Cuando el silencio se impone, el poder se fortalece y la democracia se desangra; hoy lunes hay vista en el Tribunal Federal en el caso donde el gobierno busca censurar a la prensa
Hoy
lunes 27 de octubre, en el
Tribunal Federal del Viejo San Juan se verá una vista oral de un caso crucial
que combate la censura a la prensa: Rodríguez-Cotto
v. Puerto Rico. La vista será ante los jueces Gustavo Gelpí,
David Hamilton y Seth Aframe del Tribunal de Apelaciones del Primer Circuito,
en un caso donde el gobierno busca revertir la decisión de un juez federal que
declaró inconstitucional una ley que criminalizaba la difusión de "alarmas
falsas" durante emergencias, como la pandemia de COVID-19.
La ley otorgaba al
gobierno un poder excesivo para decidir qué información ellos catalogan como
"falsa" o alarmista, abriendo la puerta a abusos y represión de voces
críticas. Esto va a la médula del periodismo libre porque violenta la Primera Enmienda
de la Constitución de los Estados Unidos.
La ley fue impugnada en
2020 en el caso Rodríguez-Cotto v. Puerto Rico por los periodistas Rafelli González y esta servidora, Sandra
Rodríguez Cotto, representados por el American Civil
Liberties Union (ACLU), y aunque fue declarada inconstitucional en 2023,
el gobierno sigue apelando.
El peligro potencial que representa esta ley en la libertad de prensa hizo que entidades internacionales como Reporters Committee for Freedom of the Press y Electronic Frontier Foundation presentaran amicus curiae en apoyo de los periodistas, al advertir que si el Gobierno prevalece, podría abrirse la puerta a la criminalización del discurso durante crisis públicas. También tuvo respaldo de otras entidades periodísticas
globales como Committee to Protect Journalists, Fundamedios y todos los gremios
locales.
Esta fue la última ley
firmada por Ricardo Rosselló antes de su renuncia forzada en 2019, y desde
entonces, todos los gobernantes posteriores – Wanda Vázquez,
Pedro Pierluisi y Jennifer González – han intentado mantenerla viva, consolidando una afrenta directa a la
libertad de expresión y prensa.
Pero esta medida no es el único caso. A principios de este mes, el Senado de Puerto Rico aprobó un proyecto de ley que introduce nuevas restricciones a la Ley 141-2019, conocida como la Ley de Transparencia y Procedimiento Expedito para el Acceso a la Información Pública. Esta medida ha sido rechazada por organizaciones de periodistas, líderes comunitarios y medios de comunicación, quienes argumentan que limita el acceso a la información y fortalece el control gubernamental sobre los datos públicos.
Represión en EE.
UU. como espejo para
Puerto Rico
En Estados
Unidos, los ataques a la libertad de prensa son igualmente alarmantes. En 2023,
al menos 12
periodistas fueron arrestados o enfrentaron cargos dudosos relacionados con
su labor informativa. Por ejemplo, en Alabama, dos periodistas fueron acusados
de delitos graves por "publicar" información, y en Illinois, un
reportero fue citado por hacer "demasiadas preguntas" a empleados
municipales. Estas acciones evidencian un patrón
de criminalización del periodismo y un intento de silenciar voces
disidentes.
Además, el clima
hostil hacia los medios de comunicación ha aumentado. En 2024, los ataques a periodistas en EE. UU. aumentaron más del 50%
en comparación con el año anterior, pasando de 45 a 68 agresiones, según Voice
of America. Este aumento refleja una tendencia alarmante de violencia y
hostigamiento hacia la prensa.
Cada vez más,
periodistas, activistas y ciudadanos que alzan la voz enfrentan represalias:
demandas judiciales intimidatorias, arrestos en protestas, exclusión de medios
y campañas de difamación en redes sociales. Hablar tiene un costo, y el mensaje
es brutalmente claro: si te atreves a cuestionar, sufrirás las consecuencias.
Puerto
Rico: laboratorio de control social
Puerto
Rico siente estos efectos de manera directa. La intervención militar de EE. UU.
en Venezuela y su presencia estratégica en el Caribe son apenas la punta del
iceberg. La autocensura, la manipulación mediática y la presión corporativa
sobre medios y periodistas locales erosionan la capacidad de cuestionar al
poder.
La
Ley 141-2019, modificada recientemente para restringir el acceso a la
información pública, demuestra que las tácticas de control social y censura que
se prueban aquí podrían extenderse a otras partes de EE. UU. Esta represión no
es aislada: es parte de una estrategia más amplia de control político y social,
donde el silencio se convierte en cómplice del autoritarismo.
Ante
este escenario, el silencio no es conformidad: es miedo impuesto, represión
institucionalizada. Cuando los ciudadanos temen hablar, cuando los periodistas
se autocensuran y cuando las leyes sirven para silenciar voces críticas, la
democracia se debilita. Es hora de que los puertorriqueños y estadounidenses se
levanten y exijan respeto a la libertad de expresión y al derecho a la
información. Romper el silencio no es opcional; es un deber ciudadano.
La
censura no amenaza solo a los periodistas; amenaza a toda la democracia.
Defender la libertad de expresión y el derecho a la información es
responsabilidad de todos. El silencio fortalece al poder; romperlo es un acto
de resistencia.


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