fortuño, su discurso se basa en dos lemas: tirar culpas y tirar los guantes. Por un lado sus mensajes implican que “yo no fui” el responsable del desmadre en el gobierno, sino que “fue el anterior” y que “lo heredé”. Por otro lado, en varias acciones demuestra que tiró los guantes y reconoce que el gobierno que dirige es incapaz en temas como la criminalidad, donde por ejemplo, en esta misma semana pasó gran parte de la responsabilidad a las autoridades federales, quitándole el trabajo a Justicia y a la Policía estatal. En ambos casos, el código subyacente en lo que dice es que no ha podido cumplir sus promesas de campaña, y por lo tanto, pierde credibilidad.
En el caso de García Padilla, el discurso que proyecta hasta ahora es inexistente. Es el del silencio. No habla, no reacciona, no comenta sobre los temas medulares. Esto significa que o se está guardando para más cerca a las elecciones – como dio a entender a la prensa esta semana – o de la misma manera, se puede interpretar que calla porque no tiene nada que aportar, porque teme que el país descubra que no tiene profundidad o porque piensa que ganará las elecciones por “default”. En cualquiera de los casos, al igual que Fortuño, pierde credibilidad porque lo menos que se espera es una respuesta.
Cabe destacar además que la estrategia del silencio que se ha impuesto García Padilla no es nueva. Por el contrario, es exactamente la misma que usó Fortuño en su primaria contra Pedro Rosselló en las pasadas elecciones. Resta por ver si produce igual resultado ahora.
Contexto – En términos de proyección, el contexto es la connotación de sus mensajes, que es lo que de verdad quiere decir con su discurso.
El silencio de García Padilla proyecta la incapacidad de ofrecer respuestas o soluciones a los problemas, ya que no las presenta, a la vez que puede leerse como un tanto arrogante y distante de los dolores, las preocupaciones y los asuntos que interesan a la población.
Mientras que en el caso de Fortuño, el contexto de su mensaje demuestra que está desacreditado. El país, ni la prensa, le creen. En ese sentido, no ha podido trasmitir el logro de la “medicina amarga”, su teoría de traer en los dos primeros años de gobernación los recortes y cambios, para luego traer bonanza. Se le está haciendo tarde a un año de las elecciones.
Acción y perspectiva - Son las secuencias de actos y propuestas de los candidatos, y cómo los ve el público. ¿Cómo interpreta el público los mensajes que emiten ambos candidatos?
Ambos tienen imágenes parecidas. Son hombres jóvenes, educados, padres de familia, que visten bien. Incluso tienen hasta peinados parecidos. Pero también ambos son sosos.
Fortuño prometió y no ha cumplido. Dijo que no despediría a nadie y empezó el gobierno con la Ley 7. Prometió bajar la electricidad y ha sido lo contrario. Aseguró crear empleos y el desempleo está rampante. Sin embargo, por lo menos, nadie puede discutir que está trabajando.
En cambio, García Padilla no ha prometido absolutamente nada, y lo que es peor, no fiscaliza. Las pocas veces que lo hace, no tiene resonancia y no se ve combativo. En ese sentido, no proyecta que representa o siente el dolor del pueblo. Se ve frío.
Narración y percepción - Como decía el personaje Mandrake el malo en Quíntuples, del gran autor Luis Rafael Sánchez: “el cuento no es el cuento, sino quien lo cuenta”; y en términos del discurso o el mensaje que emiten los candidatos, todo es cuestión de cómo se digan las cosas.
El público decodifica el mensaje desde su realidad. Si se es víctima del crimen, se tiene una perspectiva. Si es un desempleado, es otra. Tanto Fortuño como García Padilla se perciben como aburridos. Fortuño, se rindió ante el crimen; García Padilla, tiene un silencio que lo hace cómplice de lo que pasa en el país.
Incluso en oportunidades que pueden ser positivas, tampoco saben contar su cuento. Ejemplo de esto fue el sándwich que García Padilla se comió con el presidente Obama. Fue noticia ese día y los días siguientes el hecho de que le sacó la alfombra de los pies al Gobernador con ese almuerzo. Sin embargo, no supieron darle seguimiento al tema, y en ese sentido, no fue García Padilla el beneficiado a largo plazo. Podría decirse que el que se benefició fue el dueño de Kasalta con la promoción gratuita.
Body language – Estudios hechos en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) indican que la opinión pública se establece de esta manera: un 55% es el lenguaje corporal, un 38% es la voz y el tono; y sólo un 7% es el mensaje.
Siendo el lenguaje no verbal tan esencial en la comunicación y la proyección, resulta indispensable dominar sus tres componentes que son el control de la voz y la oratoria; el control de los movimientos corporales y la postura; y el control de cómo se presentan físicamente en términos de vestimenta y lo que esa vestimenta dice o deja de decir.
Aquí García Padilla tenía la delantera, aunque no por mucho porque Fortuño también es experto.
Fortuño sabe cómo proyectarse porque tiene una vida de experiencia. No sólo como abogado, sino como ex funcionario del gobierno y como político. Sabe cómo vestirse, qué gestos hacer, cómo mirar a la cámara y en qué momento peinarse el pelo con la mano. Sabe cuál es su mejor ángulo. Sin embargo, su tono de voz es de un solo tono, o sea, monótono. Aburre. No habla en frases cortas que puedan convertirse en “sound bites” o frases que recogen las cámaras de TV o los sonidos en radio y se convierten en lemas de campaña. No es espontáneo.
García Padilla, en cambio, se proyecta como “lindo”, domina el arte de hablar frente a cámaras, cómo gesticula y como se mueve. Incluso en su tono de voz, que no es aguerrido al estilo de Rafael Hernández Colón en su mejor época o un Thomas Rivera Schatz al presente, tiene colores. Sabe hacer las pausas donde debe y sabe hablar en frases cortas que se pueden tornar en “sound bites”. Sin embargo, el Alejandro García Padilla que dominaba la escena como Secretario de DACO desapareció. El AGP actual no habla. Está silente.
Relaciones con la prensa - La relación con los periodista es clave en clave en cualquier campaña. En ese sentido, el análisis se puede hacer desde 2 perspectivas: la primera, desde la relación del político con los periodistas, y el segundo, la relación del oficial de prensa, que es el portavoz o el representante del candidato, con los periodistas.
Desde el primer ángulo, por lo general la relación cambia de cuando se es candidato a cuando se convierte en incumbente. La falta de credibilidad que tiene ahora Fortuño con los periodistas que lo cubren es igual a la que han tenido todos los ex gobernadores, Aníbal Acevedo Vilá, Sila Calderón, Pedro Rosselló, Rafael Hernández Colón, Carlos Romero Barceló, Luis A. Ferré, Roberto Sánchez Vilella, Luis Muñoz Marín. La prensa comienza en un período casi de luna de miel, pero a veces al terminar sus primeros 100 días de mandato, la situación se torna tensa en la medida en que se hacen preguntas y el gobernante no las quiere contestar porque siente que no tiene la obligación de hacerlo porque ya ganó las elecciones.
En ese sentido, es normal la tensión entre la prensa y Fortuño. Lo que no debe ser normal es la falta de credibilidad que está teniendo García Padilla aun siendo candidato. Varios periodistas han expresado que se comunican constantemente con el líder popular, quien incluso hasta les envía mensajes de texto a sus celulares desde el hemiciclo del Senado, pero cuando la prensa lo busca para que reaccione a temas o hable de cosas, calla y se esconde. Habrá que ver cómo esto cambia en lo que queda de campaña.
Por otro lado, en términos de la relación de oficial de prensa del candidato con los periodistas, también es importante resaltar que casi siempre es negativa. Se supone que el oficial de prensa logre 3 objetivos: obtener un acceso fácil a los medios de mayor interés para el candidato; evaluar acertadamente los posibles riesgos que pueden representar para el candidato las oportunidades ofrecidas por los medios; y que sepa conciliar positivamente los intereses informativos de los medios, con los intereses del candidato en términos de estrategia de campaña.
La experiencia es otra. Esto es porque el oficial de prensa trata de proteger a su jefe de las preguntas de la prensa, y esto a su vez, genera malestar entre los reporteros.
Esta semana, por ejemplo, en La Fortaleza hubo un incidente en que le se intentó acallar bruscamente al reconocido periodista de televisión Luis Guardiola, para evitar que hiciera una pregunta al Gobernador Fortuño relacionada a los bonos que se le han pagado por supuesta productividad al director ejecutivo de Energía Eléctrica, Miguel Cordero. Los periodistas que cubren La Fortaleza, todos criticaron la acción del oficial de prensa de Fortuño.
En el caso de García Padilla, los periodistas critican lo que llaman “falta de experiencia” de los oficiales de prensa del candidato y de su lentitud en contestar peticiones. Otros también criticaron que en la página de Internet del candidato popular las reacciones que colocan son “noticias viejas”, o sea, que están lentos.
Por último resulta importante destacar que tanto García Padilla como Fortuño han adoptado estrategias de proyección y relaciones con la prensa de los candidatos del “Tea Party” en los Estados Unidos.
En vez de imitar a Obama, como hizo Fortuño en la campaña, se rige por el código impuesto por la Sarah Palin en el que critica a la prensa e intenta desacreditarlos. Incluso ha dicho que los periodistas tienen “agendas” en su contra y se niega a darle declaraciones a ciertos periodistas, prefiere aquellos que no lo incomodan y no es justo con todos los medios.
García Padilla, por su parte, adoptó su silencio también de ciertos candidatos del “Tea Party”. Esto podría ser contraproducente como se ha demostrado en los Estados Unidos donde muchos de los candidatos que se negaban a responderle a las cadenas de TV, perdieron en sus comicios.
Resultado: poca empatía - Así que a poco más de 410 días para las elecciones el saldo es más o menos el mismo. Ninguno de los candidatos convence en su proyección ni se ve capaz de colocarse en la situación del pueblo que necesita soluciones a sus problemas. Por el contrario, el público desconfía de lo que puedan traer ambos candidatos.
Restará por ver si en lo que queda de tiempo se desarrolla una campaña de impacto en la que se seduzcan a los electores con declaraciones sorpresa, con apuestas fuertes y atrevidas, en momentos oportunos. El que desarrolle la campaña franca, elocuente, elegante pero inteligente, y que demuestre calidez y encanto personal del candidato, quizás, podría convencer al elector. Habrá que ver lo que pasa. Y mientras tanto, que la prensa siga indagando lo que dicen los idénticos García Padilla y Fortuño.
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