Periodista independiente en Puerto Rico

Monday, April 22, 2024

¿Despidos injustificados en Liberty?

Los 300 despidos que anunciaron hoy en Liberty se unen a miles por cierres de fábricas como Viatris, Bristol, Merck, y otras, sin que exista una estrategia para detenerlos


 

Hoy viernes pasó lo que muchos se temían, especialmente los empleados. La compañía de telecomunicaciones Liberty despidió hoy viernes a cerca de 300 empleados en Puerto Rico.

¿Y qué hizo el gobierno para contrarrestar este problema? Lo mismo que ha hecho con otros recientes cierres de empresas: nada.

Alegaron en la empresa que se trató de la eliminación del personal en funciones comerciales y operacionales, pero esta mal llamada reorganización era esperada tanto por los empleados como por los clientes. Viene como resultado de una gerencia errática que no supo sobreponerse a la crisis heredada cuando se fue AT&T. Hicieron un proceso de transición que resultó un fiasco total y ahora esta crisis.

El primer trimestre de 2024 la empresa tomó por sorpresa a una clientela que siempre fue leal a AT&T por la excelencia en el servicio, a pesar de que era la más cara. Entonces empujaron una transición al sistema criollo que se sintió a la trágala, sin preparación previa, sin campaña de orientación a los clientes y donde no había cómo resolver porque los mismos empleados estaban perdidos.

Se supone que este primer trimestre del 2024 terminaría ese proceso de migrar más de un millón de líneas de telefonía móvil a la plataforma local de Liberty. Lo que ocurrió fue caótico. Han imperado las interrupciones temporales de llamadas o la pérdida total del servicio de Internet y mensajería de texto. Caos en muchos clientes con el servicio de “roaming”, problemas en el autopago y un sinnúmero de asuntos que no supieron manejar.

El problema hizo crisis cuando grandes cantidades de clientes se quedaban incomunicados de la misma forma que se vivió como cuando pasaron aquí los huracanes Irma y María en el 2017.

Pero todo esto pasó en gran medida también, porque el regulador, que es el Negociado de Telecomunicaciones de la Junta Reglamentadora de Servicio Público, es como un ente etéreo, que no tiene vida. Los reguladores se hicieron de la vista larga hasta que las quejas dejaron a un país incomunicado.

Ante la presión pública, hicieron unas vistas públicas y prometieron cambios. De lo primero que hicieron fue cambiar a la gerencia y trajeron a Eduardo Díaz Corona como gerente general, sustituyendo a Naji Kjoury, tras 14 años en el mercado. Pero hace dos semanas, para el 2 de abril, anunciaron en un comunicado que terminaba la transición y miren el caos.

No van a decir el número exacto, pero el mismo nuevo jefe tuvo que admitir públicamente que han perdido sobre 100,000 clientes, que en su mayoría se fueron con T-Mobile y algunos con Claro. Estas son dos empresas que sabiamente invirtieron en infraestructura, los millones de los fondos públicos que dio la Comisión Federal de Comunicaciones después de los huracanes Irma y María en el 2017. T-Mobile prácticamente hizo una red nueva, y hoy dominan en el mercado.

¿Pero qué le pasó a Liberty? ¿Fue problemas gerenciales, falta de visión o es que no pueden admitir que la nueva empresa no tiene la infraestructura ni la experiencia para lidiar con estas cosas? ¿Es que no encuentran personal o es que no están dispuestos a pagar lo que estos trabajos exigen ahora?

No se pueden fabricar respuestas a esas interrogantes, pero es un hecho indiscutible que los 300 empleados que se quedaron hoy en la calle equivalen al tamaño de la empleomanía en una planta de manufactura, un hotel o compañía relativamente grande, como me decía Amaury Rivera, un exejecutivo de las telecomunicaciones y que fue la persona que lideró la primera empresa privada en ese campo, Centennial. Esto fue cuando se privatizó la Telefónica (Puerto Rico Telephone Company.

Mucho ha pasado desde entonces y el Puerto Rico del 2024 es bien distinto. Un país endeudado, con una Junta de Control Fiscal impuesta que toma decisiones sin haber sido electos y con una corrupción que compite en tamaño con el narcotráfico y tiene de rehenes al país. Un país donde cada vez hay menos gente porque se hartan del sistema y de no encontrar trabajo si no es con una pala política, entonces deciden irse. Un país de viejos, donde la crisis se vive a diario en la enorme cantidad de feminicidios, el maltrato a niños o el abandono de los viejos.

¿Y qué pasa con los que hoy recibieron su carta de despido?, me pregunté al ver la noticia.

Muchos de éstos son empleados con buenos salarios. ¿A dónde van a relocalizarse? ¿Qué empresa los va a reclutar cuando todas reducen nómina? Todas menos el gobierno que sigue cebando su panza con la cantidad de batatas que admite con el título de empleado de confianza, si total el sueldo lo paga el pueblo.

Las alternativas de empleo no se ven alentadoras. Por eso concurro con Rivera cuando dice que puede que muchos de los que hoy se quedaron sin trabajo, decidan que no tienen alternativas y se vayan del país.

Harán lo mismo que los empleados de muchas fábricas e industrias que han ido cerrando como Viatris, Bristol Myers, Merk, Avon y otras. Muchos terminan como empleado de confianza en el gobierno y se ponen a politiquear para lograr ascensos.

Y no puedo evitar preguntarme, ¿eso es lo que necesita Puerto Rico o no hay otra solución?

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