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Wanda Vázquez, José Andreu Fuentes y Héctor Rivera Cruz (Foto publicada en Metro) |
(NOTA: Esta columna salió originalmente en NotiCel el 9 de diciembre de 2018 - https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/el-bochinche-de-la-justicia/919141172 )
Cuando prendí el televisor a las cuatro de la
tarde creía que estaba viendo otra edición más de Caso Cerrado, pero no era la doctora Polo, sino el sistema de
justicia puertorriqueño. Aquello parecía
un circo. El caso de Wanda Vázquez ha sido todo ha sido un espectáculo
mediático desde el principio. Empezó cuando ella misma admitió en la radio que
intervino en un caso vinculado a un robo por un pariente en casa de su hija.
Legiones de agentes de propaganda, amigos y detractores acapararon la discusión
pública en prensa, radio y televisión defendiéndola o atacándola por casi dos
semanas. Entonces llegó la vista teatral de regla 6 del viernes, que fue todo un
show transmitido en vivo y a todo
color.
José Andreu Fuentes demostró por qué es tan
buen defensor. Quienes lo conocemos bien y somos sus amigos, sabemos el momento
preciso cuándo da el jaque mate. Por él fue que Vázquez ganó y se
salvó por ahora de ser procesada criminalmente. Alto, grande, de voz
intimidante y medio pote gel en el pelo, imponía con su voz de barítono, y todo
el mundo callaba. Pero no andaba solo. La vista de regla 6 también fue el
regreso a las cámaras del antiguo fiscalito. Más de 40 años después de las
vistas del Cerro Maravilla, Héctor Rivera Cruz, estaba otra vez en prime-time. Para no dejar de pautarse
dijo que él hizo la ley del FEI y hasta un saludo le mandó a Cuchín.
Los fiscales especiales no estaban en igualdad
de condiciones. Empezaron bien, y todo indica que tienen la evidencia, pero más
pudo el mollero intimidante de una Secretaria de Justicia. La infinidad de
memes que circulaban en las redes sociales opacaban cualquier cosa que pudiera
decir el fiscal Ramón Mendoza, quien, como es obvio, dijo que no estaba
satisfecho con la decisión. Guillermo Garau no fue efectivo comunicando. Recordó
aquel debate que se estudia en periodismo y política entre Kennedy y Nixon.
Parecía a Nixon con mal dominio de proyección versus un maestro como lo fue
Andreu. Las exposiciones de defensa y fiscales fueron una longa más extensa que
Fatmagul o cualquier telenovela turca.
La jueza Yazdel Ramos Colón sabía que iba a
salir en televisión y se tiró la queratina. Con sus gafas fashion desde el estrado se llevó el rating con su versión isleña
de Caso Cerrado, y sustituyó a Lo Sé Todo y a Dando Candela. Todos vimos nuestra
propia versión de reality TV, sólo
que el caso parecía más un bochinche que justicia. Tenía todos los elementos.
Corrupción, pillaje, emoción, miedo, amor de madre y abuso de poder. Que si fue
una reunión, que un robo, que si hubo miedo, que si Vázquez acusó Cotto Vives
de perseguirla y a Itza García de intimidarla. Y el caso de WhatsApp sigue
vivo. Como dicen en el campo, mientras más se menea, más apesta.
Frunciendo el ceño y haciendo gestos, era
evidente el intercambio de micro expresiones que dirigía la jueza desde el
estrado a la Secretaria de Justicia, quien, a su vez, le contestaba con los
ojos. En fin, la vista fue un manjar para el análisis de la comunicación en
todos los sentidos. Verbal, no verbal, judicial, actoral, lo que es o no periodismo
y lo que es la propaganda oficialista. Pero en todo esto, ¿dónde quedó el
pueblo? Esa es la pregunta que uno se debe hacer. ¿Si hubieras sido tú, o tu
hijo, hubieras tenido la misma suerte que Wanda Vázquez? Claro que no. Se demostró que la justicia no es igual para
todos. Quien tiene poder y acceso, sale bien. A cualquier infeliz le aplicaban
la regla 6.